BARRY SEAL: EL TRAFICANTE (American Made)

Publicado el 01 septiembre 2017 por Gerardo Pérez Sánchez @gerardo_perez_s
Doug Liman es un interesante cineasta que ha realizado obras sobresalientes (“El caso Bourne”) y notables (“Caza a la espía”) y que, en general, domina con soltura el género de acción (“Al filo del mañana”), incluso cuando lo combina con un desenfadado toque cómico (“Sr. y Sra. Smith”). Aunque cuente en su haber con algún título claramente prescindible, se ha ganado a pulso un nombre dentro de la industria del Séptimo Arte, de tal manera que su participación en un proyecto supone aval suficiente para prestarle atención. Ahora estrena “Barry Seal: El traficante”, nueva incursión en esa modalidad que mezcla la recreación humorística con la intensidad narrativa de la aventura y que ya abordó en el largometraje citado anteriormente y protagonizado por la otrora pareja sentimental formada por Angelina Jolie y Brad Pitt. Lo cierto es que el producto final resulta entretenido y efectivo, en el sentido de dejarse llevar por un relato sostenido sobre la comicidad y el ritmo ágil. Del mismo modo que Steven Spielberg narró con un tono divertido y una brillantez indiscutible la historia real del estafador Frank W. Abagnale en “Atrápame si puedes”, Liman, con menor genialidad pero suficiente habilidad, aborda la biografía de Barry Seal, un expiloto reconvertido en importante narcotraficante del cartel de Medellín que acabó siendo reclutado por la CIA y por el Departamento de Inteligencia de la DEA. Pese a que se hayan adaptado convenientemente unos hechos ciertos para presentarlos ante el público con un envoltorio osado y gracioso, el resultado final funciona. Los espectadores se darán cuenta de esa voluntaria tergiversación destinada a lograr un toque más descarado y comercial de la cinta, pero a buen seguro la perdonarán, ya que recibirán a cambio un pasatiempo amable y entretenido. Tal y como ocurría en “Sr. y Sra. Smith” (sus primeros veinte minutos me parecen geniales, si bien dan paso después a una proyección más irregular), en sus casi dos horas de duración hay lugar para todo. Se percibe tanto la superficialidad del tratamiento de la trama como la innegable efectividad de la mezcla entre acción y diversión. Si uno renuncia a encontrar las pegas y se limita a disfrutar del dinamismo del metraje y de la narración desenvuelta, termina por pasar un buen rato. Sin ser en absoluto su mejor trabajo, Liman continúa sumando como profesional. Desde luego, Tom Cruise no es Brad Pitt (éste posee una mayor capacidad para dotar a su personaje de ese toque gamberro pero adorable) pero, tras una década concatenando malas interpretaciones en proyectos mediocres, por fin afronta una interpretación mínimamente acertada. Creo que Cruise es un buen actor y parte de su filmografía lo acredita sin discusión. Sin embargo, desde la ya lejana “Leones por corderos” había entrado en una espiral de actuaciones centradas en dar una imagen de héroe de acción que le estaban arrastrando al desastre. Por fin aquí se ha decantado por un papel más elaborado, aunque alejado aún de su mejor nivel. Por desgracia, da la sensación de no ser consciente de su deriva, habida cuenta que sus próximos estrenos serán la sexta entrega de “Misión imposible” y la continuación de “Top Gun”. Me gustaría recuperar al intérprete de “El color del dinero”, “Rain man”, “Nacido el 4 de julio”, “Algunos hombres buenos” o “Collateral” pero, engullido por el terrible agujero negro de la falta de creatividad, sigue rodando secuelas y optando por perfiles destinados a actores quince años más jóvenes que él. Una lástima.
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