El viaje de Oxford a Bath tardó poco más de dos horas. Lo disfruté porque fui mirando por la ventana del bus. Llegué a la terminal y caminé al hotel que había reservado por Booking. Como el check-in era a las 15hs, dejé la valija en recepción y salí sin arreglarme mucho.
Me hospedé en el hotel Parade Park. La ubicación es perfecta, simplemente perfecta. Aunque no tiene muy buenas reseñas, lo amé. Es un edificio antiguo, del siglo XVIII. Algo impensable para un argentino. Me tocó la habitación 2, en el primer piso. La vista de mi ventana era un sueño hecho realidad ya que podía ver el río y la abadía. El cuarto era cómodo, de tamaño mediano, con todo lo necesario. Limpio, equipado con un hervidor eléctrico y saquitos de té, café, etc por lo que no me importó que el desayuno no estuviera incluido. El baño estaba bien. Por suerte no hizo tanto calor porque no hay ventilador. Supongo que debe refrescar con la ventana abierta. Internet gratuita, buena atención y hay un restaurant en planta baja. Es caro para la billetera argentina, pero no hay sitios más baratos en el centro con baño privado.
Empecé mi largo recorrido en el Jane Austen Center, cuya entrada había comprado con descuento en Booking cuando hice la reserva del hotel. Si, como yo, aman los libros de Jane Austen, no pueden dejar de ir. Hay varias salas donde se cuenta la biografía de la autora. Lo más interesante está al final. Uno puede disfrazarse con ropas de la Regencia y sacarse fotos. También se puede practicar la escritura con pluma y tintero. En la planta baja hay una tienda con buenos precios para regalos y libros.
Cuando terminé la visita subí al Regency Tea Room, con camareras vestidas como en la época y un gran cuadro del Darcy de Colin Firth presidiendo uno de los salones. Tenía hambre así que pedí el Savoury Tea (£9,50) que tenía una cuota de exotismo: té en hebras estilo de la regencia con un scone, queso brie, jamón, chutney de tomate y cebolla caramelizada (riquísimo, luego estuve buscando donde comprarlo), manteca y hojas de ensalada.
De ahí fui al Fashion Museum. Al comprar la entrada de las termas, preferí comprar el ticket por tres atracciones entre las que este museo estaba incluido. No pude llegar a la Victoria Art Gallery que también estaba en la entrada porque no me alcanzó el tiempo. No tenía mucha expectativa respecto a este museo, de modo que me sorprendió favorablemente.
La muestra recorre la historia de la moda de los últimos 400 años con una colección de 100 objetos: vestidos, trajes, guantes y zapatos. Hay, como en el otro sitio, una sala donde uno puede disfrazarse. Yo me probé dos modelos y ¡hasta un corset! Una vez terminada la muestra, visité los antiguos salones de baile. Y por un momento me sentí como una heroína de las novelas de Jane Austen.
Ya eran las 17hs. Volví al hotel y me instalé en mi habitación. Salí de nuevo hacia las Termas Romanas ya que en verano tienen un horario extendido hasta las 21hs.
Compré la entrada a las Termas o Baños Romanos de manera anticipada a través de su página de internet. El ticket es costoso pero vale la pena porque hay mucho para ver. Estuve varias horas.
La visita se puede dividir en dos partes: el museo con piezas recobradas del lugar y buenas explicaciones y el sitio arqueológico que incluye el antiguo templo a Minerva y las distintas partes de las termas. Es impresionante. En la actualidad no se puede tocar el agua ya que los antiguos caños romanos son de cuero y es peligroso. Si uno quiere experimentar las aguas termales, hay varios spas en Bath. Lo que sí se puede hacer es tomar el agua termal de una canilla especial que hay al final del recorrido. Contiene muchos minerales y es medicinal. El gusto es horrendo.
Fotografié el exterior de la abadía con la luz del crepúsculo.
Terminé desesperada de hambre pero no quería gastar mucha plata así que acabé comiendo una ensalada de atún y pasta del supermercado. Quería comer en el pub Coeur-de-Lion pero por alguna razón nunca lo hice aunque pasé por la puerta.
Al otro día me levanté temprano ya que tenía mi primer tour desde la ciudad. Lo contraté online con la empresa Mad Max que es muy recomendable. Si compran dos tours les hacen un descuento. Salimos a media cuadra de mi hotel a las 8:30 en una combi. Empezamos en el sitio de Stonehenge.
Munidos con nuestras audioguías, tomamos el bus que nos llevó a las piedras circulares. Ese bus interno está incluido en la entrada porque son unos dos kilómetros hasta el lugar. Se puede ir caminando ya que hay pequeños restos arqueológicos en la zona, pero al hacer la visita con un tour no podía perder tiempo. No es posible tocar ni acercarse mucho a las piedras pero aún así impacta estar ahí. Se trata de un complejo ceremonial megalítico que funcionó como observatorio astronómico y enterratorio. Muchos lo relacionan con los druidas, pero el monumento es previo y pertenece al neolítico. Es decir, tiene unos cinco mil años. Los antiguos pobladores creían que las “piedras azules” -que están en el centro del círculo- eran mágicas y por eso tenían un valor litúrgico.
