-Tolo, ¿estuviste ayer en La Monumental? Dicen que se lió gorda.
- ¿Gorda? Como no te expliques...
- Que con la plaza casi llena, y eso que no estaba José Tomás, hubo una gran protesta, y una gran tarde de toros.
- ¡Qué dices! Serían, cuarenta o cincuenta, en un tendido con una senyera, los que empezaron a gritar ¡libertad, libertad! y el resto de la plaza empezó a aplaudirles. Además, de casi lleno ná, mucha gente de fuera y muchas colas fuera, en la taquilla, devolviendo las entradas y cogiendo el dinerito, sólo les interesaba el místico.
- Pues he leído y me han contado otras cosas. Que fue una gran muestra de la soberanía popular. Un ejemplo de libertad del pueblo catalán. Vamos que aquello parecía París en el Mayo del 68. Que Manzanares estuvo cumbre y el Juli bien, con poco material. No me lo terminaba de creer, pero mira me has sacao de dudas...
- Una más: aburrida y triunfal. Con toros sin casta y sin fuerzas. Y alguno sin pitones.
- Nos vemos...
Mucho se ha hablado en estos últimos días sobre el catalanicidio de los toros, sobre si los culpables hay que buscarlos entre la clase política, o en nuestra propia familia. Las vendas que se le han puesto al herido también generan polémica. Más que mitigar, han aumentado el dolor y el escozor. Unos creemos que la única manera de acabar con la basura que apesta en el toreo es levantar las alfombras, contar todo lo que pasa, desde un punto de vista lo más objetivo posible, sin caer en fantasías ni en fanatismos, ejerciendo la crítica con todos los sentidos puestos en lo único que tiene valor: lo que pasa en el ruedo. Lo demás, es accesorio. Somos los que vemos la botella medio vacía.
Para otros, que son muchos, la única manera que tienen de ayudar es colocándose el disfraz de la buena madre. Tapando las gamberradas del hijo; firmando las malas notas antes de que el padre las vea o excusando todo lo que el vástago hace mal en la suerte, el destino o el `ya mejorará, es joven aún´. La justificación infinita es su pecado. Hasta que unos cuántos años más tarde, la policía llega un día a casa, y esas excusas, ya no son tales, ahora el niño ha metido la pata hasta el corvejón, y la madre, la buena samaritana que sólo tenía palabras de aprobación y justificación para su hijo, se ha convertido en encubridora y cómplice de un delito. En este momento, a la pobre, que sólo quería lo mejor para su retoño, las lágrimas la desbordan, y el `¿qué he hecho mal? o ¿qué he hecho yo para merecer esto? le corroe las entrañas. Pero ya es tarde, demasiado buen corazón y poca sensatez. Son los que ven la botella siempre medio llena.
El ejemplo más claro de esta doble cara -aunque hay muchas más- que tiene el aficionado se ha dado en la corrida de toros celebrada en Barcelona el domingo pasado. Se encartelaban Juli, que sustituía a José Tomás, Manzanares y Fundi, con toros de Victoriano del Río. En teoría, el cartel cumbre de la temporada catalana, fijado diez días antes del ajusticiamiento político del toro por parte de sus señorías. La fecha estaba bien estudiada, magníficamente elegida. Uno, que no ha estado allí, y que sólo tiene conocimiento de lo que pudo pasar a través de una conversación telefónica con mi amigo Tolo, del que dicho sea de paso, me fio poco de sus criterios taurinos -perdona, Tolo, pero ya lo sabías-, se ha tenido que dedicar a ocupar su tiempo libre en librar asuntos propios de detectives. Algo así como un Sherlock Holmes taurino. Con sólo cambiar la pipa de detective, por el puro de aficionado, y la lupa por el pañuelo blanco, ya se hacen ustedes una idea. Así que vamos a dejar escrito por aquí, todas las afirmaciones y negaciones sobre lo acontecido el otro día, que a principios de temporada llevaba camino de convertirse en otra tarde histórica e importante, y unos días después vemos que para lo único que ha valido ha sido para darle más argumentos, sólidos como barcos de acero, a los antitaurinos.
Burladero, el portal taurino con no se qué cuántos millones de lectores, tituló: `Barcelona clama libertad en su día y goza con Manzanares´. Germán Jiménez nos cuenta que la gente acudió masivamente a la cita, sin importarles que no estuviera José Tomás. También nos dice que unos aficionados del 5 se arrancaron con las voces reivindicativas y que los siguió toda la plaza. Habla de toros terciados, justos de fuerza , desiguales, rajados y manejables. Con este material afirma rotundamente que el Juli tiró de raza y que Manzanares hizo gozar al respetable.
