Nos alojamos en el Hotel Pkha Villa, un pequeño establecimiento de gestión familiar que se caracteriza por una amabilidad extrema del personal. El lugar es muy agradable y dispone de diez bungalows alrededor de la piscina.
Hotel Phaka Villa
Comemos en el mismo hotel y después de una pequeña siesta ya estamos a punto de salir a conocer la ciudad. Cae un sol de justicia pero a las seis ya oscurece y como he comentado en alguna otra ocasión, las ciudades camboyanas tienen una iluminación muy escasa, por lo que hay que aprovechar bien las horas de luz.Llegamos al gran mercado Psar Nat, muy parecido a todos los que ya hemos ido viendo en el país, pero con la gente menos simpática que en las poblaciones pequeñas. En el interior del edificio se distribuyen en gremios y nos asombra la cantidad de peluquerías, una al lado de otra, donde hacen también todo tipo de tratamientos de belleza, como depilaciones, manicuras o mascarillas. También costureras y sastres, puestos de ropa, droguerías y farmacias… vaya, lo de siempre pero en más cantidad.Psar Nat
Psar Nat
Vamos caminando en plan tranquilo por las animadas calles intentando no perdernos ninguna de las fachadas de las antiguas casas coloniales bastante bien conservadas y algunas restauradas con muy buen gusto.Exterior de la Casa del Gobernador
Puente viejo de los franceses
Cuando empieza a oscurecer regresamos hacia el centro pasando por los llamados food stalls o puestos de comida callejeros que hay a lo largo de la ribera y que a esta hora están ya muy animados.Cenamos en el Gecko Café, un restaurante informal pero muy recomendable donde, como tantos otros en el país, están pensados para ayudar a la gente con pocos recursos. Junto con la carta dejan una extensa información sobre la labor que llevan a cabo y una lista con el nombre y edad de todo el personal así como el destino del dinero que gana cada uno. La mayoría son chicas jóvenes que destinan los ingresos a costearse los estudios universitarios y también ayudar a sus familias. Conocer los lugares más interesantes de los alrededores de Battambang, se puede hacer en un día, aunque bastante apretado. En nuestro caso, contratamos un tuk tuk para toda la jornada, saliendo del hotel a las 8 de la mañana y regresando pasadas las 7 de la tarde. La primera parada la hacemos a unos 4 km de la ciudad donde se encuentra el pequeño pueblo de O Dambong de donde parte el llamadotren bambú, conocido por los lugareños como lorry o norry. Evidentemente no hay estación ni taquilla y los 5$ (ida y vuelta) sin opción a regateo, nos los pide un policía (o al menos, así va vestido) que nos dice ser el responsable del cobro. Hace años que por la vía que construyeron los franceses no circula ningún tren debido al lamentable estado en que se encuentra. Los habitantes de esta zona ingeniaron una especie de artefacto para trasladarse de un pueblo a otro aprovechando esas vías en desuso. Consiste en una plataforma hecha con cañas de bambú y maderas donde se “acomodan” los pasajeros, sobre dos ejes que soportan las cuatro ruedas.Tren bambú
Preparando el krolan
Lo que más nos ha gustado ha sido ver cómo elaboran los redondos papeles de arroz para los rollitos de primavera. En la pequeña población de Pheam Ek, muchas familias se dedican a esta actividad totalmente artesanal. Del agua de hervir la pasta de arroz, cogen una cucharada cuyo contenido reparten sobre una superficie bien caliente mantenida por un pequeño horno que funciona con la cáscara de arroz. Lo trabajan para conseguir una lámina extremadamente fina a la que dan una forma redondeada. Lo cuelgan sobre un soporte de bambú y a continuación se colocan las piezas sobre un soporte, hecho también con pequeñas cañas de bambú. Cuando está lleno, lo ponen a secar al sol y una vez secas ya van a una gran cesta a punto de ser vendidos. Este proceso lo hacen con una gran maestría y rapidez llegando a elaborar 2000 piezas cada día parando sólo un rato para comer. Por todo ese trabajo les pagan la mísera cantidad de 17$.Elaboración de los papeles de arroz
Papeles de arroz a punto de vender
Papel de arroz secándose al sol
Láminas de plátano secándose al sol
Wat Ek Phnom
Phnom Banan
Interior
El último destino del día es Phnom Sampeau. Está situado en la cima de una colina donde el tuk tuk no puede subir. El conductor nos sugiere que si queremos llegar a tiempo para ver la puesta de sol, lo mejor es contratar a unos chicos que nos suban en moto, lo que encontramos una buena idea. Aunque el lugar debería ser conocido por el monasterio que corona la cima de la colina, es más visitado por las llamadas “cuevas de la muerte”, usadas también por los jemeres rojos como campos de exterminio. Resulta estremecedor contemplar el agujero natural por el que, desde 10 metros de altura, despeñaban a los prisioneros. La gran cantidad de huesos humanos y cráneos que se han encontrado se guardan en unas urnas acristaladas y un Buda reclinado junto a un monumento conmemorativo que recuerda los hechos.Agujero por donde despeñaban a los prisioneros
Llegamos a la parte más elevada de la colina, frente a la gran pagoda dorada, para ver la puesta de sol. No está mal, pero tras las de Kratie o Kampot, no me impresiona. Lo que sí merece la pena es el paisaje: inmensas llanuras cubiertas del verdor de los campos de arroz, atravesadas por los pequeños canales de regadío, obra de la era Pol Pot.Vistas desde Phnom Sampeau
Cueva donde se alojan miles de murciélagos
Salida de murciélagos al atardecer
A pesar de que ya ha acabado el período de lluvias, hace relativamente poco, por lo que el río tiene aun suficiente caudal para permitir un “rápido” viaje fluvial desde Battambang a Siem Reap. Y pongo lo de rápido entre comillas porqué se trata de más de siete horas.Aunque el despertador suena a las cinco y media de la mañana, hace ya más de media hora que una animada música que llega del vecindario, no nos deja dormir. El chico del hotel nos comenta que a las cinco de la mañana han empezado las celebraciones de una boda y que la fiesta se prolonga durante todo el día. El atento personal del hotel nos prepara unos bocadillos y unas botellas de agua para el viaje en barco, lo que es todo un detalle. La pequeña embarcación de madera va casi llena y prácticamente la mitad somos turistas. No me extraña, primero por el largo trayecto y segundo porqué el precio de 18$ es mucho más alto que los 6 ó 7$ que cuesta el billete de autobús.Barca que realiza el transporte de Battambang a Siem Reap
La primera hora de recorrido al dejar Battambang es todo un espectáculo. Mujeres lavando la ropa o aseando a los niños. Centenares de pequeñas barcas pescando en el río, hombres, mujeres y niños recogiendo los peces atrapados en las redes. La superficie del agua se ve llena de botellas de plástico que hacen la función de boya y sostienen la infinidad de redes que tienen sumergidas… es increíble que el río pueda dar tanto de sí. Nuestra barca tiene que ir haciendo zigzags para esquivarlas y esquivar también las pequeñas embarcaciones de pescadores que no se apartan. Llega un punto en que el río se va estrechando y navegamos por una especie de canal entre manglares por donde justo pasa la barca de tal manera que si nos descuidamos, las ramas de los manglares nos dan algún que otro azote.