Bantamba - Murcia

Por Chefychof

Yassa.

Empanadilla Senegalesa.

En Murcia tenemos gran variedad temática de restaurantes. Tenemos italianos, asiáticos, chinos, mexicanos, japonés, tradicionales, vegetarianos y así podríamos seguir un buen rato. Recientemente ha abierto sus puertas un restaurante Senegalés que se suma a la variada oferta gastronómica de la ciudad. Y para alguien como yo, eso es toda una provocación. Si hay un nuevo restaurante, hay que intentar ir. Sí además es exótico, ya estoy reservando para ir el primer fin de semana. Cuando llegamos a Bantamba, que así se llama el local, estaba lleno pero sin agobios, no tuvimos problema en encontrar mesa, pues habíamos reservado. En los locales con solera, estar lleno es buena señal. En los nuevos, solamente indica que ha funcionado bien el boca a boca o la difusión por las redes sociales. Es un restaurante con grandes ventanales al exterior, donde la decoración de cañizo pretende evocar a un poblado africano, así como el par de cebras que tienen pintado en una de sus paredes. Eso, el suelo de azulejo geométrico, algún dibujo tribal colgado en las blancas paredes y otros detalles que se me escapan, son algunas de las referencias al continente negro. Si vais, no podéis dejar de ir al eclectico e indescriptible baño. Nos acompañan a la mesa de manteles de papel y con una variada tipología de sillas. Allí, nos hacen entrega de unas cuartillas de color naranja donde viene fotocopiada la carta. -¡Realmente es escasa! Cuatro tapas, aunque no tienen una de ellas, tres platos principales, dos ensaladas y dos postres. Viéndolo de manera positiva, al tener una carta tan escueta, podemos probarlo casi todo y ser más objetivos en nuestra valoración.

Sotutou.

Cuando, después de un tiempo más largo de lo habitual, nos toman notas de las bebidas, con el fin de ir ganando tiempo mientras esperamos al resto, pedimos unas empanadillas senegalesas. Aunque no hay mucho donde elegir,  optamos por probar toda la carta excepto las ensaladas. Con las bebidas, traen las empanadillas senegalesas, son de masa ligeramente fermentada, similar a la de ciertas pizzas y venían rellenas de carne sin más, lo que las hacían un poco duras de tragar. Iban decoradas con dos tipos de salsas. A mí me tocaron las que traían una salsa de tomate que restregada por la empanadilla, la mejoraban notablemente. La siguiente tapa se llamaba Sotutou. Una tosta con salsa de cebolla y encima pusieron una gamba seca africana sin pelar, con cabeza y bigotes. Como no estamos acostumbrados a tanto exotismo, hubo quien quitó la cabeza de la gamba, hubo quien la peló entera, quien quitó toda la gamba y quien directamente se lo dejó. A la tosta con salsa de cebolla con pimientos y setas, no le aportaba nada la gamba seca. Creo que el animal fue sacrificado en balde. El siguiente de los entrantes y último tenía el nombre de Aloco. Era banana frita, aunque más bien parecía plátano con una salsa ultrapicante. La camarera nos advirtió y dijo que a malas penas iba a poner un poco de salsa. Y que razón tenía.

Firir.

Tras probar todos y cada uno de los entrantes de la casa, trajeron todos los principales al mismo tiempo, Maffe, Firir y Yassa. El plato denominado Yassa consistía en un trozo de carne de pollo sobre una cama de arroz blanco acompañado de una salsa de cebolla caramelizada y olivas. La salsa dulzona era lo mejor del plato y el pollo, pues pollo era. El Firir era un trozo de pescado frito, acompañado de patatón y una ensalada marinada. Nunca sabremos de que pescado se trataba, solamente que tenía miles de espinas. Entre cinco personas fuimos incapaces de terminar con ese plato y no fue por tema de cantidad. ¡Decepcionante! El último de los principales, fue el llamado Maffe. Sobre un lecho de arroz blanco, un trozo de ternera regado con una salsa de cacahuetes y acompañado de zanahoria, yuca y repollo. La salsa de cacahuete, aunque escasa para tanto arroz, estaba rica. Pero hacía tiempo que no me servía ni comia un trozo de ternera de tan mala calidad. Había más nervio que carne. La experiencia estaba siendo todo un poco desastre. Yo había sido quien había propuesto cenar en Bantamba y además de no estar cenando como se merece un viernes después de toda la semana de trabajo, estaba recibiendo los reproches de algún que otro comensal insatisfecho. A ver si los postres levantaban aquello.

Aloco.

En la carta solamente había dos postres, y pedimos ambos. Un Cous-cous con leche y un Pastel de frutas con cacahuete. Creo que el Cous-cous habría sido suficiente. Original versión del arroz con leche, tanto por sabor como por textura. Aunque, que nadie espere encontrar aroma a canela y limón en este postre. Bien como novedad, pero me quedo con nuestro arroz con leche de toda la vida. -Abusando de arroz toda la cena y ahora que pueden, meten sémola.- El otro postre era una empanadilla de frutas con cacahuete. Pedimos dos por si era insuficiente y sobró una y media. Creo que lo pusieron en los postres por llenar hueco pues era mucho más dulce la salsa del pollo que este pastel. Como decía, dejamos una de las empanadillas sin probar. La camarera ni se molestó en preguntar si no nos había gustado. Aunque la verdad, solamente con ver que nos la dejábamos, estaba claro que no nos gustó lo más mínimo. Es más, estaba bastante mala, que si Chicote puede decirlo, del rey para abajo, todos iguales.

Maffe.

Para terminar la cafés y la cuenta. Los cafés eran de los nuestros, solos, cortados y Belmontes de los de toda la vida. Los licores, que venían por cuenta de la casa, sí que eran originales y alguno de sabor desagradable, aunque según decía la camarera, tenían poder vigorizante. Cuando trajeron la cuenta, en la que estaba la empanadilla intacta, esta no fue demasiado alta aunque tenía un algo de truco. Los precios por plato eran de 5 euros, aunque la camarera nos dijo que traería unos platos especiales, que no venían en la carta pero que podríamos compartir mejor. Es cierto que aceptamos, aunque el truco estaba en que mientras el plato era más grande, y había más cantidad de guarnición, el trozo de carne o pescado, era mínimo. No quiero imaginar cómo sería el trozo de pescado del Firir en el plato más pequeño o en la ración. Como iba diciendo, la cuenta fue de unos 15 euros por cabeza, donde la mayor parte fue en bebidas. Por cierto, no tienen vino de Senegal, aunque casi tampoco de España. Tienen una única y casi desconocida referencia de tinto para ayudar a bajar esas empanadillas.

Cous-cous con leche.

Creo y espero que cambien mucho, tanto en la variedad como en el servicio que ofrecen en Bantamba. No obstante, me he metido en su web y he visto que han cambiado la cartilla naranja del menú por una amarilla con un menú distinto que deseo que mejore y mucho el anterior. Los que vayais, podréis probar platos como el Sipág o el Thiebou Dien. Para finalizar quiero dedicar esta entrada a mis examigo el Sr. JP a quien convencí para ir a probar este exótico restaurante de la calle Fuensanta número 5 de Murcia, y desde entonces ha dejado de hablarme e incluso me mira mal. Espero no tener que ir al programa de J.J. Vázquez para lograr la reconciliación. También tengo que decir, que esta entrada solamente es mi opinión. Que no es más valida que ninguna otra, aunque también es cierto que de los nueve comensales que fuimos, creo que fui yo el que más contento con la cena salió de allí. Por cierto, para reservar o encargar para casa, podéis llamar al 868910839.