¡Buenas!
Se que no es un tema relacionado con la cosmética o el maquillaje, pero creo que os puede interesar, pues este restaurante situado en el centro de Barcelona nos ofreció una velada muy agradable a mi y a mi pareja a la hora de celebrar nuestro aniversario.
Un poco de historia
Os hago un resumen de la información que la pagina web oficial nos proporciona.
Sus inicios fueron difíciles, llegando a dejar sin comer a Albert Adrià por la gestión inexperta, pero el boca a boca fue imparable, y en poco tiempo comenzaron a llegar personalidades famosas y oportunidades para mejorar el negocio. Una de esas oportunidades fue el poder introducir la carne de Kobe grado A5 en la carta, algo inaudito en Europa.
Viajan a Japón y a Hong Kong 2 veces al año para actualizarse y poder ofrecer la mejor oferta de restauracion.
El plan
Antes de aventurarme a reservar, busque reseñas tanto en portales especializados como en blogs independientes. Todas hablaban de un restaurante acogedor con un personal muy agradable, y una comida exquisita. También hablaban de su exigencia con la puntualidad, dato muy a tener en cuenta. Las fotos que acompañaban las reviews hablaban por si solas, así que tras ver los precios y la comida, decidí reservar.
Reserve directamente desde la web del restaurante: un espacio pulido y user-friendly. El formulario de reserva era fácil y rápido de rellenar, y en cuanto reservé recibí un e-mail de confirmación. El propio día de la reserva me enviaron otro correo de recordatorio, y ademas me llamaron unas horas antes para confirmar la reserva.
El local se sitúa en la calle Pintor, perteneciente al barrio de El Raval, un conglomerado de callejuelas a las cuales -creo- no se puede acceder en transporte publico. Ayudándome de Google Maps, la ruta a seguir fue llegar en bus a la universidad de Barcelona, y partir de ahí andar 10 minutos.
La experiencia
Casualmente, la persona que nos atendió acababa de abrir la puerta corredera, por lo que no fue necesario llamar al timbre. Me gusto mucho el detalle de que aunque se abra la puerta, hay una pequeña pared-biombo de madera que no te permite ver el interior del restaurante. Me parece una buena manera de guarda la intimidad de los comensales y el ambiente acogedor del local.
Tras confirmar nuestra reserva, la dueña nos saludo en voz alta y en japones. A su saludo se unieron al unisono camareros y cocineros. Este acto se realiza con cada uno de los comensales que viene a comer, lo que en mi opinión es un detalle único que a mi personalmente me hizo sentir como una visita esperada, y como si me abriesen las puertas del restaurante para que pudiese entrar y disfrutar.
La ambientación va acorde con el exterior: acogedora, tranquila e intima. Las luces enfocan puntos estratégicos, principalmente centrándose en la barbacoa que preside el centor de la mesa de madera. Cuadros tradicionales, farolillos y biombos decorados visten las paredes y techos. Durante nuestra cena, agradecí que todos los comensales parecían tener una velada tranquila y que la música que sonaba fuera suave y lo suficientemente alta como para escucharla sin molestar, lo que hacia que el ambiente fuera muy armonioso y tranquilo.
Punto a parte para la vajilla, negra y de lineas y tacto tradicional. Ayuda mucho a sumergirse en el tipo de cocina y experiencia que se nos ofrece. También mención para la carta: encuadernada con tela y con una lámina de madera preciosa, así como un papel de calidad.
Sobre el personal: recibimos un trato muy cordial, amigable y atento. Los tiempos de espera eran los adecuados para disfrutar de un ritmo de comida constante y sosegado. No nos falto nada en ningun momento de la noche, y ademas se nos explicaban los platos y las carnes, por lo que ademas de comer aprendimos algunas cosa sosbre la gastronomia japonesa.
