Terra Mítica
03509 Finestrat - Benidorm (Alicante)
Habitación: 1212
Fecha de entrada: 17/10/2016
Tarifa:
Un edificio de color rojizo, ubicado junto al parque temático Terra Mítica, y casi oculto en medio de un frondosísimo bosque tropical alberga uno de los hoteles más reputados de nuestro país. Cuando en la barrera desde la que se controla el acceso al complejo, aparece desde una cabaña de cañas y paja un empleado que nos saluda juntando las manos y haciendo una reverencia de tipo oriental entendemos que aquello puede ser distinto.
Una carreterita en cuesta abajo con parking descubierto a la izquierda sitúa a la derecha el edificio principal. En él, un enorme pórtico con un lujoso coche negro con los logos del hotel cubre la puerta de entrada al hotel, altísima, de cristal, corredera. Dentro un enorme espacio a derecha, izquierda, arriba y abajo. Hacia la derecha un tranquilo bar en tonos azulados; hacia la izquierda un larguísimo mostrador de recepción; hacia abajo unas escaleras que bajan a un piso inferior abierto al superior; hacia arriba unos techos altísimos en madera y paja, como si estuviéramos en una efímera construcción oriental. Música relajante, decoración oriental, olor a incienso, curiosos ventiladores de madera en forma de hoja. Silencio y calma. Luz, a raudales, que entra a través de las cristaleras que hay en la pared de la puerta y en la pared de enfrente, que da hacia los jardines, las piscinas, los rascacielos de Benidorm, y allí abajo, al mar.
Camino del mostrador nos encontramos un escritorio para las actividades del hotel, y una pequeña tienda con ropa y recuerdos del hotel. Pronto, un joven vestido -como todos- con una levita de color arena, sale a nuestro encuentro, nos saluda con una reverencia y juntando las manos y se hace cargo de nuestro equipaje. En el mostrador el trato es súmamente cordial. Lento, y tedioso como siempre, pero al menos el muchacho que nos atiende nos pregunta por nuestro viaje, por si es la primera vez en el hotel, por nuestras preferencias y nos explica los horarios del spa, comedor... Nos indica igualmente que el wifi es abierto y gratuito en todo el hotel. Funciona espectacularmente bien, aunque hay zonas (la habitación que nos asignan) a la que la señal llega con suma dificultad y la navegación se interrumpe constantemente.
El mozo que se hizo cargo de nuestro equipaje nos acompaña a la habitación explicándonos en el trayecto más cosas sobre el hotel, y una vez en la habitación, el funcionamiento de la misma. Amplios pasillos con mullida moqueta color arena, paredes del mismo color y puertas oscuras se abren a nuestro paso. De vez en cuando una mesa estrecha con una lámpara, un ramo de flores o un libro abierto con fotos del hotel. Tomamos un ascensor de puertas metálicas correderas en un recibidor redondo decorado con troncos de bambú. El ascensor guarda los mismos tonos arena que el resto del pasillo. Luz tenue en su interior, suelo porcelánico y espejos estrechos en alguna de sus paredes.
La puerta se abre a otro recibidor redondo, con bambús, en el que convergen varios pasillos de habitaciones, que siguen el mismo estilo. Avanzamos por el nuestro hasta el fondo, justo junto a la puerta por la que se sale al jardín y las piscinas. Los números de habitaciones se ubican junto a las puertas en unos cartelitos con forma de flor. Para abrir la puerta de la habitación hay que situar el dibujo de una flor que hay en la tarjeta que hace de llave en un pequeño círculo que hay sobre el pomo de acero. Al abrir la puerta la luz se enciende automáticamente gracias a un detector de presencia.
Suelo porcelánico negro en toda la estancia, muy agradable. A la izquierda una pared de cristal traslúcido y madera casi negra alberga el gigantesco baño. A la derecha, un larguísimo armario de tres cuerpos con colgador largo, colgador corto, estanterías, cajonera, una caja fuerte, la bolsa de lavandería, una gamuza limpiazapatos, un set de costura, dos preciosos albornoces/batas muy finos de una tela que hace cuadritos y dos juegos de zapatillas de baño. Donde el armario termina se abre la habitación.
A la derecha, bajo un enorme espejo un generoso maletero de madera y acero. A continuación una mesa de madera oscura de aire oriental, alargada sobre la que hay colgada una enorme televisión de plasma. Bajo la mesa, el minibar. Sobre él, varios folletos de los servicios del hotel, un par de guías de las cadenas a las que el hotel pertenece, la carta del room service y una botella de agua de cortesía. Al terminar esa mesa hay un espacio con una papelera y a continuación una mesa de trabajo de cristal y hierro, con una cómoda silla para trabajar. Una lámpara de mesa, un bade y un par de enchufes frente a ella para poder enchufar el ordenador. Lástima que el wifi llegue allí con suma difícultad.
El gran ventanal, de puertas correderas, que da acceso a la terraza se ve protegido por un potente foscurit y una cortina en tonos marrones claros. Las cortinas se cruzan en el centro consiguiendo que no entre nada de luz por la mañana. Junto a la ventana, dos elegantes butacas tapizadas en blanco y rojo con una mesa de hierro y cristal redonda y una lámpara de pie invitan a la lectura, a la tertulia o a ver la televisión.
Las camas son enormes. Dos. Amplias. Blanquísimas. Limpísimas. Comodísimas. El nórdico con el que se visten resulta ligerísimo y confortable. Vestido con una preciosa sábana de rayas. Un montón de almohadas, cojines y cuadrantes permiten elegir el que nos resulta más cómodo para descansar. A cada lado de las camas, situadas bajo un cabecero de madera hay sendas mesillas también de madera. Sobre ellas, un bloc de notas, un lapicero, una lámpara de noche con pantalla color claro (algo escasa para la lectura) un teléfono, un enchufe y varios interruptores que no apagan todas las luces. La luz del escritorio y la de las butacas situadas junto a la ventana hay que apargarlas desde sus propios interruptores. El descanso es confortable. El exterior es absolutamente tranquilo y no se oye ningún ruido. La insonorización del interior es mejorable. En el silencio de la noche se escucha desde la cama (hasta media noche, que entonces se apaga) el hilo musical del pasillo. Y las voces del pasillo también pueden llegar a molestar.
Por la mañana en un enorme comedor, que se extiende hasta el exterior y permite desayunar al borde de un lago con peces y vistas allá abajo al mar, se sirve el desayuno buffet. Es difícil decir qué no se ofrece. Un simpático y amable cocinero prepara allí sobre la marcha y a la vista los platos que uno desee (huevos, tortillas, revueltos con todo tipo de ingredientes). Además hay tortillas de patata, crepes, gofres, churros, bacon, judías, tomate asado, salchichas, champiñones. En otra zona decenas de variedades de quesos, ibéricos, jamones, fiambres, panes, frutas cortadas, zumos de todo tipo, aguas de sabores inimaginables (pepino, frutos rojos, cítricos...), leche de todos los tipos, batidos, una extensa colección de bollería recién hecha, un puesto de productos sin gluten, otro de productos integrales...
A la salida, en el mostrador, todo un poco lento. Al menos se preocupan de nuestro descanso y de nuestro viaje de vuelta, pero no deja de ser tediosa la espera a la factura, la tarjeta...
Calidad/precio: 9
Servicio: 9.5
Ambiente: 9
Habitación: 9
Baño: 9.5
Estado de conservación: 9.5
Desayuno: 10
Valoración General: 9