La última noche que estuve en Barcelona, me sacaron esta fotografía en una plaza que ya desde que la vi de lejos me cautivó: sentí como si el BIEN viviese allí, quizá debido a que lleva el nombre de un santo y no me refiero a esos santos de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, sino a uno de verdad: a un hombre santo, que hizo el mayor de los milagros posibles: dedicar su vida entera a ayudar a los más desfavorecidos... Sí, hablo de Vicente Ferrer... La plaza que lleva su nombre, que cae por Sarriá si no me equivoco, solo se puede calificar de mágica: Y en esta otra, estoy en La Rambla, celebrando el pase a cuartos de final de la copa de Europa del Barça: Gracias, Barcelona, muchas gracias.