"Pocos meses después de que apareciera mi última novela, dejé de escribir. Durante casi tres años, no escribí una sola línea. Las expresiones estereotipadas deben interpretarse algunas veces al pie de la letra: no escribí ni una carta burocrática, ni una tarjeta de agradecimiento, ni una postal de vacaciones, ni una lista de la compra. Nada que exigiera un esfuerzo de redacción, que obedeciese a una preocupación formal. Ni una línea, ni una palabra.
Ver un bloc, una libreta o una ficha me producía náuseas. Poco a poco, el mismo gesto pasó a ser ocasional, vacilante, no lo ejecutaba ya sin aprensión. El simple hecho de empuñar una pluma se me hizo cada vez más difícil. Más adelante, me entraba pánico solo con abrir un documento de Word.”
Delphine es una escritora que ha pasado del éxito apabullante que la puso bajo todos los focos al vértigo íntimo de la página en blanco. Y es entonces cuando se cruza en su camino L., una mujer sofisticada y seductora, que trabaja como negra literaria redactando memorias de famosos. Comparten gustos e intiman. L. insiste a su nueva amiga en que debe abandonar el proyecto novelesco sobre la telerrealidad que tiene entre manos y volver a utilizar su propia vida como material literario.
Y mientras Delphine recibe unas amenazantes cartas anónimas que la acusan de haberse aprovechado de las historias de su familia para triunfar como escritora, L., con sus crecientes intromisiones, se va adueñando de su vida hasta bordear la vampirización. . .
Su primera novela, “Jours sans faim”, en la que contaba su lucha contra la anorexia, apareció en 2001 baje el seudónimo de Lou Delvig. Siguió escribiendo bajo suverdadero nombre y su novela, “No y yo” (No et moi, 2007), se convirtió en un best seller que recibió el Premio de los libreros y fue llevada a la pantalla por Zabou Breitman en 2010. “Las horas subterráneas” (2009), con una gran acogida crítica y muchos lectores, figuró en la lista de obras seleccionadas para el Premio Goncourt y obtuvo el Premio de los lectores de Córcega. En 2011, su novela “Nada se opone a la noche”, en la que narra la historia de su propia familia haciendo frente al desorden bipolar que afronta su madre, ganó una serie de premios literarios franceses, incluyendo el Prix du Roman Fnac, el Prix Roman France Télévisions y el Prix Renaudot des Lycéens. Ha tenido un éxito arrollador en Francia, donde ha superado el medio millón de ejemplares y ha estado durante muchos meses en el ranking de las novelas más vendidas. Así mismo, ha sido publicada en veinte editoriales extranjeras.
Por su última novela "Basada en hechos reales" (2015) le fueron otorgados los Premios Renaudot y el Goncourt de los estudiantes. “Las lealtades” es su última novela publicada en 2019.
Mi propio resumen-síntesis sin spoiler
Delphine (¿De Vigan?) es una escritora en crisis. Tras el éxito de su última novela, se encuentra padeciendo el típico "síndrome de la página en blanco". Pero no se trata únicamente de falta de ideas, de un vacío creativo, no. La cosa parece más grave ya que siente verdadero pavor solo con pensar en sentarse a escribir, ponerse delante del ordenador con la intención de escribir algo.
No recuerdo haber hablado de terror, cuando en realidad de terror se trataba. Ahora puedo admitirlo: la escritura a la que hacía tanto tiempo que me dedicaba, que tan hondamente había transformado mi existencia y tan preciada había sido para mí, me aterrorizaba.
Su pareja François, viaja casi todo el tiempo por cuestiones laborales y sus dos hijos, Louise y Paul, ya están en la Universidad, así que está sola la mayor parte del tiempo. Supuestamente esa soledad debería propiciar la tan ansiada inspiración, pero no es el caso. Está completamente atascada.
Un día conoce a L., una mujer peculiar, con una personalidad magnética, arrolladora, fascinante, con todas las virtudes de las que ella carece, donaire, seguridad en sí misma, feminidad, y una capacidad innata de empatizar emocionalmente (¿manipular?) con todo el mundo, incluso con personas a las que acaba de conocer.
L. poseía un sentido inusitado del Otro, un don para dar con las palabras precisas, decirle a la gente lo que necesitaba oír. L. no tardaba nunca en formular la pregunta más pertinente, o en pronunciar la observación que mostraba a su interlocutor que únicamente ella se hallaba capacitada para comprenderle y reconfortarle.
Con la excusa de ayudarla en las tareas domésticas, L. comienza metiendo la patita por debajo de su puerta, y después el cuerpo entero, sin que se note, se mete toda ella en la casa de Delphine (¿De Vigan?). Se ofrece a contactar con su editora que sigue a la espera del envío de un inexistente nuevo manuscrito, a responder sus emails, se atreve hasta a suplantar su propia identidad y Delphine (¿De Vigan?), a sabiendas de todo (o de casi todo) se deja hacer, sin ser consciente de que ya no es dueña de nada, ni siquiera de sus propios pensamientos o recuerdos.
