La montaña de Montjüic ha vuelto a ser el escenario elegido para dar la bienvenida a un nuevo año y, como suele pasar, el formato elegido ha tenido sus defensores y sus detractores, pero lo que nadie puede negar es que le haya dejado indiferente. Barcelona sigue su camino ascendente pisando fuerte, y consolidando un lugar en el mundo de las grandes citas planetarias.
Dicen que siendo como es una ciudad mediterránea, Barcelona debería explotar el encanto del mar y de sus playas en este tipo de celebraciones, al estilo de Río de Janeiro. Pero tal como ocurre cuando vemos el Arc de Triomphe y los Champs Elisées, que indiscutiblemente relacionamos con París, o con la Brandenburger Tor que nos hace ir imaginariamente a Berlín y, por supuesto, el Big Ben y la Millennium Wheel que nos hacen pensar en Londres, no podemos negar que ver el Palau Nacional, la Font Màgica y las cuatro columnas es sinónimo de que se trata de Barcelona.
Por lo tanto, elegir ese escenario y unirlo a un espectáculo de luz, fuego, música, tradición y creatividad hace que Barcelona resplandezca y regale al mundo un, como mínimo, llamativo resultado.
Aquí os dejo con mi particular álbum, con el que he querido recoger algunos de los momentos vividos la pasada Nochevieja, y que sirve para demostrar que #BarcelonaInspira. ¡A mí, por supuesto!
Para saber más:
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