Partiendo de que la escena cinematográfica digital puede compartir espacio con las salas tradicionales, el festival convierte en distribuidores a su propia audiencia y apuesta por nuevos sistemas de producción y distribución, como el crowdfunding, los sponsors y patrocinadores, el merchandising y la venta de derechos y copias de la película.
Así, a lo largo de los cuatro días que dura el festival, encontramos mesas redondas, cortometrajes, documentales y espectáculos musicales que también se acogen un espíritu crítico y de denuncia social, como los artistas involucrados en la Fundación Robo, un proyecto colectivo nacido a raíz de las manifestaciones del 15M y en el que conceptos como la autoría se diluyen por el bien del mensaje.