A través de la ruta diseñada a partir del libro “L’aire que respires” (El aire que respiras), y acompañados por su autora, la escritora mataronense Care Santos, paseamos por diferentes lugares donde se desarrolla la trama, para acabar en la biblioteca de reserva de la Universitat de Barcelona, que se conoce con las siglas CRAI. La finalidad, dejar constancia de cómo los libros han sido testimonio de las convulsiones políticas que vivió Barcelona durante el siglo XIX, y que recoge una buena parte de la trama argumental del libro.
Pero antes de explicar nada, empecemos por el principio. Seamos protocolariamente correctos y actuemos como un buen anfitrión presentando a nuestro invitado de honor, que no es otro que: “L’aire que respires”. Y qué mejor manera de hacerlo que recurrir a la transcripción literal de una opinión, un párrafo y su sinopsis.
La opinión: “El aire que respiras es un canto de amor a los libros, pero también a la ciudad de Barcelona. Después de leer esta gran historia coral, la ciudad no volverá a ser la misma. O será –otra vez– la que dejó de ser hace doscientos años”.
El párrafo: “Guillot ha decidido establecerse en Barcelona porque vino de visita hace unos cuantos años y le pareció la más francesa de todas las ciudades extranjeras. También porque, como pudo comprobar por sí mismo, el chocolate que venden aquí es de la mejor calidad. Y si alguna cosa hace perder el sentido al muy moderado Monsieur Guillot es una buena tacita de chocolate”.
La sinopsis: “Virginia acaba de heredar el negocio familiar: la librería 'Palinur'. Entre el montón de ejemplares, polvo y papeles que su padre acumuló, pronto aparece la historia de Carlota Guillot y la búsqueda de un libro, escurridizo y caprichoso, que formó parte de una de las bibliotecas particulares más sibaritas de la Barcelona napoleónica. Una historia prolongada a lo largo de las décadas más convulsas del siglo XIX en que la ciudad asistió, incrédula, a su mayor transformación: el derribo de las murallas y la urbanización de su paseo más emblemático, La Rambla”.
Ahora ya tenemos algunos datos objetivos para iniciar el recorrido, y que nos servirán para entender algunos de los lugares por los que paseamos. Lugares de sobra conocidos de la ciudad, sobre los que poco puedo aportar que pueda interesar, pero que nos sorprenderán si los miramos a través de los ojos de la escritora.
La obra vive diferentes etapas de la historia de Barcelona, pero una de las más destacadas es la de la Invasión Napoleónica. Una etapa en la que Barcelona formó más parte de Francia, que de España. Una etapa en la que la ciudad, que se levantó en contra de su invasor, tuvo que sufrir graves consecuencias. Una etapa en que en la ciudad se empezó a implantar la corriente del Libre Pensamiento que trajo la recién acabada Revolución Francesa. Una etapa en que la ciudad empezó a sentirse asfixiada dentro de la muralla que la rodeada. Una etapa que dió paso a otra en la que la ciudad acabó con esa muralla y con su pasado medieval, para convertirse en la ciudad cosmopolita que es hoy en día.
Una vez partimos desde la Catedral, nuestro primer destino fue la Pastelería Fargas y el palacio del Barón de Maldá. ¿Y por qué? Pues porque como dice Guillot en el libro: “el chocolate que venden aquí es de la mejor calidad”. Y que mejor manera para escenificarlo que visitando la confitería más antigua de Barcelona y, junto a ella, el palacio de uno de los más conocidos apasionados amantes del cacao que ha dado la historia de Barcelona.
A continuación, pusimos rumbo hacia las calles de Canuda y de Bertrellans, con el objetivo de visitar otro escenario muy importante en el libro de Care Santos, "la Llibreria Palinur" donde, como reza el eslogan, se venden “Libros leídos. Ni viejos, ni usados”.
Care nos explicó que cuando te interesas por el mundo de los libros antiguos y quieres localizar alguna joya perdida, es necesario conocer bien los lugares en dónde buscarlos, ya que no todas las librerías son iguales. Existen librerías almacén, donde puedes conseguir montones de libros a peso, y librerías anticuarias donde están los verdaderos ejemplares de colección, y en las que te puedes llevar algún que otro susto respecto al precio que te pidan por ellos. En la calle Canuda tenemos ejemplos de ambos tipos de librerías. Una es la Llibreria Cervantes Canuda, situada junto al Ateneu Barcelonés y que se puede calificar como de librería almacén, y la Llibreriía Anticuaria Farré, ubicada en la misma calle, que es una verdadera librería anticuaria, y que tiene una homóloga en la calle Bertrellans. Las explicaciones de Care Santos me hicieron recordar que entre los libros que tengo en casa, cuento con una edición del 1884, del libro “Obras poéticas de Espronceda”, de la Biblioteca Salvatella de Barcelona, y siempre me he planteado si realmente tiene valor o sencillamente es otro libro más.