El menú
Describiré los platos que degustamos por orden de servicio, pero antes, hablemos de los menús. Actualmente, el Carlota Akaneya dispone de tres menús:
- Menú Saikokyu: Fue el que escogimos nosotros. Consta de 5 platos (3 entrantes y 2 principales), 5 cortes de carne (entre ellos la ternera A5) y 2 postres. Cuesta 65,90€ por persona, es para 2 personas mínimo y no incluye bebidas.
- Menú Akaneya: Incluye 2 entrantes (sopa de miso y gyozas), 2 platos principales (fideos soba con verduras al carbón y hotpot de verduras y setas con salsa Mentsuyu), 1 selección de mariscos del dia y 4 cortes de carne (punta picana, pecho, sobrecostilla y quadril de ternera japonesa) y dos postres (mochi y trufas de chocolate con Taketsuru). Cuesta 39,90€ por persona, es para 2 personas mínimo y no incluye bebidas.
- Menú a la carta: No aparece en la web. Se escoge dos platos entre sopas, entrantes frios/calientes, fideos y arroces; 2 platos entre delicatessen japonesas (pescado, verduras y carnes) y 1 postre. Cuesta 49,90€ por persona, es para 2 personas mínimo y no incluye bebidas.
Edamame
El edamame es un entrante típico japones consistente en vainas de soja hervidas con agua y sal y servidas tal cual. En este restaurante las aliñan con aceite de sésamo y sal.
La verdad es que NUNCA me habían llamado la atención, y cuando las trajeron (con su cuenco para dejar las cascaras) no nos hicieron mucha gracia. No me apetecía comer habas/guisantes, pero cuando las probé cambie de parecer. Al ser soja, el sabor era muy suave y nada amargo (que es lo que me esperaba), y el aliño de aceite de sésamo y sal junto al juguillo que soltaban cuando las abrías les confería un saborcillo agradable. Al final nos las acabamos.
Gyozas
Podemos describirlas como "empanadillas" (de masa muy fina), en este caso rellenas de pollo y verduras. Las trajeron acompañadas de salsa de soja y con cebollino por encima.
Me encantan las gyozas. Fritas o al vapor, son un entrante delicioso, y mis favoritas son las de cerdo con apio. Pero estas no tienen nada que ver con lo que he probado hasta ahora. Si bien la masa era parecida, el interior era MUY suave y jugoso, y la salsa de soja realzaba su sabor sin colapsarlo. Me gusto el toque fresco que le daba el cebollino.
Tonkatsu (cerdo rebozado)
En este caso venia acompañado de una salsa dulzona por encima, brotes de soja crudos y cebollino picado. Ademas, nos trajeron una salsa de mostaza muy suave.
Podría haber prescindido de la salsa dulzona, aunque la que nos trajeron para acompañar le daba un matiz interesante a la carne. El punto era adecuado, el rebozado también, y agradezco MUCHÍSIMO que lo trajeran en una especia de rejilla que impedía que se empapase del aceite propio de la fritura. Un detalle de 10 que permitió que el rebozado siguiese crujiente y seco. La verdad es que probé 3 trozos y le deje casi todo a Shin, que es un fan de las carnes rebozadas.
Kamo nanban (caldo de pato con fideos gruesos tipo soba)
Atendiendo a la descripción que dan en esta web, el kamo nanban parte de un caldo de soja y dashi (un caldo de pescado muy usado en la cocina japonesa), al cual se le añaden fideos soba y, en el caso de este restaurante, magret de pato, brotes de soja y verduras varias. Quiero destacar también que nos vino en un bol con una cuchara típica japonesa que tanto a Shin como a mi nos encanto.
Lo primero que hice fue cocinar un poco el magret de pato. Algunos lo consideraran un sacrilegio, pero la carne cruda no me hace tanta gracia como el pescado crudo. Los fideos estaban "al dente" (si se me permite la fusión de cocinas y expresiones), y quizás habría agradecido que las verduras no formaran una "bola" y se hubiesen repartido uniformemente en cada bocado. Sobre el caldo, estaba bueno, aunque tenia un sabor muy fuerte debido a sus ingredientes. Es un sabor muy común en la cocina japonesa, que mi novio adora y yo no llevo muy bien, pero lo cortés no quita la valiente y creo que la preparación fue correcta.
