Revista Opinión

Barbados: de colonia azucarera a paraíso fiscal y potencia regional en el Caribe

Publicado el 26 septiembre 2021 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

Las playas de Barbados esconden una historia atada al azúcar y la esclavitud. Esta isla de las Antillas Menores del Caribe fue clave en el sistema comercial del Imperio británico por su producción de azúcar. Con una superficie de solo 430 kilómetros cuadrados, suministró el endulzante a gran parte de Europa a base de plantaciones extensivas trabajadas en condiciones infrahumanas por esclavos africanos y sus descendientes.

La esclavitud marcó la sociedad y la cultura barbadenses. Durante siglos llegaron a la isla cientos de miles de africanos, que se volvieron mayoría en una isla dominada por terratenientes británicos. Cuando las ideas abolicionistas empezaron a extenderse por el mundo en el siglo XIX, los trabajadores reclamaron mejores condiciones y consiguieron la liberación en 1834. Los recién emancipados fueron integrándose poco a poco en la política colonial barbadense hasta que la isla se independizó del Reino Unido en 1966. 

Independizarse le dio cierta bonanza a Barbados, que con el tiempo pasó de depender del azúcar al turismo y los beneficios fiscales. Además, la isla ha desarrollado una posición fuerte en el Caribe: es una potencia económica de las Antillas Menores y ha sido protagonista en las organizaciones regionales.

El azúcar, historia de un motor geopolítico y económico

Sin embargo, el gran objetivo de Barbados desde finales del siglo XX ha sido desatarse de Londres. La tendencia podría consumarse tras el anuncio del Ejecutivo en 2020 de su intención de abandonar la monarquía británica para convertirse en república en noviembre de 2021. De fondo hay una reivindicación nacional de romper con el pasado colonial esclavista, pero también la intención de explotar intereses económicos.

La joya imperial del Caribe

La isla de Barbados, cuyo supuesto nombre aborigen es Ichirouganaim, estaba poblada en un principio por pueblos como los arahuacos y los caribes, que perecieron con la llegada de españoles y portugueses a principios del siglo XVI. El nombre actual se debe a estos conquistadores. Ambas coronas reclamaron la isla bajo su dominio, pero estuvo casi deshabitada hasta que los británicos se instalaron en la década de 1620. Desde entonces, el destino de Barbados ha estado ligado a las directrices de Londres.

Tras la desaparición de las poblaciones nativas, la población blanca prevaleció en la isla. Ciudadanos pobres, en especial irlandeses católicos, llegaron con un sistema que los obligaba a trabajar en las primeras plantaciones de azúcar introducidas desde el norte de Brasil. Tenían malas condiciones de trabajo, pero después de cinco años se les liberaba con derecho a cultivar pequeñas extensiones de tierra que pasarían a ser suyas. Con la popularización del azúcar en Europa hacia la década de 1640, los grandes terratenientes acapararon las tierras y empezaron a recurrir a esclavos de origen africano para trabajarlas. 

La llegada de población de África occidental y el aumento de las plantaciones intensivas de azúcar modificaron la isla geográfica, social y económicamente. Entre 1644 y 1680, los esclavos pasaron de minoría a que hubiera diecisiete por cada blanco. Casi 400.000 africanos desembarcaron en la isla hasta 1807, aunque la mayoría vivían allí pocos años o meses por su corta esperanza de vida. La concentración de tierras también llevó a que los pequeños propietarios blancos dejasen sus hogares, hasta que quedaron solo quienes se encargaban de los esclavos que trabajaban la tierra.

El comercio de esclavos durante la Edad Moderna

Durante el siglo XVII el consumo de azúcar se multiplicó por dieciocho en Europa en detrimento de la miel, y la industria azucarera barbadense se volvió la más pujante de América. Para el siglo XVIII se estimaba que la mitad del azúcar exportado desde las Indias provenía de Barbados, para gran beneficio de Londres. La capital de la isla, Bridgetown, se convirtió en una pieza fundamental en el comercio británico en América. Su prosperidad la transformó en una de las tres ciudades más grandes de las colonias del Reino Unido, junto a Boston y Port Royal, en Jamaica, y le valió el calificativo de “lugar más rico del mundo”.

