Ha habido seguidores, no ahora sino siempre, que me han mandado mensajes comentándome que a veces les trato de tú y otras de usted. Y se preguntan por qué.
No hay nada raro. Si habláramos en argot cinematográfico, no es que haya un fallo de “raccord”, o de continuidad, y ahora por ejemplo aparece un sombrero en la mano del protagonista que instantes antes no estaba.
Lo único que ocurre es que esta ventana, este mirador con vistas a todo, dentro y fuera, se creó para hablar sin pretensiones ni afectaciones. Cada uno aterriza en cada día como se levanta de ese accidente diario, y le brotan los sentimientos de esa manera. A veces hablo de tú, otras de usted, o incluso en primera persona, en tercera. En realidad, la vida misma nos trata así, de protagonistas, o de meros comparsas. Si empiezas, a pulir tu estilo en demasía, le puedes restar frescura y sinceridad a tu discurso. Y lo bonito, o al menos lo honesto, ya que vas a comentar lo que te ronda, hacerlo como surge, como diría un enviado especial, desde el mismo epicentro de la noticia.Estamos en un continuo, y que se me entienda bien, hundimiento del Titanic. El salvarme yo, y después otra vez yo. Ahora mismo, el personaje encarnado por Di Caprio seguro que se quedaba fuera de la salvación pero no por amor, sino por puro egoísmo del otro. Creo que desde hace tiempo, y ahora se está acentuando, no nos paramos para hablar con el de al lado. Nuestras historias pareciera que cada vez tienen menos presupuesto y solo existieramos nosotros. Somos de rumiar lo nuestro, pero no de fijarnos en el otro.En realidad no debería importar si nos comunicamos de tú o de usted, sino que hablemos e intercambiemos efluvios guturales, esculturas sonoras de mejor o peor calidad, góticas o abstractas. No importa tener ahora un sombrero en una mano, y de pronto un clavel. Lo importante es estar.*FOTO: DE LA RED