Barça, Madrid, Supercopa y educación

Publicado el 19 agosto 2011 por Stornel
No me gusta el fútbol, o mejor dicho, no disfruto con él. Sin embargo, haciendo un esfuerzo intenté ver la vuelta de la Supercopa entre el Barça y el Madrid. Como estaba cansado me quedé en una duermevela y sólo me despertaba con los gritos del locutor cuando se marcaba un gol. Sin querer meterme en camisa de once varas reconozco que ambos partidos fueron trepidantes. Además, jugaban, según algún rotativo, los dos equipos con los mejores jugadores del mundo -¿y los mejor pagados? Si es así, todos los jugadores y directivos deberían demostrar una educación cuanto menos aceptable.
Estaba dormido cuando me desperté con la algarabía final de reproches, chillidos, golpes e insultos entre ambos bandos. Alguna jugada conflictiva había desencadenado la guerra final. Cuando se trata de encuentros en los que la fuerza bruta tiene una especial relevancia no es raro que se desencadenen batallas campales en deportes como en el futbol, rugby, hockey, basket y otros muchos. Jamás verán a dos tenistas dándose de raquetazos o dos golfistas pegándose con lo palos. En éstos dos últimos ejemplos tienen asumido lo que es el deporte: sólo puede ganar uno y los demás pierden.
En partidos como los de la Supercopa (Barça-Madrid) ocurre lo mismo: uno gana y el otro pierde. Y saber perder, a veces no es fácil pero no hay más remedio que aceptar la derrota.
Eso es lo que se ha de enseñar a los jóvenes: a aceptar la victoria con dignidad y sin prepotencia y a aceptar, también, la derrota sin rencor. Si no estoy equivocado el partido lo vieron millones de espectadores por televisión; muchos debían ser niños y jóvenes. El espectáculo educativo de “fair play” del equipo perdedor fue bochornoso. Si me apuran creo que hasta los implicados deberían ser denunciados a la justicia ordinaria por escándalo público y juzgados por mal comportamiento y mal ejemplo para los jóvenes. ¿Se imagina que hubiera ocurrido si los perdedores se hubieran quedado en el campo aplaudiendo a los vencedores mientras éstos recogían el trofeo y hubieran saludado al público? Hubiera sido un fantástico y educativo final.
¿Qué se puede esperar de una sociedad cuyos algunos ídolos mediáticos son unos facinerosos?