Una colonia insostenible

Sin embargo, la desigualdad entre las poblaciones blanca y negra se mantuvo más de un siglo. Los británicos eliminaron la trata de esclavos en 1807, después de décadas de presión abolicionista, pero su situación precaria se mantuvo porque el Código de Esclavos de Barbados siguió vigente. Este código inglés de 1661 había sido promulgado por la Asamblea de Barbados, uno de los órganos más independientes dentro de las colonias británicas. Apenas tuvo modificaciones durante sus más de 150 años, en los que protegió los intereses de los amos al considerar a los esclavos como mercancía.

Pero todo estalló en 1816 con la rebelión de Bussa, una de las primeras en las Antillas que exigía la libertad de los esclavos afrodescendientes, inspirada en el ejemplo de la independencia de Haití en 1791. La rebelión en Barbados se produjo mientras el Parlamento británico trabajaba para mejorar las condiciones de los esclavos. Muchos de ellos creían que algunas leyes promulgadas en esas sesiones preparaban una emancipación que los terratenientes iban a impedir y actuaron por su cuenta. Bussa, un esclavo de África occidental, lideró un levantamiento sorpresivo, pues hasta entonces Barbados no había sido un lugar de grandes rebeliones de esclavos: tenía ejército y su orografía plana y sin bosques dificultaban cualquier acción rebelde. 

BarbadosEstatua dedicada al esclavo Bussa, héroe nacional que lideró la primera rebelión de esclavos frente a los terratenientes de Barbados en 1816. Fuente: Flickr

Los combates duraron semanas y, aunque la revuelta fracasó y cientos de esclavos fueron asesinados, llevó a crear la Ley de Esclavos Consolidada de 1826, que les otorgaba concesiones, y a abolir la esclavitud en 1834. La isla se mantuvo como colonia del Reino Unido y la situación de los antiguos esclavos fue mejorando en las décadas siguientes. Las nuevas personas libres siguieron obligadas a trabajar en las tierras de sus antiguos esclavistas hasta 1838 a cambio vivienda y alimento, pero no un salario; luego, ya con pagos, se les obligó a trabajar en las mismas tierras. Varios terratenientes empezaron a dividirlas en las últimas décadas del siglo XIX y a venderles pequeñas parcelas a los trabajadores, y esa compraventa permitió que se formasen las primeras aldeas y poblaciones de afrodescendientes en libertad.

La poderosa Sociedad Agrícola de Barbados, mientras tanto, elaboró una propuesta para que la isla se sumase a la confederación de colonias que se formaba en Canadá. El exgobernador de Barbados y exministro de Finanzas de Canadá, Francis Hincks, recibió la propuesta en 1884, pero la idea acabó con su fallecimiento al año siguiente. Al proyecto interrumpido se le añadió la caída de los precios del azúcar a principios del siglo XX, que mermó las grandes plantaciones y perjudicó la economía. Para entonces Barbados se había vuelto una isla superpoblada con problemas para dar trabajo a sus habitantes, generando una oleada de insatisfacción popular.

Independientes bajo la misma reina

Pese al final de la esclavitud, los descendientes de aquellos esclavos no fueron protagonistas políticos de la isla hasta entrado el siglo XX. Destacó la figura de Gratley Adams, que fundó en 1938 el que luego se llamaría Partido Laborista de Barbados, la formación política más importante del país y a la que pertenece la actual primera ministra, Mia Mottley. 

