Fotografía propiedad de la Logia Rosario Acuña (G.O.D.F.) ©
Son éstos días de celebración gastronómica en buena medida. Cenas de empresa, comidas, encuentros familiares, celebraciones, despedidas, reencuetros... Media vida se articula alrededor de la mesa. La masonería, esa sociedad tan especial, no es una excepción. Muchas de sus actividades tienen su momento culminante con el mantel de por medio. En Francia (y cito Francia porque es lo que más conozco) además, es habitual que las logias tengan hasta su propia cocina; y también a uno de sus miembros -a veces alguno más- consagrado casi por completo a la elaboración del menú.
El lado gastronómico de la masonería presenta abundantes matices. Aparte los eventos que se desarrollan fuera de lo que llamamos "recinto masónico", hay otros que tienen lugar dentro de él, con más o menos formalidad. Son esas formas las que difieren en un sitio u otro, habiendo incluso quien considera que el momento del encuentro empuñando cuchara y tenedor es una prolongación de lo que llamamos Tenida, esto es, lo que el diccionario de la R.A.E. denomina propiamente "sesión de una logia masónica".
En lo que yo conozco -y que dicho sea de paso no entraña ningún misterio- hay dos instantes especiales que se desarrollan en torno a la mesa: los ágapes y el Banquete de Orden. Los ágapes constituyen, creo, la expresión más clara de ese mundo gastronómico que vive en las logias -insisto: las que yo conozco-. No son exactamente una continuación de la reunión masónica aunque tal vivencia siempre esté presente. A los ágapes está permitida la asistencia de comensales ajenos a la militancia directa en la logia, amigos, simpatizantes, familiares... No es el caso del Banquete de Orden, ceremonia específica y propia de las logias, reglada, que no constituye exactamente una "sesión" al uso, y que pone de manifiesto entre otros aspectos el hecho de que no hay que plantearse las cosas huyendo de lo placentero de la vida.
En estos días, a pesar de todos los kilómetros y horas que uno lleva sobre las espaldas, he vivido mi primer Banquete de Orden en el seno de la Logia de la que soy miembro. No es el objeto de esta nota relatar quién se sentó a la mesa ni qué se dijo en torno a ella. Si publico el apunte es más por hacer aflorar un sentimiento o reflexión personal. Un sentimiento y una reflexión que tienen mucho que ver con la fragilidad de las construcciones que, día sí y día también, vamos levantando. No es que mi "existencia
Imágenes que acompañan el texto:
1) Ilustracion principal: Decoración del Taller de la Logia Rosario Acuña.
2) Anverso y reverso del menú correspondiente al Banquete de Orden.
3) Juego de marcapáginas editados para la ocasión.
Et si omnes, ego non.