En Mundotoro, alter ego de Burladero, el bueno de Ángel Saá titula `Lío de Manzanares´. Nos describe como Manzanares enloqueció la plaza gracias a su toreo empacado, como el Juli estuvo importante, dejando dos series de naturales monumentales y Fundi a disgusto con su lote. Nos cuenta que los toros de Victoriano tuvieron un juego distinto, que hubo un quinto exigente y un tercero, que sólo quería defenderse. Todo esto, ante la mejor entrada de la temporada.
El lío viene ahora, con Antonio Lorca y su `Algarabía turística´. Para empezar, coloca la entrada en algo más de media, de la que buena parte eran turistas. Palabra que debe ser maldita para algunos, visto lo visto. Cuenta que estos turistas, aplaudieron todo, a los alguacilillos; a los tres toreros; que silbaban al picador por hacer su trabajo; al puntillero por no hacer el suyo; y estaban más en los detalles insustanciales, que en la miga. ¿Los toros? Pues de los toros dicen que eran anovillados, blanditos, bonitos, nobilísimos y buenos hasta producir lástima. ¿Que qué hicieron con ellos? Volver loca a la gente, a base de toreo plástico, de mentiras y estocadas enteras a capón. Dice que Manzanares estuvo elegante, con su gracia especial. Del Juli que no tuvo su tarde con dos novillotes, y del Fundi, que los toros tontos no le valen. Ésta crónica es el grave delito de Antonio Lorca.
Paco March, periodista de La Vanguardia, que estaba en la plaza, tiene otra versión muy diferente de los hechos que nos ocupan, y no dudó en enviar una nota a Mundotoro, que para estas cosas es bastante más serio que la Agencia EFE o Reuters. En el comunicado, éste sin título, pero que podríamos llamar `Turista será tu padre´, March se despacha contra El País a gusto, poniéndolo de parte de los antitaurinos. ¿El delito? Degradar los triunfos, denunciar las corruptelas e insultar a la Historia y afición catalanas. El periodista catalán se alegra de que 12.000 personas hayan asistido, a pesar de la aunsecia de José Tomás, lo que es todo un éxito. Se siente dolido porque dónde Lorca vió una ovación a los alguacilillos él vió el nacimiento de un clamor reivindicativo. Y porque dónde el del País vió una nube de polvo digna de portátil el de la Vanguardia vió que sólo se levantaba polvareda en algunos momentos. La guinda del pastel la pone cuándo con solemnidad, afirma que es totalmente falso que en la plaza hubiera mayoría de turistas, que los que allí veían de toros era la sufrida afición catalana acompañada para la ocasión de aficionados de distintos lugares de España -entonces, me expliquen, que es un turista-. Termina acusando a Lorca de desconocimiento -o falta de visión desde el palco-, por ver como anovillados los ejemplares de Victoriano.
Una vez he terminado con las pesquisas del Día D, entre medios y profesionales, me dirijo a intentar desvelar la verdad en el único sitio dónde puede haberla: entre el aficionado. Así que me dirijo, a los Toros en el Siglo XXI, dónde Raúl y su incontenible tormenta de ideas, nos da muchos temas para la reflexión. Títula un post con un sonoro `El País y Antonio Lorca son patéticos´. Raúl se pregunta cómo puede el señor Lorca explicar que pese a la baja de JT se haya dado el mejor aforo de la temporada. Tampoco le gusta el empleo de los términos algarabía y turista, sobre todo cuándo son utilizados para tapar el acto reivindicativo de los tendidos. Menos gracia le hace aún que no aparezca en la crítica los gritos de ¡libertad, libertad! del pueblo catalán, y se muestra crítico con el uso de epìtetos en contra de toros y toreros.