Adams fue un impulsor de la Federación de las Indias Occidentales, una unión política de los doce territorios de la Corona británica en el Caribe. La Federación apenas resistió entre 1958 y 1962 por las rivalidades nacionalistas y el escaso apoyo popular. Esta experiencia dividió al Partido Laborista de Barbados y dio lugar a la otra formación histórica del país, el Partido Laborista Democrático de Errol Walton Barrow. Los territorios volvieron a ser colonias individuales, pero el momento político desencadenó una serie de independencias en los años sesenta y setenta en un contexto internacional de descolonización y panafricanismo, por medio de consultas populares o concesiones del Reino Unido. Después de negociar durante meses con la metrópoli, Barbados se independizó el 30 de noviembre de 1966 bajo el mandato de Barrow.

La descolonización de los imperios británico y francés

Con la independencia, Barbados pasó a tener constitución propia y a formar parte de las Naciones Unidas y de la Mancomunidad de Naciones creada por el Reino Unido. La isla se constituyó como una monarquía parlamentaria con dos cámaras legislativas donde los barbadenses podían elegir a un primer ministro cada cinco años, aunque en la jefatura del Estado se mantenía la cabeza de la monarquía británica. 

Barbados se presentó como uno de los Estados caribeños más activos en cooperación económica y política. Cofundó en 1965 la Asociación de Libre Comercio del Caribe (Carifta, por sus siglas en inglés), que pretendía articular las economías de las antiguas colonias británicas en la región. La isla fue una de las cuatro naciones más influyentes de la organización, junto con Jamaica, Guyana y Trinidad y Tobago, y también alberga la sede del Banco de Desarrollo del Caribe o Caribank, fundado en 1969.

El éxito de la Carifta llevó a sumar a más países y a crear en 1973 la Comunidad del Caribe (Caricom), un proyecto de integración económica y política más ambicioso. El Tratado de Chaguaramas entre quince países y territorios dependientes le otorgó competencias de integración económica, distribución equitativa de los beneficios de la unión, y coordinación y voz en la política exterior. Barbados se reservó un papel importante en lo económico, ya que su jefe de Gobierno es siempre el titular de Mercado y Economía de la organización.

Entretanto, el Reino Unido siguió vinculado a Barbados a través de la jefatura del Estado, igual que en Canadá, Nueva Zelanda o Australia, entre otros. La figura del gobernador general representa al jefe del Estado en Barbados, algo habitual en los Estados miembros de la Commonwealth. Aunque la monarquía ha intentado hacerse presente en la isla con visitas oficiales, la reina Isabel II solo ha ido dos veces, en 1977 y 1989. Desde la independencia, no obstante, los barbadenses se han planteado mantener o no a la reina británica en ese puesto, pues sus competencias son representativas y es una figura lejana que no siempre ha gustado a los Gobiernos.

Hacia el cambio de jefatura de Estado, lejos del pasado esclavista

El primer acercamiento de Barbados hacia la condición de república se dio por medio de la Comisión Cox de 1979, encargada de estudiar la viabilidad y posibles ventajas de cambiar el modelo de Estado. El informe concluyó que los barbadenses preferían mantenerse como monarquía y mermó la aspiración republicana, pero el Partido Laborista de Barbados volvió a plantear el tema en 1994 y organizó una nueva comisión que a finales de 1998 indicó que el cambio de jefatura de Estado beneficiaría al país.

¿De dónde es reina Isabel II?

Esta segunda comisión y su conclusión impactaron la política barbadense. La clase dirigente intentó desprenderse de los lazos que ataban a la isla con la antigua metrópoli, y el primer paso fue en lo judicial. Barbados tenía como órgano superior al Consejo Privado del Reino Unido, con sede en Londres, pero en 2005 el Gobierno de la isla le otorgó esa función a la Corte de Justicia del Caribe, parte de la Caricom.

