Probablemente serán los europeos quienes lleven las riendas del partido y se apoderen de la pelota como suele ocurrir ante cualquier rival. Sin embargo, en el fantástico mundo de las incógnitas del fútbol, el planteo de los americanos será decisivo. Renegar de la pelota (ante el Kashiwa Reysol, Santos tuvo menos posesión que su rival) no suele servir ante el Barca, pero uno piensa que desde el cerebro de Ganso y la explosión de Neymar, pueden ser letales los contraataques.
Para el mundo marketinero y de malabarismo, el duelo será entre Neymar y Messi, dos extraordinarios delanteros de estilos tan opuestos como sus países originarios pero de mutua admiración y que mañana se enfrentarán por primera vez. Son los anchos de espada de sus equipos, capaces de recibir un ladrillo y cambiarlo por gol. Despiertan un magnetismo casi enfermizo en la gente y reciben millones de dólares por parte de sus equipos y marcas deportivas. Pero no quieren ser el centro de atención y ya lo dijo Ney7: “No es un duelo Messi-Neymar, es un Barcelona-Santos”.
Los antecedentes entre estos dos históricos grandes del fútbol, son de cinco partidos amistosos y con un promedio de gol alto. La primera vez que se enfrentaron fue en 1959 cuando un Pelé joven y reciente campeón del mundo paseó a la defensa blaugurana. El triunfo fue 5-1 para los brasileros que nunca más volvieron a ganarle al mejor equipo de Catalunya. El último encuentra data de 1998 en un Camp Nou de pocas expectativas y un Joan Gamper que quedó para los locales tras vencer por penales.
Con todos los jugadores a disposición (excepto David Villa del Barcelona), Murcy Ramalho y Pep Guardiola jugarán sus cartas más altas para que este domingo desde las 7:30 y con arbitraje de Irmatov (Uzbekistán), el Mundial de Clubes se convierta en un nuevo título para las copiosas vitrinas del club que dirigen.