Antes de proseguir hacia nuestro siguiente destino, nos recomendó que nos pasásemos por la Librería Anticuaria Balagué de la calle Enric Granados, porque seguro que también nos conseguiría sorprender.
La siguiente parada fue en la Iglesia de Santa Ana, que lamentablemente ya estaba a punto de cerrar y que los “poco amables” porteros no nos permitieron visitar con tranquilidad. Un lugar que simboliza el antes y el después de la muralla de Barcelona, y que Care eligió como escenario de parte de la trama por estar ubicada en un lugar tan privilegiado y de tan larga historia. De monasterio de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén en el siglo XII, a Colegiata en el siglo XVI. Y de Colegiata a Parroquia en 1835, que unos años más tarde cambiaría por el título de Parroquia Mayor de Barcelona.
Seguro que la mayoría de vosotros estáis hartos de pasar por delante y de no haber reparado en el lugar. ¿Me equivoco? Pues si podéis, no dejéis de visitarla. Es un reducto del pasado entre edificios modernos, y separada de la moderna Plaça de Catalunya solo por una línea de edificios, que dibujan el recorrido de la antigua muralla. junto a la que estaba esta iglesia. Entre las curiosidades que siempre me han gustado más del lugar está la cruz de camino que hay frente a la puerta de entrada (parecida a la que hay el Monasterio de Sant Cugat del Vallès), su emblemática espadaña (no campanario), el claustro (un oasis de tranquilidad en medio del trasiego de Barcelona) y la sepultura del noble Miquel de Boera, Capitán General de las Galeras de las Españas y Caballero de la Orden del Toisón de Oro que, por cierto, tiene dedicada una calle en La Barceloneta.
Según explican, la tumba de este noble, nacido en Sant Feliu de Guixols, se cedió temporalmente en 1940 al Museo Marítimo, donde permaneció hasta 2001 en que, tras arduas gestiones, se volvió a colocar en el lugar original. Al oficio religioso, que se celebró con motivo del traslado, asistió la archiduquesa Mónica de Habsburgo, nieta del último emperador de Austria, y duquesa de Maqueda y Santángelo por matrimonio. Parece ser que los servicios prestados por este noble a la casa de Austria en el siglo XVI fueron lo suficientemente importantes como para ser honrado con la presencia de tan ilustre personaje.
En este punto, fue cuando Care dedicó unos minutos para hablarnos de la Desamortización de Mendizábal como origen del importante fondo documental y bibliográfico que nos esperaba en el edificio de la Universidad; meta de nuestra ruta.
Seguimos por la calle de Rivadeneyra con la finalidad de cruzar la Plaça de Catalunya y continuar caminando por la Rambla Catalunya, la Gran Via y llegar a la plaça Universitat. En la acera lateral de la Plaça Catalunya, por la que se une la calle Pelayo con la calle Fontanella, Care hizo hincapié en que nos fijásemos en cómo se notaba todavía la sombra de la muralla en el trazado de esa parte de la ciudad.
La plaça de Catalunya, lugar de encuentro y de reivindicación, que actualmente es el centro neurálgico de la ciudad había sido un descampado yermo, fuera muralla, que Cerdà no incluyó en su plan de urbanización. Gracias a las exposiciones de 1888 y 1929 fue tomando forma e integrándose en la ciudad. Pero a pesar de haberse convertido en el lugar lleno de vida que es hoy, continua siendo un lugar poco acogedor. ¿Vosotros qué pensais? Un lugar que, entre Hermes, grandes almacenes, bancos y palomas, ha formado parte de nuestras vidas, pero a la que, como nos dijo Care, todavía le falta algo…
Y por fin, pusimos rumbo a nuestro destino y objetivo principal de ese paseo literario: la biblioteca de reserva de la UB, con la finalidad de descubrir la gran riqueza bibliográfica que guarda entre sus fondos.
