Yun-ju (Lee Sung-jae), es un estudiante universitario recién graduado que está luchando para convertirse en profesor, y así darle una mejor vida a su esposa y al hijo que está por nacer. Sin embargo, cuando los ladridos de un perro que vive en su edificio comienzan a molestarlo, decide tomar acciones extremas contra su torturador, dando inicio a una serie de acontecimientos que pondrán su vida de cabeza.
Antes de saltar a la fama con cintas como “Memories of Murder” (2003) o “The Host” (2006), que lo ubicarían como uno de los directores más importantes de la industria cinematográfica surcoreana en la actualidad, Joon-ho Bong escribiría el guión de lo que se convertiría en su ópera prima, la curiosa “Barking Dogs Never Bite”. Desde su primer largometraje, el director se encargaría de retratar la particular mirada tragicómica del mundo que posee, y además se preocuparía de marcar las tendencias que pronto se convertirían en el sello distintivo de su cine. Por un lado, es evidente que Joon-ho Bong tiene una inclinación hacia el humor sardónico, el cual en este caso lo traslada a un escenario urbano teñido por la marcada psicosis de los personajes que se desenvuelven en el. Por otro lado, queda claro que el director busca complacer a la audiencia, intentando quizás de manera inconsciente, convertirse en la respuesta surcoreana a Steven Spielberg, demostrando su capacidad para manipular las emociones del espectador, para luego asegurarle que existe una resolución catártica al final del camino. ¿Pero es el debut Joon-ho Bong una obra redonda? Eso es lo que intentaremos averiguar en este artículo.
Como he mencionado anteriormente, el protagonista del film es Yun-ju, un joven cuyo mayor deseo es convertirse en profesor, no porque eso sea realmente su sueño o su vocación, sino porque está consciente que aquello cambiará rápidamente su estatus de vida. Y es que a poco de comenzada la cinta, queda en evidencia que nuestro protagonista siente que está en el escalafón más bajo de la pirámide social. Lentamente se ha ido convirtiendo en un hombre amargado, que debe lidiar con la presión económica y emocional de tener a su esposa embarazada, y que debe encontrar un modo de ganar un espacio en el cada vez más corrupto sistema educativo. Cansado ver de cómo la gente a su alrededor quiebra la ley (en especial aquellas que dictan que no se pueden tener mascotas dentro de los edificios), y enloquecido por los constantes ladridos de un perro que vive en uno de los departamentos de su edificio, Yun-ju decide tomar la justicia con sus propias manos, secuestrando al primer perro que encuentra en el complejo laberinto de departamentos en el cual reside, para luego deshacerse de él, abandonándolo al interior de un viejo mueble ubicado en el sótano del edificio.
Cuando Yun-ju se da cuenta que ha asesinado al perro equivocado, decide atacar de nuevo complicando toda la situación. Es ahí cuando entra en escena Hyeon-nam (Bae Doo-na), una joven que trabaja como secretaria de la administración del edificio, que guiada por su inocencia y genuina compasión, comienza a averiguar quién es el responsable de los repentinos secuestros y asesinatos caninos. En el fondo, ambos personajes esconden el deseo de convertirse en algo más que personas marginadas por una sociedad que no suele reconocer los logros individuales de la gente común y corriente. Por un capricho del destino, “criminal” y “justiciera” terminan uniendo fuerzas, y entablando una amistad que en cierta medida los ayudará a cambiar sus vidas. Si ya la historia de por si es extraña, una vez que se agregan a la ecuación un conserje con un gusto particular por la carne de perro, la ruda amiga de Hyeon-nam, y un vagabundo maniático que ha estado viviendo en las calderas del edificio durante bastante tiempo sin ser detectado, la cinta se convierte en un relato urbano inquietante acerca de un grupo personajes anónimos involucrados en situaciones fuera de lo común.
El film no solo explora los límites que cada persona está dispuesta a cruzar para alcanzar lo que ellos creen que les brindará la tan ansiada felicidad, sino que además se centra en las dificultades propias de la vida en pareja, temas que evidentemente se terminan cruzando. Y es que Yun-ju sabe que para obtener un puesto como profesor, será necesario juntar una alta suma de dinero para sobornar al decano de una determinada universidad. Sus ansias por obtener dicho dinero, no solo se convertirán en el detonante de su loca carrera como asesino de perros, sino que además desencadenaran una serie de hechos que ponen en peligro a su matrimonio, el cual por momentos parece estar en la cuerda floja. Hyeon-nam por su parte, está atrapada en un trabajo tedioso, lo que la lleva a pasar gran parte del día escondida en la parte de atrás de la tienda en la que trabaja su mejor amiga. Según ella, la única forma de obtener algún grado de atención de la gente que la rodea, es realizando un acto heroico digno de aparecer en la televisión. Es por este motivo, que ella convierte la búsqueda del desconocido asesino de perros, en su cruzada personal por convertirse en alguien famosa y admirada por los demás, escapando así del penoso anonimato en el cual se encuentra enclaustrada.
Si bien la idea en general resulta atractiva, la cinta presenta algunos problemas que limitan su capacidad de convertirse en un film memorable. Joon-ho Bong exhibe algunas dificultades a la hora de plasmar el gran número de ideas de tono social que deseaba incluir en el relato, las cuales en variadas ocasiones son subdesarrolladas, perdiéndose por completo dentro de la locura que caracteriza a la cinta. Dentro de esto mismo, el director a sabiendas de que el núcleo cómico de la película (el asesinato y el consumo de perros) es un tema conflictivo no solo en su país, sino que también en la gran mayoría de los países occidentales, opta por atenuar el marcadísimo humor negro del film con algunas subtramas que carecen de importancia, consiguiendo involuntariamente ralentizar el ritmo narrativo de la película. El último detalle que puede resultar molesto, es que si bien se especifica al inicio del film que ningún animal resultó dañado durante la filmación, hay algunas escenas que se ven demasiado reales, por lo que pueden resultar algo fuertes para los amantes de los perros o de los animales en general. De todas formas, “Barking Dogs Never Bite” es una cinta interesante, que tiene algunos momentos realmente cómicos, y otros que poseen una profunda carga emocional pese a los macabros elementos que posee el relato. El debut cinematográfico de Joon-ho Bong está lejos de ser perfecto, pero de todas formas merece más reconocimiento del que actualmente tiene.
por Fantomas.