Con todo, aunque los primeros ministros habían planteado la posibilidad de convertir a la isla en una república, ninguno daba el paso definitivo. En el 2000 hubo un proyecto de ley de referéndum que se suspendió por la disolución del Parlamento antes de las elecciones. La situación se repitió en 2005, cuando se elaboraba otra consulta popular para agosto de 2008 que fue suspendida de forma indefinida en diciembre de 2007 ante el desacuerdo de los dos partidos principales. Lo mismo ocurrió en 2015 con el aplazamiento de otro posible referéndum para 2016, cuando el país celebraría cincuenta años de independencia.

Ahora la gobernadora general, Sandra Mason, y la primera ministra, Mia Mottley, pretenden hacer del país una república desde el 30 de noviembre de 2021 argumentando que quieren dejar atrás el pasado colonial. Mottley ha dado pocos detalles sobre el proceso de retirada, pero, para evitar sorpresas, la votación será en la Cámara de la Asamblea de Barbados, donde el Partido Laborista de Barbados tiene veintinueve escaños de treinta desde 2018.

El pasado esclavista de Barbados incide en esta decisión. Entre la población, de mayoría afrodescendiente, hay cierto desapego hacia los restos del pasado colonial y la monarquía británica. Desde su independencia ha habido una revisión histórica en ocasiones catalogada de insuficiente pero que ha ganado impulso en el siglo XXI. Este proceso ha hecho comprender a muchos ciudadanos que sus ancestros sufrieron las peores consecuencias del sistema de monocultivo del azúcar británico. 

Black lives matter: la continua lucha por la igualdad racial

Una de las personas que reflejan este sentimiento es la cantante Rihanna, que nació y vivió en Barbados hasta los dieciséis años, cuando despegó su carrera internacional. Rihanna es una de las figuras más relevantes de la isla y la más reconocida en el extranjero, además de embajadora extraordinaria oficial. Aunque el nombramiento busca atraer turismo e inversiones, la artista también promueve la lucha contra el racismo. Incluso apeló al pasado esclavista de la isla en una portada de la revista Vogue en marzo de 2020, donde fue la primera mujer en posar con un durag, una prenda para la cabeza que utilizaban los esclavos.

Los futuros cimientos de Barbados

Barbados ha mantenido un crecimiento económico estable en las últimas décadas y una inflación que ronda los 3,5 puntos. Con casi 288.000 habitantes, vive del turismo de descanso y de otorgar ventajas tributarias a las sociedades extranjeras bajo una gran confidencialidad. Esa base de su estructura económica le ha permitido aumentar su índice de desarrollo humano todos los años desde 1980, hasta situarse 58º entre 190 países. Aunque el país salió de la lista de paraísos fiscales de la Unión Europea en 2019, cuando consideró que había cumplido una serie de obligaciones de transparencia, volvió a entrar en 2020 por incumplirlas. 

La decisión de volverse república también puede tener una motivación económica, ya que miembros del Parlamento británico han señalado que China tiene intereses en la isla, dada su presencia creciente en la región en las dos últimas décadas. Como otros países vecinos, Barbados formará parte de la Nueva Ruta de la Seda, un proyecto del gigante asiático para vincular sus rutas comerciales a través de puntos donde invierte a cambio de beneficios e influencia.

Cómo China puede hacer que Isabel II deje de ser reina de Barbados

Barbados parece dispuesto a dejar atrás una relación histórica con la monarquía británica, como hicieron otras naciones caribeñas como Trinidad y Tobago o Guyana en los años setenta. Esa medida podría acelerar procesos parecidos en países vecinos como Jamaica. La versión oficial de la ruptura con el Reino Unido enraiza en el pasado colonial y se fundamenta en el progreso de Barbados y en su liderazgo político y económico regional como país independiente. Sin embargo, el cambio puede tener más que ver con la caída del azúcar en favor del turismo, la condición de paraíso fiscal y los intereses económicos propios y ajenos, incluidos los de China, presentes en una isla que pretende impulsar su propio camino.

Barbados: de colonia azucarera a paraíso fiscal y potencia regional en el Caribe fue publicado en El Orden Mundial - EOM.


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