Duane Bradley (Kevin Van Henteryck) llega a Nueva York con una misteriosa cesta. En su interior se esconde, totalmente deformado, su hermano siamés Belial, quien ahora busca vengarse de los médicos que lo separaron de Duane.
A principios de los setenta, el director Frank Henenlotter se encontraba trabajando en un cortometraje llamado “Slash of the Knife”, el cual sería estrenado junto a la peculiar “Pink Flamingos” (1972) de John Waters. Aunque resulte difícil de creer, el corto de Henenlotter finalmente fue desestimado por ser demasiado ofensivo para ser exhibido junto al film de Waters. Sería en aquella época que Henelotter conocería al productor Edgar Ievins, quien debido a su afición por el stop-motion se interesaría en una suerte de proyecto paralelo del director, que consistía en la construcción de una cabeza deforme. Aunque no comenzarían a trabajar en conjunto de manera inmediata, eventualmente llegaron a la conclusión que para entrar al mundo del cine tendrían que combinar sus talentos. Tras desechar por falta de recursos un proyecto cuyo título tentativo era “Ooze”, el cual consistía en la invasión de una plaga de origen desconocido, Henenlotter comenzó a escribir una historia que no requiriera un gran presupuesto. Fue así como surgió la historia de Duane, un joven que llega a Nueva York llevando consigo en todo momento una canasta cuyo contenido pronto le será revelado al espectador.
Con el fin de no perder control sobre su proyecto, Henenlotter y Ievins invirtieron todo su dinero, quedando en la más completa bancarrota antes de comenzar las filmaciones. Afortunadamente para ellos, consiguieron un poco más de dinero luego de que algunos inversionistas vieran parte del trabajo efectuado por el director y su equipo. Además tuvieron la suerte de contar con Kevin Haney y John Caglione, dos de los protegidos del experto en maquillaje y efectos especiales, Dick Smith. Serían ellos los encargados de refinar los efectos de las escenas gore, así como también de crear los mecanismos a través de los cuales Belial logra moverse. En cuanto a las locaciones, Henenlotter escogió un hotel ubicado en Nueva York, el cual estaba en tan malas condiciones que daba la impresión de ser un set hecho con muy poco dinero (de hecho, el dueño del hotel facilitó el recinto con la única condición de que le cambiaran el nombre para evitar ser fiscalizado por los inspectores de sanidad). El barrio en el que estaba ubicado tampoco era el mejor, por lo que tuvieron que contratar a una serie de guardias (en su mayoría ex-presidiarios) para cuidar el equipo de filmación. La cinta se terminaría de rodar en un periodo de seis meses y el resultado que obtendría sorprendería incluso a los responsables del film.
En gran medida, Duane no es más que una herramienta que Belial utiliza para lograr sus propósitos. Si bien existe un lazo evidente entre ambos, de todas formas Belial utiliza sus poderes telepáticos para controlar a su hermano, más aún cuando este conoce a Sharon (Terri Susan Smith), una muchacha que se muestra sumamente interesada en él. La extraña relación que se da entre los hermanos es uno de los temas más importantes del film. No sólo existe un flashback que explica cómo fueron separados y lo realmente potente que es el nexo entre ambos, sino que también somos testigos de cómo su relación se va deteriorando luego de la llegada de Sharon. Duane es un sociópata y está tan loco como su hermano, lo que queda evidenciado en que no siente remordimiento alguno cuando Belial suma una nueva víctima, pero en cierta forma este ve a Sharon como su única posibilidad de redención, razón por la cual Belial no puede evitar sentir celos de quien ve como la única persona capaz de separarlo nuevamente de su hermano (esta vez en un sentido emocional).
Más allá de escaso presupuesto, las pésimas actuaciones y los agujeros que pueda presentar el guión, “Basket Case” es el mejor ejemplo de que el cine independiente es un semillero de buenas ideas que lamentablemente no logran el respaldo esperado. Henenlotter fue lo suficientemente inteligente para no tomar demasiado en serio la historia, razón por la cual la película presenta un equilibrio entre lo grotesco y lo sencillamente hilarante (voluntario o no). Además logra mantener un suspenso basado en la posibilidad de que el secreto de Duane sea descubierto por sus vecinos, su potencial novia o la policía. El éxito de esta cinta no sólo ayudaría a su director a forjarse una carrera dentro del circuito del cine “trash”, sino que además daría vida a dos secuelas de inferior calidad, aunque igualmente perturbadoras. En definitiva, “Basket Case” es un verdadero film de culto, que escapa a los cánones del horror hollywoodense y que representa un enfermizo viaje al lado más oscuro del amor entre hermanos.
por Fantomas.