Con la misma opinión se ha manifestado Pablo García Mancha -éste es profesional y buen aficionado, por eso lo coloco aquí- en Toroprensa. Entre tanguillos del Chano Lobato, y novedades de la actualidad taurina, con la Rioja como preferencia, nos hemos podido encontrar con `El turista es él (Antonio Lorca)´. Aún le escuece, por falsa, la crítica de Lorca sobre la encerrona de José Tomás en Barcelona, lo que le hace dudar de la veracidad de `Algarabía turística´-que va camino de convertirse en best seller-, a pesar de no haber podido asistir a la corrida por culpa de unas leyes talibanes que no permiten llevar a un padre a sus hijos a disfrutar de una tarde de toros. A Pablo no le gusta la crítica pretenciosamente dura y graciosa de Lorca, y su escrito lo califica como una ofensa a la afición catalana. Se da la incongruencia -y esto lo digo yo- de que si Pablo, o Pepito, o yo, hubieramos ido a la Monumental, pasaríamos a ser turistas. Lo cual, indudablemente, cambiaría nuestra manera de entender el caso.
Bajando de norte a sur, aunque el ordenador no entiende de puntos cardinales, me encuentro en La Glorieta Digital, dónde una terna de periodistas a los que le ha pasado factura ser aficionados íntegros, nos hemos encontrado con una crónica, `No creo en los taurinos´-Amén-, que va más allá del festejo en sí. Victor Soria se pasó el fin de semana en la Ciudad Condal, presentando el libro sobre Navalón. El turista Victor Soria en los toros, lo cuál no tiene que ser un insulto ni un menosprecio. Es fácil de entender. Cómo tampoco es un menosprecio que a Idílico le pidieran el indulto miles de visitantes que se mezclaron con las gentes del lugar. Sus aventuras no han sido tan fantásticas como se podía presumir, más bien serían un melodrama con tintes de terror. Nada más empezar, una sentencia cruel: `los toros interesan poco´. Sufrió dos colas de veinte minutos, dónde se mezclaban los que querían entrar al museo y los que se apelotonaban para devolver una entrada. Colas impresionantes, pero no para ir a los toros, sino para irse de los toros, afirmaciones a las que sólo separan dos letras pero que son como el día y la noche. El bueno de Víctor, como no tuvo bastante, decidió irse al Múseo taurino, dónde tras un buen rato esperando a que alguien lo despechara en la ventanilla, sufrió las malas formas de un malaje -en todos los sitios hay uno, en mi pueblo soy yo- al que trabajar en domingo no le estaba sentado demasiado bien. Seis euritos por ver una pequeña habitación. Con Historia, sí. Pero una ciudad que tuvo tres plazas de toros tendría que tener `material´para llenar el Museo del Prado. Víctor se volvió para Salamanca desencantado, sobre todo con la empresa, verdadera culpable del fin de la historia en Barcelona.
La conclusiones que se pueden sacar son muchas, pero casi todas vacías, inútiles. ¿Es Lorca un mal periodista que va contra todo y contra todos con el beneplácito del País? ¿Paco March es un ejemplo de la clase de aficionado que hace falta en Catalunya? ¿Quién lleva razón?
Yo no lo sé, ni me interesa, ni me importa, la verdad. Supongo que a Lorca se la ha ido la mano, confundiendo una manifestación del público a favor de los toros en Catalunya con una ovación a los alguacilillos. El síndrome turista que se ha provocado no lo entiendo. Sobre Paco March, me parece bien que intente defender la Fiesta de lo que considera injusto y exagerado. Lo que no sé, es quién nos defiende a nosotros de los periodistas partidistas, que olvidan el sentido de la justicia y de la verdad cuando sus intereses están de por medio. Está en su derecho de decir que el diario El País se está cargando los toros, faltaría más. Ahora bien, al defensor de las causas nobles me hubiera gustado verlo enviar una nota a Mundotoro, el día que su plaza se convirtió en noticia mundial gracias al indulto -insulto- de un borrego de nombre Idílico. Ese sí que fue un atentado contra el toreo, y no todas esas minucias sobre el polvo de la plaza o la partida de nacimiento de los espectadores. Pero ese día o no le interesaba, o `no le pillaba en buen momento´.
Sí que hay una lectura preocupante, que revela el verdadero problema de la Fiesta, en Catalunya y fuera de ella: el Toro no interesa. Es casi imposible encontrar un crítica que hable del comportamiento del toro en varas, del castigo que se le dió, de la salida al ruedo que tuvo, de su comportamiento, de su lidia, de su trapío, de la disposición de los toreros, de los terrenos que se pisaron, de las cuadrillas, de la colocación del toro en las estocadas... Nada, absolutamente nada. Nos hemos perdido en una nebulosa que poco tiene que ver con el toreo, con el arte de mandar con un trapo sobre un toro. La Fiesta la van a apuntillar otros, pero los que la hemos desangrado hemos sido nosotros...