Hoy sé que L. es la sola y única razón de mi impotencia. Y que los dos años que duró nuestra relación estuvieron a punto de hacerme callar para siempre. L. entró en mi vida y la desquició profunda, lenta, firme, insidiosamente. L. entró como quien no quiere la cosa, con una infinita delicadeza, y pasé con ella momentos de sorprendente complicidad.
Por esas fechas, Delphine (¿De Vigan?) empieza a recibir una serie de amenazantes anónimos echándole en cara que, con su anterior novela, un libro de autoficcción (género entre la autobiografía y la novela, popular entre los escritores y los lectores franceses) donde supuestamente confesaba terribles secretos de familia, ha hecho daño a gente y que ello no quedará impune. Para colmo, sus amigos de siempre han dejado de llamarla y cada vez se siente más encerrada en su mundo, en el estrecho mundo de ellas dos, cada vez más indefensa, más vulnerable. Pero allí siempre está L (¿caída del cielo?) para sacarle todas las castañas del fuego, absolutamente todas.
Y hasta aquí puedo contar, no os digo más, no puedo decir más. Tendréis que leerlo vosotr@s para descubrir qué pasa con estas dos mujeres, estas dos escritoras, y la peculiar relación que se establece entre ambas. Para descubrir si tras esa amistad incondicional, se esconde algo siniestro, oscuro, o no.
“Basada en hechos reales” me ha parecido una novela genial. Dividida en tres partes encabezadas por citas de "Misery" y "La mitad oscura" de Stephen King, escrita con una prosa cuidada, pero también afilada y contundente, la narradora de la historia, Delphine (¿De Vigan?), nos va contando desde la perspectiva de un tiempo ya pasado, desde el distanciamiento y la lejanía, como fue que L. entró en su vida y la puso patas arriba. Al cabo de los años, recapacita, echa mano de sus anotaciones e impresiones guardadas entonces y nos explica cómo, aunque en su día fue consciente de algunos detalles e indicios que le extrañaron, cuando quiso darse cuenta, L estaba ya ejerciendo un control absoluto de su existencia.
Dos únicas protagonistas principales, L. y D., ambas escritoras en distintas situaciones existenciales y vitales, la una en crisis, la otra en racha y pocos secundarios irrelevantes, dan forma a un thriller psicológico en toda regla, de los buenos, de los que a mi me tanto me gustan. Lo mejor de la novela es el perfil y la personalidad de L, narcisista, perturbadora, obsesiva, tóxica, controladora. Nos inquieta ver cómo Delphine cae en sus redes, en unas redes tejidas al principio casi de modo invisible, redes transparentes, pero que cada vez se ven más claras. Y queremos saber los motivos, claro, porque presentimos y se nos da a entender ya desde el principio, que puede haber algo oscuro subyacente para comportarse y hacer lo que hace.
Si no captas la pequeña vena de la locura de alguien, no puedes amarlo. Si no captas su punto de demencia, has perdido la ocasión. El punto de demencia de alguien es la fuente de su encanto.
También me ha parecido interesante el tema de los escritores y lo que les rodea tras la publicación de una exitosa obra, los compromisos con las editoriales, con sus lectores y el abordaje de esas temporadas de sequía literaria que supongo todos sufrirán en algún momento de su vida.
Desde la primera página se te ocurre y te preguntas si esa Delphine no será realmente la propia escritora (de ahí mis interrogaciones) y si todo lo que nos cuenta, no le habrá pasado realmente a ella. Solo el título ya te hace sospechar, ¿se basará esta novela en hechos reales? ¿qué es ficción y cuál es la realidad de lo contado? ¿Será esa Delphine-personaje, el alter ego de la autora? Se podría abrir un interesante debate sobre ello, porque a veces la línea que separa realidad y ficción es tan delgada. . .
Intenté explicar esa idea a la que volvía sin cesar, según la cual, en cualquier cosa que escribamos nos movemos en la ficción: Aunque eso haya sucedido, aunque haya ocurrido algo que se le parezca, aunque los hechos estén demostrados, siempre nos contamos una historia. Nos la contamos.
Por cierto, hay peli basada en esta novela dirigida por el gran Roman Polanski (Francia, 2017), aunque no parece tener muy buena crítica entre los cinéfilos entendidos. Me pensaré si me decido a verla, igual prefiero quedarme con el buen regusto y la fascinación que me ha dejado el libro. ¿La habéis visto? ¿Creéis que merece la pena?
Resumiendo: “Basada en hechos reales” me ha parecido un thriller psicológico impactante, inteligente, que mantiene la tensión hasta el final, con una trama que aborda dos temas principales: el “vampirismo emocional” que algunas personas son capaces de ejercer sobre otras, esa capacidad sin límites que tienen algunos para manipular a otros y el mundillo de los escritores de éxito y sus crisis creativas, así como la suplantación de la figura del autor, el engaño a los lectores.
El éxito de un libro es un accidente del que no se sale indemne.
Os la recomiendo, no os la podéis perder. Mi nota esta vez como no podía ser de otra manera, la máxima: