Sus palabras recobraron cierto sentido ayer en la ciudad de Viena, en el Concierto de Año Nuevo ofrecido por la legendaria Orquesta Filarmónica, en la sala dorada de la Musikverein de la capital austriaca. Retransmitido por radio y televisión a medio mundo –92 países, con una teleaudiencia estimada entre 40 y 50 millones de personas, algo único para un espectáculo de música clásica–, fue, gracias a la dirección de Barenboim, uno de los mejores Conciertos de Año Nuevo de los últimos años.Javier Pérez Senzescribió para El País que “Barenboim, cuyo activismo, en el terreno de la paz y en la búsqueda de puentes para superar el conflicto palestino-israelí, cobra especial relieve en un año en que la guerra va a ser motivo de reflexión en todo el mundo, se ha superado con creces con respecto a su anterior comparencia en este evento –dirigió por primera vez el Concierto de Año Nuevo de 2009– y ha cuajado una actuación de extraordinaria calidad, elegancia y buen humor”. El concierto de Año Nuevo 2014, centenario del comienzo de la I Guerra Mundial, se desarrolló bajo el signo de la paz, por lo que ejecutó el “Vals de los laureles de la paz” de Joseph Strauss. Cabe recordar que la Filarmónica recuerda sus horas más sombrías en el primer concierto de Año Nuevo de 1939, unos meses después de la anexión de Austria a la Alemania nazi (Anschluss).
La elección de la diseñadora británica Vivienne Westwood para el vestuario de los solistas del Ballet de la Ópera de Viena y las localizaciones en escenarios tan bellos como el recién restaurado palacio de Liechtentstein y el monasterio Klosterneuburg, que cumple 900 años, animaron la impecable transmisión televisiva de la ORF. Entre los momentos memorables, la introducción del baile en directo en la sala, por séptima vez, durante la interpretación del Danubio azul, surgió por iniciativa de la bailarina española Lucía Lacarra.
Finalmente, mientras el público disfrutaba de la marcha la Marcha Radetzky, de Johann Strauss padre, cerrando oficialmente el concierto, los espectadores acompañaron batiendo palmas. Fue entonces cuando pudimos presenciar cómo y, por primera vez, Barenboim tomaba la iniciativa de saludar uno a uno a todos los músicos de la Filarmónica de Viena. En la década de los ochenta, la formación vienesa, cuyos músicos pertenecen a la plantilla de la orquesta de la Ópera de Viena, decidió invitar cada año a personalidades como Lorin Maazel, Herbert von Karajan, Carlos Kleiber, Claudio Abbado, Georges Prêtre, Mariss Jansons, Seiji Ozawa, Nikolaus Harnoncourt, Franz Welser-Most, Barenboim o Zubin Mehta, que tendrá a su cargo la próxima edición del concierto. Este último, de origen indio, esel Director Musical Vitalicio de la Orquesta Filarmónicade Israel.