Abría jornada mi siempre adorado Bach con tres de sus "Geistliche Lieder": los BWV 469 (Ich steh an deiner Krippen hier), BWV 493 (O Jesulein Süss) que Mendelssohn también tomaría para su Oratorio "Paulus", y BWV 458 (Es ist vollbracht) para soprano y guitarra, un primer hándicap al tener que hacer todo el bajo continuo un instrumento como el de seis cuerdas, con poco volumen aunque plenamente integrado en una partitura que no es la suya, unido a una voz cuyo registro grave apenas se escuchaba (y estaba sentado en el quinto banco de la iglesia) tal vez tomando el carácter intimista por una emisión con poca proyección, si bien versiones con barítono o tenor (y no digamos para niño alto), resultan más penetrantes.
Para concluir el breve concierto, Domenico Scarlatti y los cuatro números de que consta su Salve Regina (en este concierto versioneado para soprano, guitarra y órgano). Un peldaño hacia arriba tras el "tropezón" anterior, pero con más sacrificio para el oyente que pecaminoso placer para el oído, quedándome simplemente en el rellano. Obra concebida para contratenor y orquesta, aunque haya versiones para soprano y órgano (yo me quedo con la de mezzo y orquesta), evidentemente tendemos a comparar con lo escuchado, y es la razón por la que no quedé muy a gusto, aunque debo seguir agradeciendo que se apueste por estos repetorios. Está bien acercar en "versión reducida" y más en tiempos de crisis, obras que no podemos ni debemos perder, sobre todo en directo (el disco es otra cosa), pero no entraré en calidades que me llevarían por otros derroteros nada deseados. Como estaba mi admirada Diana Díaz, espero leer su crítica en LNE; personalmente estoy más "ansioso" por escuchar el tercero, y no digamos el cuarto... en esta Semana plena musicalmente hablando.