A la salida visité rápidamente el pequeño museo, réplicas de las viviendas de los pobladores y la tienda de regalos.
Partimos e hicimos una parada para fotografiar el caballo blanco de Cherhill, de unos 300 años de antigüedad. Allí les di de comer a dos caballos que salieron a buscar sus zanahorias (brindadas por Ferguson, el guía).
Pasamos por la colina Silbury, el sitio prehistórico más grande de Europa cuya función aún se desconoce. Lamentablemente no paramos así que la fotografié en movimiento.
Fuimos a Avebury donde tuvimos tiempo libre para recorrer los círculos de piedra que rodean el pueblo. El sitio, también neolítico, es más extenso que Stonehenge pero casi desconocido. No es tan vistoso. El círculo exterior tiene 335 mts de diámetro y el interior unos 108 mts. Muchas piedras han sido destruidas o reutilizadas.
Pasé por algunas tiendas y, aunque la parada para almorzar era la siguiente, me compré un sandwich en un pequeño almacén. Conseguí el famoso Coronation Chicken que quería. Es rico, agridulce.
Seguimos al pueblo de Lacock, un pueblo al borde de los Cotswolds atrapado en el tiempo. Aparece como locación en varias películas y series, como Harry Potter, Downton Abbey, Pride & Prejudice, etc. Mientras los demás iban a comer al Red Lion yo me dediqué a caminar de una punta a la otra las dos cuadras del pueblo. Me gustó especialmente la iglesia de San Ciríaco. Y por suerte en un negocio conseguí el chutney que me había gustado. Al final el guía realizó un recorrido por el lugar. Me quedé con ganas de probar unas “facturas” de manzana que vi en la panadería Lacock. Justo el hombre que estaba delante mío en la fila se las llevó todas.
Antes de irnos de Lacock, nos aproximamos a los jardines de la Abadía para ver la ventana que daba al sitio donde William Fox Talbot experimentó con negativos fotográficos por primera vez. No entramos a la Abadía que aparece como locación de Hogwarts en dos películas.
Partimos hacia Castle Combe, considerado el pueblo más bello de Inglaterra. También apareció como locación de películas como Stardust, Warhorse, etc. Caminamos un poco y entramos en la iglesia de San Andrés para ver la tumba de Sir Walter de Dunstanville, muerto en las Cruzadas. Pasamos por los jardines de una antigua mansión (ahora convertida en hotel) y me compré un helado de limón de Marshfield Farm en un pequeño kiosko. Recién entonces emprendimos el regreso a Bath.
Llegamos alrededor de las 18hs. Como en verano anochece bastante tarde, aproveché para recorrer el Circus de Bath, famoso ejemplo de la arquitectura georgiana. De ahí fui a Royal Crescent, otro complejo residencial del siglo XVIII. Son dos sitios icónicos de la ciudad.
Otra vez me quedé sin lugares económicos donde comer. Terminé en un Burger King mugriento. Espero que el cocinero tuviera más cuidado que los empleados que se ocupan del piso y los baños.
Al día siguiente realicé mi segundo y último tour con la agencia. Éramos muy pocos. No nos tocó muy lindo día pero hubo suficiente sol para disfrutarlo.
Empezamos en Cheddar Gorge, una garganta donde se originan las aguas termales de Bath. Paramos para algunas fotos pese a la llovizna. En la oficina de turismo de Cheddar vi que hacen varias actividades de turismo aventura. Realmente me gustaría volver y dedicarle varias horas. El paisaje es impactante.
Continuamos por caminos estrechos detrás de camiones de heno y tractores. Finalmente arribamos al pueblo de Glastonbury, relacionado con la mágica isla de Avalon. Tiene conexiones con los druidas, la leyenda del rey Arturo y la llegada del cristianismo a Inglaterra. Es un pintoresco pueblo hippie con muchas tiendas esotéricas.
Fuimos a visitar las ruinas de la abadía de Glastonbury, una de las más grandes e importantes del país, luego destruida por la reforma protestante. Fue el complejo monástico cristiano más antiguo de Gran Bretaña. Es impresionante. Allí se encontraba la supuesta tumba del rey Arturo. Una marca en el suelo indica donde estaba el sepulcro. Cuentan que José de Arimatea llevó el Santo Grial a Glastonbury y plantó el espino blanco que los puritanos talaron. En la cripta se hallaba el altar de José de Arimatea, que atraía a peregrinos de todo el país. Me da mucha bronca que la estupidez religiosa haya destruido semejante joya arquitectónica e histórica.
Paseé un poco por el mercado y compré una empanada tradicional (grande) en Tin Pot Pasty Co para almorzar. Muy sabrosa.