Tal y como podemos leer en la propia página web de la Universitat de Barcelona, el Centre de Recursos per a l'Aprenentatge i la Investigació de la UB se creó en 2004 con la finalidad de adaptar la UB a los nuevos espacios de estudios universitarios europeos, EEES y ERA, en los que se combinan el aprendizaje con la I+D+i. A través del CRAI se integran todos los servicios de apoyo que la biblioteca puede prestar a la docencia y a la investigación.
Como ya nos había explicado Care a lo largo del recorrido, la mayor parte del fondo tiene su origen en la desamortización de los bienes eclesiásticos, que sacó a la luz la riqueza que guardaban las bibliotecas conventuales de Barcelona. Tras viajar por diferentes lugares de la ciudad, como el convento del Carme en la Rambla, y el convento de Sant Joan de Jerusalem, finalmente fue a parar a los sótanos del edificio de la plaça Universitat, donde ha permanecido. Un total de cerca de 143.000 ejemplares, de los que se conservan unos 90.0000, y de los que todavía falta por catalogar una tercera parte, si mal no entendí.
Una vez dentro de la biblioteca nos invitaron a viajar en el tiempo, y trasladarnos a la época en que la paciencia y tener buena caligrafía era toda una gran virtud.
Nos explicaron que entre manuscritos, incunables y edicione, de entre los siglos XVI y XIX, la biblioteca posee uno de los fondos más importantes del Estado, que además destaca por la riqueza de los volúmenes que se custodian. El fondo está integrado por ejemplares que versan sobre diferentes materias, tanto relacionadas con las humanidades como con las ciencias. Incluso cuentan con un curioso ejemplar, que ruvimos el honor de que nos mostraran, considerado toda una primera guía de viajes. A la pregunta de cuál es el más ejemplar más antiguo, nos respondieron que un manuscrito del siglo X, y a la de cúal es el más valioso, afirmaron que la Crònica de Jaume I.
Respecto a la identificación de la procedencia, la realizan a partir a partir de diferentes sellos o índices que figuran en los mismos ejemplares, por lo que saben que muchos de ellos proceden del antiguo Convento de Sant Josep, que estaba ubicado en el lugar que hoy en día ocupa el Mercat de la Boqueria. Además de los sellos, nos explicaron que otro procedimiento es a partir de las características de la encuadernación, ya que cada convento utilizaba un estilo determinado, la mayoría a partir del pergamino, que era el material más económico de la época.
Mientras nos iban mostrando los diferentes ejemplares que habían elegido, nos fueron comentado los tipos de caligrafía, las letras capitales, las ilustraciones, las anotaciones en el margen, los materiales que se habían usado para la encuadernación… Aprendimos el porqué de los grandes márgenes que se dejaban en los libros antiguos, con la finalidad de preservar su contenido frente a un posible incendio; la resistencia del pergamino frente al papel; el peligro que representan el agua y la humedad para su deterioro; las técnicas xilográficas y calcográficas para las ilustraciones; el sistema de manículas para resaltar párrafos interesantes. En fin, todo un mundo que descubrí gracias a esa interesante visita, y que me sorprendió gratamente.
Manuscrito. Taula per alphabet sobre tots los libres de Seneca e la exposició d’ells. Fr, Luca Manelli (Propiedad de Francesc Desplà, como muestra el escudo de armas de la familia)
Manuscrito: Regla de Sant Benet. Translació al català per lo monge Arnaldo de Alfarrás. (1457)
El Devoto peregrino, viage de Tierra Santa. Compuesto por el P.F. Antonio del Castillo. Relato detallado y pormenorizado de un viaje de peregrinación a Tierra Santa, decorado con xilografías y calcografías. (Ejemplar considerado como la primera guía de viajes ilustrada).
Impreso con portada de 1542: De historia stirpium commentarii insignes. Tratado científico de botánica médica. Leonhart Fuchs.
¡Por cierto. Parece ser que a este médico alemán le debemos la existencia del color fucsia! Supongo que será por su apellido.
En fin, fue una agradable e interesante tarde paseando y aprendiendo más sobre historia y literatura. Solo me resta decir: "Gràcies, Care, per la teva amabilitat i per donar-nos l'oportunitat de compartir els teus coneixements. Fins a la propera!". (¡Gracias, Care, por tu amabilidad y por darnos la oportunidad de compartir tus conocimientos. Hasta la próxima!).
Para saber más:
Web de Care Santos
Barcelona librerías