Barcelona jugó un papel determinante en el desarrollo de la alta costura en España desde principios del siglo XX. A pesar de la incuestionable capitalidad internacional de París en el mundo de la moda, Barcelona pronto se convertiría en punto de referencia como productor de costura de primera calidad gracias al buen hacer de los modistos catalanes y su conexión directa con París, así como a la boyante industria textil catalana y la impecable labor de las escuelas industriales.
Balenciaga retomó la actividad de sus casas en San Sebastián, Madrid y Barcelona tras el fin de la guerra, al igual que la costura catalana que daba un paso mas en su afianzamiento con la creación en 1940 de la Cooperativa de Alta Costura, organización liderada por cinco grandes modistos basados en Barcelona: Pedro Rodríguez, Manuel Pertegaz, Asunción Bastida, Santa Eulalia y El Dique Flotante.