Después tuvimos que optar entre almorzar en el pueblo (cosa que eligió un matrimonio mayor), recorrer los jardines de Chalice Well donde se cree que fue depositado el Santo Grial o subir a Glastonbury Tor. Votamos por el Tor.
¿Qué es y por qué me interesó ir? Bueno, se trata de una colina coronada por la Torre de San Miguel. La vista de los campos y el pueblo es preciosa desde la cima, pero no subí por eso. Los britanos conocían la colina como “La isla de Avalon”. Los arqueólogos han encontrado herramientas neolíticas y restos de fortalezas e iglesias medievales enclavadas en el sitio. Allí fue ahorcado y descuartizado el último abad de Glastonbury en 1539.
Pero esa es la historia. La leyenda nos cuenta que el Tor estaba asociado en el mundo celta con la entrada a Avalon o la Tierra de las hadas. Un misterio que subsiste es la función de las siete terrazas simétricas que rodean el Tor.
Cuando subimos lloviznaba y nos envolvía la niebla. Sin embargo, cuando llegamos al Tor salió el sol casi milagrosamente. No sé si es o no mágico, pero… Bajé por otro camino y en vez de llegar al mismo punto desde el que había subido, terminé cerca del Chalice Well. Volví por la ruta para no perderme de nuevo (así que caminé mucho).
Más allá de ese contratiempo, pudimos partir tranquilos a Wells. Allí entramos a su catedral gótica del siglo XII que afortunadamente sobrevivió a la disolución de los monasterios. Es una construcción imponente. Adentro puede verse un reloj medieval (1390) aún en funcionamiento y un arco tijera que me dejó boquiabierta. La sala capitular, sus escaleras serpenteantes, vitrales, claustro y biblioteca (que parece sacada de Game of Thrones con sus libros encadenados) son dignos de una visita. Se largó a llover torrencialmente mientras estábamos adentro de la catedral. Ni me di cuenta.
Una vez fuera, fui a la calle residencial más antigua de Europa: Vicar’s Close. ¡Parece sacada de un cuento de hadas! No pude conocer mucho más de Wells. Sé que se puede visitar el palacio y jardines del obispo, pero con un día lluvioso no era el mejor plan.
Retornamos a Bath. Me apuré a ir al Museo Sally Lunn’s antes de que cerrara. Es mínimo pero puede verse de manera gratuita la reconstrucción de la antigua cocina de 1680. Arriba es posible comer pero después de las 18hs es más caro. Compré, eso sí, un “bun” para llevar (que es su especialidad). Es una especie de bollo de pan muy esponjoso. Ideal para rellenar. Quería comprar “manteca de canela” pero no tenían frascos chicos.
Como ya no llovía y aún era de día caminé por la orilla del río Avon. Crucé por el puente Pulteney y di la vuelta por North Parade. Antes de ir al hotel, compré snacks de pescado frito (seafood basket) en Bath Fish and Chips. Es más una entrada pero es lo que cené. Sí, adelgacé 5 kilos porque para ahorrar comí siempre porciones pequeñas.
Me fui a dormir por última vez en Bath, la ciudad de las gaviotas.
A la mañana del día siguiente salí hacia Winchester.
PENDIENTES EN BATH: La torre de la Abadía de Bath, un viaje en un tren de vapor con el Avon Valley Railway y un paseo en barco por el río Avon.
LOCACIONES EN LACOCK: Red Lion (Pride and Prejudice 1995), Church Street (Downton Abbey), Ford (The White Princess), casa de los padres de Harry Potter cerca de la iglesia, iglesia de San Ciríaco (Moll Franders), Panadería Lacock (Cranford), Sign of the Angel (Harry Potter and the Half Blood Prince), Tienda de National Trust (Cranford), patio de la Abadía (The Other Boleyn Girl), claustro de la Abadía (Harry Potter 1 y 2).
DATOS:
- El bus de Oxford a Bath costó £ 7,20 + 1 por la compra online. Salió a las 9:35 y llegó a las 11:45.
- No hay transporte público a Stonehenge. Si no quieren pagar un tour, hay buses desde Bath (Scarper Tours) o Salisbury (The Stonehenge Tour). Lo más económico es ir desde Salisbury.
- El transporte público desde y hacia los pueblos cercanos a Bath es bastante complicado, por eso opté por los tours. No hay tantos horarios como uno quisiera.
- En Cheddar es posible explorar la caverna de Gough ocupada por el llamado “hombre de Cheddar”, visitar el museo de la prehistoria, ascender a miradores o realizar actividades como escalada, caída libre, etc.
- Tours en Bath: Bath Regency Walking Tours los sábados afuera de la abadía, Ghost Tours de jueves a sábado,
- Chalice Well es un antiguo manantial. Dicen que hay que beber de la fuente con cabeza de león. Hay un estante donde meter los pies.
- En Sally Lunn’s lo más común es el bollo con manteca de canela.
- Al menos en verano hay buenas obras de teatro y a buen precio. También se realizan en Bath varios festivales.