Barcelona-madrid

Publicado el 26 noviembre 2010 por Anarod
Estos días de atrás, en las declaraciones realizadas por José María Castellet a raíz de la concesión del Premio de las Letras Españolas, el ensayista evocaba la fluidez de las relaciones entre los intelectuales "mesetarios" y los de aquí (hacia 1950) al par que su escepticismo respecto a la posibilidad de restaurar ese coloquio o esa relación, que él veía truncada.

Por esos mismos días, revisábamos las "Cartas marruecas" de Cadalso y les invitaba a los alumnos a reparar en la Carta XLV, aquella que narra la llegada del joven Gazel a Barcelona y dice así:
"Lo poco que he visto de ella me asegura ser verdadero el informe de Nuño, el juicio que formé por instrucción suya del genio de los catalanes y utilidad de este principado. Por un par de provincias semejantes pudiera el rey de los cristianos trocar sus dos Américas. Más provecho redunda a su corona de la industria de estos pueblos que de la pobreza de tantos millones de indios. Si yo fuera señor de las Españas, y me precisaran a escoger los diferentes pueblos de ella por criados míos, haría a los catalanes mis mayordomos".

Años después, en julio de 1814, Leandro Fernández de Moratín llegaba a Barcelona, estación de lo que sería su peregrinaje hacia el exilio. Al principio, instalado en una mala posada de "una callejuela llamada Carrer den Petrixol" (Petritxol, en realidad), apenas trataba a nadie y se pasaba la mayor parte del tiempo encerrado. Sin embargo, a medida que transcurren sus TRES AÑOS BARCELONESES se va animando, al par que se familiariza progresivamente con la lengua, las gentes y la vida de la ciudad: disfruta del teatro, de las nuevas amistades o de la alegría de fiestas y celebraciones populares como el Carnaval y el baile de "gigantones" del Pí.

Ya en enro de 1816 se propone no moverse de Barcelona mientras viva en España, tan a gusto se siente "entre unas gentes, las más tolerantes, las menos chismosas, las menos perseguidoras de la Península, tal como le cuenta a su amigo Melón. Sin embargo, el retorno de la Inquisición, a mediados de 1817, le obligó a poner pies en polvorosa: primero a Montpellier y luego a Burdeos, donde muere el 21 de junio de 1828.

Esos mismo día seguía yo con mi trasiego azoriniano. Revisaba unas páginas para responder a la consulta de una alumna, pero el caso es que me metí de cabeza en su lectura sobre el "Don Álvaro", del Duque de Rivas, que es un hilarante ejercicio de deconstrucción muy útil y recomentable para aprender a leer y a escruibir (a algunos escritores les convendría hacerlo para que a sus novelas no les salga barriga, como a los bizcochos). Bien, el caso es que cuando Azorín recorre la escena que transcurre en el "paisaje áspero y espiritualizado" que rodea el convento de los Ángeles, y habla del profundo atractivo de estos monasterios agrestes, recuerda un poema de Maragall, los "Goigs a la Verge de Nuria", y cita unos versos:
Verge de la vall de Nuria
voltada de soletats
que inmovil en la foscuria
i en vostres vestits daurats,
oiu la eterna canturia
del vent i les tempestats...

Y ayer escuchaba el debate de "59 segundos", y hablaban los contertulios de las inminentes elecciones en Cataluña, y de ciertas estrategias de "Madrid" y...
... además, se acerca "el clásico", el lunes...
Recordaré a mi padre, Imaginaré los gestos de Nico viendo a su penya berlinesa en el bareto berlinés donde se reúnen, y...
yo estaré en el sofá de Aribau, con Adrián, que sólo se detiene n...
(la segunda parte del Palastikos, o como sea, ayer noche).
¡Lo dicho!