El planeta Tierra esta rodeado de objetos que nos acechan; están orbitando a nuestro alrededor y vivimos con la posibilidad de que nos “ataquen”.
Existen los que son propios del espacio, y que se encuentran ahí por un origen natural, y los que los humanos hemos enviado de creación artificial. Estos últimos suelen ser objetos desprendidos en los lanzamientos, restos de cohetes, partículas de pintura, naves que no regresan y se quedan dando vueltas a 27.000 km/h, en fin, nada alentador.
Exactamente no disponemos del número de objetos lanzados al espacio, pero se calculan aproximadamente unos 30.000, de los cuales, no llegan a mil los que son satélites. Estas cifras varían, ya que se producen colisiones
Sí pierden velocidad modifican su órbita, y se dirigirán hacía la estratosfera, alcanzando después la troposfera, y dependiendo de su masa, lo harán a unos determinados miles de km/h llegando a la atmósfera, dónde por la fricción con el aire se desintegrarán, siempre y cuándo no tengan una dimensión considerable, lo que haría que un trozo sólido sin fundir llegara a impactar con la Tierra.
Según datos de NASA/ESA, se cuentan unos 500.000 fragmentos entre uno y diez centímetros; más de 21.000 mayores de diez centímetros; más de cien millones de piezas de un centímetro.
La distancia a la que se encuentran las mayores concentraciones de basura espacial, es poco más o menos de 800Km. , circulando a velocidades cercanas a los 29.000 Km/h .
Los satélites enviados al espacio realizan infinidad de funciones, destacando la de geolocalización, transmisión de información, supervisión de la superficie terrestre… , entre otras. El método para enviarlos al
La industria espacial no considera a la hora de realizar sus proyectos, que hacer una vez finalizado el servicio operativo de los satélites, y la chatarra espacial, amenaza continuamente las trayectorias de las naves y los satélites, habiéndose producido incidencias que han obligado a desviar de su órbita, incluso al transbordador Challenger.
De media, en los últimos cincuenta años, un objeto al día cae sobre la
Ya en la Edad Media comenzamos propagando enfermedades cómo el tifus y la peste, debido a la insalubridad; una vez superado, pasamos a contaminar el suelo de las ciudades y el campo, alcanzando unos niveles que hasta que no fueron descomunales, no hicieron reaccionar al ser humano para concienciarse verdaderamente, de la importancia de su
Ahora llegamos al espacio circundante a la Tierra, llenándolo de basura espacial química y metálica.
Los científicos a nivel mundial ya recomiendan sin demoras la eliminación de la basura espacial, pero claro, primero tendrán que ponerse de acuerdo en delimitar que basura corresponde a quién, para entonces responsabilizarse cada uno de la suya.
Se aceptan todo tipo de ideas, buscan todo tipo de ideas, lógicamente que se puedan materializar y hacerse efectivas, para la consecución de la limpieza espacial.
Ya se han presentado ideas tales cómo la de la propia NASA, que usó un gel aéreo para recolectar polvo espacial, pero que no ha sido probado fuera de una aeronave. Las empresas Dettwiler y MacDonald, crearon un vehículo
Otros cómo la compañía Astrium, pretenden “pescarlos con un arpón” y llevarlos hasta la atmósfera para su desintegración. Así, también van surgiendo ideas cómo la de un rayo láser dirigido hacia la chatarra espacial.
Ideas no faltan y empresas dedicadas a buscarlas tampoco, pero llegamos al punto dónde les duele; el coste ( dinero ) de cualquier proyecto es muy elevado y por ahora, resuelven no tener fondos suficientes.
Los causantes de todo esto, naturalmente no somos la inmensa mayoría que habitamos el planeta, pero los que directamente son responsables, tienen la suficiente cultura, educación e inteligencia, para ser conocedores de las repercusiones de sus actos y haber aprendido de errores pasados, lo que nos puede llevar a pensar, en que aplican una actitud finalista, sin querer tener en cuenta nada más que sus beneficios propios, ya sean personales, económicos, o ambos.
Tengan por seguro que cuándo haya que evacuar la Tierra, ellos y sus generaciones venideras, tendrán un lugar seguro dónde continuar su estirpe, el resto seguramente no.
La ESA está reforzando varias acciones de investigación relacionadas con la basura espacial, en marcha ya desde hace tiempo. Esto incluye la mejora del conocimiento sobre dónde se encuentran los restos, y sobre su evolución, recurriendo a mediciones con alta sensibilidad y a modelos mejorados de las fuentes de los residuos.