Una vez terminados los entrantes, nos trajeron las brasas y nos bajaron la campana extractora. También nos explicaron como cocinar sin hacer mucho humo.
Yasai yo kinoko (hotpot de verduras y setas)
Bol de caldo con verduras (nabo, cebolla y algo verde que no pude identificar) y una gran variedad de setas, en las que pude distinguí: shiitake, nameko y enoki.
Trajeron esta mezcla en una cazuelita que pusieron directamente en un lado de la barbacoa, por lo que se cocino delante nuestra y nos indicaron como controlar los tiempos. Pasados 10 minutos, el vapor comenzó a salir, y al destapar nos encontramos con un humeante hervido de verduras y setas al punto. La belleza de las setas y verduras unidas al delicioso sabor y esa sensación tan "hearty" o "heart warming" que me dio me hizo disfrutarlo muchísimo. Acompañe algunos cortes de carne con esta guarnición y casaban a la perfección
A continuación pasare a describiros los cortes de carne que se nos presentaron. El wagyu es una raza pura (Tajima-ushi)que se cría única y exclusivamente en japón: la carne se exporta, los animales no.
Wagyu shimofuri (lomo bajo de ternera japonesa)
Deliciosos y finos cortes de lomo bajo de ternera japonesa con sal gorda por encima. Desde la casa se nos recomendó que para cocinarla la sumergiésemos unos pocos segundos en el caldo hirviendo del yasai yo kinoko. Lo único que para mi el punto que quedaba era demasiado crudo, por lo que lo ademas de sumergirlo lo ponía unos segundos a la brasa.
Es una carne muy suave y tierna. Al ser un corte tan ancho, podía hacer unos wraps deliciosos. Y para muestra un botón:
Wagyu sagari (entraña de ternera japonesa)
Podíamos elegir entre esto y marisco del día, aunque a nosotros no se nos dio a elegir. En parte, me alegro, ya que yo habría elegido el marisco porque pensaba que la entraña era eso, entraña (vísceras). Pero me sorprendió ver que eran cortes con un aspecto muy apetecible y acompañados de sal de té matcha.
Este corte pertenece a la parte periférica del diafragma. Me pareció una carne jugosa de sabor fuerte, que a Shin le gusto muchísimo, y por eso le deje la mayoría de porciones.
En este punto nos trajeron kimchi picante para acompañar. No nos gusto mucho, a mi personalmente me sabia a miel requemada (con connotación positiva) y picante, no me termino de convencer.
Wagyu harami (quadril de ternera japonesa)
De nuevo nos encontramos con una carne suave y muy jugosa. Creo que tiene algo mas de sabor que el lomo bajo, y como el corte era mas grueso era sencillo obtener bocados jugosos. Vino acompañada de cacahuete picado.
Wagyu ichibo (entrama de ternera japonesa)
El color vivo y profundo de esta parte de la ternera ya nos adelantaba que iba a tener un sabor potente. Y así fue, de hecho era mas potente que la entraña, y el corte menos jugoso. El sabor me recordó a la cecina de ternera, y al igual que con este producto solo pude comerme 3 cortes antes de quedar abrumada por tanta intensidad de sabor (en el buen sentido de "abrumada").
Wagyu saikokyu (solomillo de Kagoshima grado A5)
Llegamos a la joya de la corona, el producto que distingue a este restaurante del resto: la famosa ternera de kobe.
