BLUE MOON
Ella descorre las cortinas
y abre las contraventanas.
Deja que la luz azul de la luna
se acueste entre nosotros.
Entorna entonces los ojos,
se me agarra a los hombros
y oigo cómo respira en mi cuello
con un ritmo de oración asustada,
una plegaria que apenas si entiendo
y que sin embargo me hace bien.
Nunca pude imaginarme
amando a una mujer de tal manera,
tan desarmadamente despacio,
como si nos hubiéramos quedado solos
sobre la faz de la tierra.
José Carlos Díaz.