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―Nos hemos escabullido de tanques incendiados, hemos atravesado en balsas el mar de Azov, nos hemos emborrachado hasta el punto de que ha hecho falta un mes para serenarnos; nos hemos bañado en champán, nos hemos lavado el trasero con vino tinto; nos hemos disfrazado de soldados de Iván y paseado en un T-34. Hemos sido picapedreros, paracaidistas, espías, maquinistas, dinamiteros, carceleros, verdugos, ladrones, asesinos, falsificadores de documentos, reos de alta traición diez veces al día; nos hemos limpiado el trasero con Mein Kampf y con los escritos de Alfred Rosenberg
Heide era feliz. Le encantaba cantar. Era un tipo que, sometido a un tribunal en tiempo de paz, sería clasificado de psicópata insensible; pero estábamos en guerra, de modo que Julius Heide se había convertido en un buen soldado, con sangre fría, dotes de mando e instinto bélico. Se le condenaba por su valor y se le admiraba por sus cualidades de combatiente. Si el suboficial Heide sobrevive se convertirá en instructor de primera clase para el combate cuerpo a cuerpo. La sociedad utiliza muchos Julius Heide; sin embargo, la gente prefiere no estar demasiado próxima a ellos
La novela trata sobre un grupo de soldados, los mismos que siempre usa Hassel, que están encuadrados en un batallón de castigo, es decir lo peor de lo peor. Para más Inri, después de una dura pugna en el frente del este son enviados a la prisión de Torgau como guardias. Es decir pasan de vivir en el frente, a pie de trinchera, a ser los guardianes de una prisión militar y también ejercer de piquetes de fusilamiento.
Ideal, ¿no les parece?En la prisión de Torgau Hassel hace una crítica mordaz y bestia sobre la justicia militar y los involucrados en ella. Es tan bestia y tan real que produce hasta dentera, porque otra cosa no pero el autor no se anda con chiquitas, lo que dice, por muy crudo que sea, suena siempre a real y en el fondo siempre subyace la idea de vida que tiene en mente Hassel, sirva como ejemplo:Esas historias de preferencias son un camelo. Luchamos por la vida, esta vida amarga y cochambrosa. Es la voluntad de Alá
Parece mentira pero en situaciones tan radicales el autor encuentra resquicios para dar toques de humor y no sólo en fiestas o en borracheras salvajes, que también, sino en ligeras resmas que nos va dejando y que parecen retratar con claridad el tipo de personajes que nos quiere mostrar:
La bienvenida del comandante Landers no fue menos cordial, pero tres días más tarde se encontró su cuerpo acribillado de balas, en medio de un matorral, y como de costumbres se hizo responsables a los partisanos
Sin embargo, hubo ciertas sospechas con respecto a Hermanito y a Porta; pero ellos, para demostrar su inocencia, asistieron al entierro
Las novelas de Sven Hassel son profundamente entretenidas, no te permiten un respiro, vas de un ataque con tanques a un contraataque ruso o un bombardeo con los llamados “organos de Stalin”, no hay tregua. No importan las fechas o los datos en concreto, son lo de menos, el rigor histórico ni está ni se le espera, lo que cuenta es el divertimento y como consigue trasladarlo al lector. Eso sí es importante. Por alguna oscura alquimia mantiene la atención de manera continua y constante, tanto si se trata de un lance de primera línea como por ejemplo un ajusticiamiento en la infausta prisión de Torgau. Hassel representa un gran exponente de esas novelas bélicas que tanto gustaban al público, razones hay para ello. Esta, “Batallón de castigo”, es de las mejores, aunque con semejante autor hay pocas que sean malas.
Entretanto, Porta y Hemanito, en cuclillas para satisfacer sus necesidades fisiológicas, charlaban placenteramente, contemplando un periódico ruso. Comparaban dos fotografías en colores, una de Hitler y otra de Stalin. Porta se limpió con Stalin; Hermanito, con Hitler
―Es un papel muy suave. Exactamente el que a mí me gusta―dijo Porta, guardándose el resto de la hoja para la próxima vez
―¿No es alta traición limpiarse el trasero con Hitler?―observó Hermanito mientras reanudaban la caminata por el sendero
―Todo lo que hacemos es alta traición―replicó plácidamente Porta―: Así, pues, ¿por qué preocuparse? Siempre habrá en algún sitio un batallón de castigo que te estará esperando
Sergio Torrijos