"El 11-S no fue solo la destrucción del más importante símbolo del capitalismo, las Torre Gemelas, el World Trade Center, (...) sino que significó que la voz del amo ya no necesitaba disfraces y que los medios aprendieron desde entonces a rentabilizar nuestros miedos de la manera más perversa", opinó.Durante el seminario internacional "Las voces que nos unen", organizada por Radio Nederland y RCN Colombia, el filósofo debatió junto al director del Departamento Español de la emisora holandesa, José Zepeda, acerca de la relación entre poder y medios de comunicación."Hoy en día -dijo Barbero- el gran poder de los medios es exacerbar los miedos, hacernos menos capaces de tomar decisiones por nuestras cuenta, para que necesitemos papás grandes que se hagan cargo de nuestros miedos e inseguridades morales, éticas, laborales y familiares", Barbero, que reside desde hace años en Colombia, donde ha ejercido de profesor visitante en numerosas universidades del país y Latinoamérica, confesó que los atentados en Nueva York hace casi una década lo trasladaron a una "imagen de infancia, los gramófonos, que en el centro tenían el logotipo de un perro con la oreja cerca del aparato"."El perro sonreía, porque reconocía la voz de su amo. Y eso es lo que sentí, que la voz del amo ya no necesitaba disfraces y (el presidente norteamericano George W.) Bush pudo violar los derechos más elementales de los ciudadanos de su país, donde la intimidad era inviolable".A su juicio, "Bush violó, y los grandes periódicos norteamericanos le hicieron el juego a la voz de su amo. Lo que los medios aprendieron desde entonces fue a rentabilizar los miedos".Por su parte, José Zepeda lamentó que la situación más habitual es que el poder ejerza una "presión directa" sobre los medios, y que la enorme dependencia de los periodistas hacia las informaciones oficiales haya acabado provocando un "desdén" de la sociedad hacia los mismos informadores.Así, según Zepeda, la relación del poder hacia los medios puede tener diferentes estadios: de tensión, ya que "no puede haber armonía, y obedecen a intereses distintos"; de autismo, en el que las autoridades "bajan la cortina y no hablan con los medios"; de cuestionamiento y "confrontación" directa; o de coincidencia, situación en la que se produce una "hegemonía comunicacional"."Si queremos realmente cambiar a los medios de comunicación, cambiemos primero la realidad", concluyó Zepeda. Fin de cita.
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Instalar la sensación de miedo por parte de los medios masivos de comunicación, no es ingenuo como apunta el filosofo citado. La discusión en torno al miedo ya había sido revisado por parte del filosofo Spinoza, que consideraba que el miedo y su opuesto, la esperanza, son las dos grandes pasiones de la incertidumbre, de efectos eminentemente inestables, que vuelven el ánimo inquieto e indeciso.En efecto: la esperanza no es sino una alegría inconstante (inconstans laetitia) surgida de la imagen de una cosa futura o pretérita, de cuya realización dudamos. Por el contrario, el miedo es una tristeza inconstante, surgida también de la imagen de una cosa dudosa. Hay que añadir que Spinoza desconfía de ambas. Spinoza en su tratado teológico político nos dice que el fin de Estado no es dominar a los hombres, sino, al contrario, liberar a cada uno del temor, a fin de que pueda vivir, en lo posible, en seguridad, es decir, a fin de que pueda gozar del mejor modo posible de su propio natural derecho de vivir y actuar sin perjuicio para si ni para los demás. En efecto, el miedo debe ser superado por la razón. Pienso, luego existo admitía Descartes. El miedo nos impide razonar, cotejar aspectos que van más allá del hecho mismo, quedamos atados a la dirección del Poder. Hoy, el poder que instala el temor está principalmente en manos de la corporación mediática.