A pesar de las pérdidas sufridas por los británicos al tener que abandonar el Mediterráneo, por diversas causas, el almirante Jervis salió de Lisboa el 18 de enero de 1797, con 10 navíos para situarse en vigilancia sobre el cabo de San Vicente. El 6 de febrero recibió como refuerzo 5 navíos, aunque dos se abordaron entre sí, pudiendo ser reparados. Llegaron también cuatro fragatas y dos corbetas, una de las fragatas era la Minerve, con Nelson a bordo, quien acto seguido, arboló su insignia de comodoro en el navío Captain de 74 cañones.
Almirante Nelson
Mientras tanto la escuadra española se encontraba en Cartagena, donde Lángara fue nombrado ministro de Marina, quedando al mando de la escuadra, don José de Córdova y Ramos, siendo sus subordinados los tenientes generales: Morales de los Ríos y don Juan Joaquín Moreno. La escuadra la componían 27 navíos, de los cuales siete eran de tres puentes, ocho fragatas, cuatro urcas, un bergantín y 28 cañoneras y bombardas.José de Córdova
Pero este formidable dispositivo naval, adolecía de falta de pertrechos adecuados, víveres, mantenimiento de los buques y sobre todo de lo más importante, estaba alarmantemente falta de marinería. Córdova haría hincapié en este problema: "faltan unos tres a cuatro mil hombres para tenerlos equipados con arreglo a las ordenanzas". El San José y el Salvador del Mundo, dos navíos de 112 cañones contaban con 917 y 850 hombres respectivamente, cuando en tiempo de guerra debían estar tripulados por un millar de hombres. Un número muy bajo comparándolo con las dotaciones británicas, el Victory de 100 cañones tenía 875 hombres y el español Conde de Regla, con 12 cañones más que el británico, no pasaba de 801 plazas. En los buques de dos puentes no variaba el panorama: el San Nicolás, de 80 cañones que debía llevar unos 800 hombres por ordenanza tenía para la ocasión sólo 630, casi lo mismo que un navío británico de 74 cañones, y el navío San Isidro de 74, con una reducida tripulación de 525 hombres, se podía comparar a la baja lo que acostumbraban a llevar sus homólogos británicos. El Soberano, con 534 plazas, el Glorioso con 506, y así la mayoría de los navíos se encontraban en la misma situación. Otros navíos como el Santo Domingo, el único navío de 64 cañones de la escuadra española, estaba tripulado por 490 hombres, o lo que es lo mismo, estaba tripulado como mandaban las ordenanzas pero ¡para un navío de 54 cañones! El Santísima Trinidad con una dotación de 1.105 hombres era de los pocos buques españoles que se encontraba tripulado al completo.Ramón Martín