Basida, una familia que apuesta por amar a fondo perdido

Por Joseantoniobenito

BASIDA, UNA FAMILIA QUE APUESTA POR AMAR A FONDO PERDIDO

BASIDA, Asociación de carácter benéfico y asistencial, sin ánimo de lucro y Declarada de Utilidad Pública, que nació en 1989, fundamentalmente, para intentar dar respuesta al grave problema del SIDA, surgido hacia el 1980. En 1990, BASIDA pone en funcionamiento en Aranjuez la mayor Casa de Acogida para enfermos de SIDA de España, con una capacidad de 35 plazas, con el objetivo de ofrecer una atención multidisciplinar, personalizada, digna e integral a estas personas. Más adelante, en 1995, la Asociación puso en marcha una nueva Casa de Acogida en Manzanares (Ciudad Real) con 18 plazas y en 1996 la Residencia Hospitalaria para enfermos terminales en Navahondilla (Ávila) con 28 plazas y desde el inicio de la actividad el número de personas atendidas ha ascendido a unas 300 personas; aquí me encuentro desde primeros de junio y seguiré largos periodos de este primer año de aterrizaje tras los 30 años en el Perú.

El ambiente es paradisíaco, tipo Santiago de Aravalle, bello, puro, silencioso. Los miembros de la Comunidad son ejemplares por su vida de oración, entrega, desde su espiritualidad a lo Teresa de Calcuta, Carlos de Foucauld. Comenzó todo desde una opción radical de un grupo de amigos de renovación carismática en una parroquia de Aranjuez y son ya de 30 años de vivir juntos, poniendo todo en común, oración como eje del día, servicio a los más desheredados, Jesús referencia y modelo de vida). Aunque al comienzo fue el SIDA, desde hace varios años, el perfil de las personas atendidas se ha diversificado y en la actualidad, atienden a enfermos crónicos, personas con problemas de adicción - principalmente a alcohol, cocaína y cánnabis- personas mayores con demencias y enfermedades crónicas que requieren unos cuidados especializados y continuados que sus familias no les pueden prestar, ex reclusos en situación de Libertad Condicional por enfermedad grave e incurable y familias en situación de vulnerabilidad o exclusión social.

A todos ellos se les ofrece un tratamiento integral, personalizado e interdisciplinar con el que dar una respuesta adecuada a las múltiples y diversas problemáticas y necesidades que presentan. Aunque las historias de cada persona –lo que voy conociendo- son muy dramáticas, varios de ellos han estado a punto de morir, han sido abandonados,…destaco el verlas contentas por saberse miembros de una gran familia en la que son acogidas y queridas. Da gusto ver cómo celebran sus cumpleaños y aniversarios; con sus ahorros siempre regalan algo como sorpresa –helado, tarta…- Me conmueve cómo cada cual aporta con lo mejor de sí. Uno no sabe si llorar o reír cuando los ves desplazarse –en procesión-. Se da el caso de A en silla de ruedas es llevada por B (que apenas ve y camina con dificultad, pero que puede llevarla porque tiene fuerza en las manos y se fía de los ojos de A); lo mismo sucede con C (de más de 80 años, con muleta) que puede llevar a D (en silla de ruedas)… Por supuesto, que, como podéis imaginar, uno se encuentra con misiones un poco ingratas como cambiar los pañales a algún anciano que puede llegar a ensuciarte como me ha ocurrido en diversos momentos, pero ¡qué papás no han vivido y viven aventuras tan emocionantes a diario! El rato de "terapia" es otro momento emocionante, hay que cantar, dar palmas, rezar, ayudar a hacer la "o" con un canuto, acompañar al baño a uno de ellos, contestar ciento y una vez el día en que vive porque se le olvida, recordar a E que es abuela y tiene dos nietos guapísimos porque te lo pregunta en el momento más "trascendental" del dictado… Poco a poco me voy haciendo amigo de algunos de los residentes como F, antiguo legionario, quien fue recogido de la calle por sobredosis, y a quien estoy ayudando a escribir sus memorias, G, pintor extraordinario, que diseña carteles, elabora murales y siempre está disponible…H, antiguo jardinero, autodidacta, que sabe de todo y me tiene al corriente de cuanto sucede en el exterior..

De vez en cuando, nos sorprende la visita de voluntarios que vienen con las mayores ganas de aprender y de darse. Lo primero campea por varios anuncios "la medida del amor es amar sin medida", lo segundo comienza desde el primer saludo, el primer encuentro, al sonrisa acogedora de esta familia siempre abierta para dar y recibir.