La chica que nos lo sirvió nos obsequio con una explicación sobre el producto que he complementado con información sacada de la red, y que ahora os comento:
Para llegar a la categoría de carne de Kobe es necesario cumplir con una serie de requisitos en cuanto a aspectos como la alimentación, el lugar donde se crían (la prefectura de Hyogo)... Sobre la nomenclatura que reciben:
- El numero determina la calidad de la carne: de 1 a 5, siendo 5 el máximo
- La letra determina el aprovechamiento de los cortes comestibles: de A a C, siendo A el grado máximo
- El indice BMS (Beef Marbling Standard) que nos indica el grado de infiltración de la grasa: va de 1 a 12, y a partir de 8 se considera "kobe".
Sobre la experiencia: el punto fuerte de esta carne es su textura, no su sabor, y es por eso que el producto viene acompañado por tres condimentos diferentes (sal y pimienta, wasabi seco y sal gorda) para realzar el poco sabor que tiene.
Es un producto delicado y que hay que cocinar con cuidado para que no se pegue y se desgarre. Al asarlo vemos como la grasa chisporrotea alegre en la superficie. Y a la hora de comerlo... Es sin duda pura mantequilla. Se deshace, se rasga con la lengua, y esa melosidad y grasa envuelve toda la boca.
Sinceramente, creo que es una experiencia que hay que vivir una vez, pero yo no volvería a repetir la experiencia debido al precio. Priorizo el sabor a la textura, y disfrute mas de otros cortes presentados anteriormente. Pero me reitero en que creo que es una experiencia que hay que vivir una vez en la vida y poder descubrir este producto tan único.
Howaitochoko no mori (bosque de chocolate blanco con té matcha y bizcocho de pistacho)
Paso a describir las preparaciones de este delicioso postre:
- El plato estaba pintado con una reducción de frutos rojos y espolvoreado con fragmentos de, a mi parecer, frambuesa seca.
- Bizcocho muy esponjoso.
- Mousse de chocolate blanco y té matcha
- Bombones cubiertos de chocolate blanco y té matcha y rellenos de una mousse de té matcha.
- Dos lascas de fresa fresca
Como buena amante de lo dulce, disfrute muchísimo de este postre. La frescura y acidez de la fresa contrastaba con la mousse, una mezcla empalagosa de chocolate blanco y suave te matcha. Si cargamos la cuchara de mousse y de bizcocho, nos encontramos con una combinación de esponjosidad, cremosidad y suavidad. Y la mousse por si sola era algo delicioso que se derretía en la boca.
Los bombones merecen mención aparte. El primero lo partí y lo compartí con Shin, pero el segundo pude degustarlo entero de un bocado, y al morderlo el interior se revienta y suelta su relleno de te. EL sabor del matcha es increíblemente suave, pues hasta ahora todas las preparaciones con te matcha que había probado me han parecido fuertes y artificiales si las comparamos con este postre.
Yuzu-san (yuzu en textura de mousse)
¿No os resulta mona esta pequeña esfera que emula un cítrico, y que reposa sobre una hoja?
El yuzu es un cítrico típico de japón, parecido a nuestros limones/naranjas. El postre pretende emularlo, y lo consigue: el sabor es cítrico pero con un regusto dulce a mandarina.
La textura mousse es correcta, muy suave y esponjosa, y en el interior hayamos una pequeña esfera de liquido cítrico e intenso. El falso yuzu, amarillo y con tonalidades verdosas que lo hacen bastante real, reposa sobre una camita de almendra crujiente. Según Shin, esta dualidad mousse-crujiente era agradable, y el conjunto en general le gusto.
Por último, nos obsequiaron con unos chupitos de sake de ciruela. No bebo alcohol, así que aunque probé sorbo y dejaba un regustillo dulce agradable, Shin tuvo que beberse ambos.
En general, ambos disfrutamos de nuestra velada en el Carlota Akaneya, gracias a unos platos deliciosos y cuidados, y a una ambientación que propiciaba un entorno tranquilo y agradable. El poder cocinar la carne a nuestro gusto le da valor añadido la cena, pues ya no es el "me siento y que me traigan cosas". El personal fue muy amable con nosotros y creo que el precio del menú fue acorde con la experiencia en general.
Seguramente repetiremos =)
Gracias por leerme ~
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