Inaugurada en 1905 tras 54 años de obras (en gran parte debido al derrumbe de su cúpula que obligó a demoler el resto del edificio y comenzar de nuevo su construcción), la basílica mide 96 metros de altura. Es decir, es exactamente igual de alta que el edificio del parlamento. Y esta cifra no es casualidad, ya que simboliza la llegada a Europa de las primeras tribus húngaras en el año 896. Tal es la importancia de este número que según las ordenanzas de la ciudad, ningún edificio puede superar dicha altura (de hecho Budapest no posee las típicas torres altas de oficinas como la mayoría de capitales europeas, probablemente debido a esto). Mide 88 metros de largo y 55 de ancho. No es tan enorme como la basílica de Esztergom, la más grande Hungría, pero la diferencia tampoco es para tanto. Merece la pena rodearla y contemplar también su vista trasera, desde la avenida Bajcsy-Zsilinszky.
La entrada a la basílica de San Esteban era gratuita hasta hace poco, ahora hay que realizar una "donación obligatoria" de 200 forint (65 céntimos de euro). Se puede ascender al mirador que hay en la parte externa de su cúpula a través de 364 escaleras o en ascensor. El precio son 500 forint (poco más de euro y medio) o 400 forint con carnet de estudiante, y las vistas desde arriba son espectaculares. El mirador abre al público a las 10 de la mañana, cerrando en verano a las seis y media de la tarde y a las 4 el resto del año. Las vistas desde arriba son espectaculares, teniendo en cuenta que estamos en pleno corazón de la ciudad.