Barcelona

Publicado el 07 septiembre 2017 por Alejandropumarino

Una de las imágenes de la manifestación de Barcelona que más ha circulado por las redes, no es otra que la de nuestro monarca -el de los catalanes también, aunque les pese- con un individuo a pocos metros luciendo una pancarta con la siguiente leyenda (traducida al español, obviamente): “Felipe, quien quiere la paz, no trafica con armas”.

Me parece muy bien. Es más, estoy de acuerdo. ¿Llama traficante de armas al rey?. Institucionalmente, pese a representar la instancia máxima en nuestro país, carece de poder ejecutivo alguno para tomar tal tipo de decisiones; deberíanos, en tal caso, preguntar al Sr. Zapatero como conjungaba la defensa de los palestinos cara a la galería, mientras vendía armas a Israel, por poner un ejemplo, el mismo presidente del gobierno que afirmó aceptar cualquier estatuto que saliese del parlamente catalán; así nos va.

Pero además, el sujeto en cuestión, formó parte del comité de bienvenida a Otegi, conocido terrorista -al margen de sus actividades políticas- que no traficaba con armas, las utilizaba directamente contra quienes no pensaban como él y representaban, por tanto, al “Estado opresor”, ese mismo que tanto daño hace a la amadísima Cataluña de nuestro protagonista. Las ideas radicales suelen ser propias de gente con pocas luces, mientras la tolerancia va más unida al conocimiento, no solo de la forma de pensar propia, sino de justificar la ajena, hasta en lo que consideramos errores en los demás. Alguien debería decírselo al orgulloso portador de la pancarta.