Si no puedes con un enemigo, únete a él, y si no puedes unirte, compralo y ciérralo. Es lo que han hecho los amigos de Bayer con su competidor Monsanto. Bayer, el gigante europeo de la farmacia famoso a nivel mundial cierra la compra de Monsanto con el único fin de acabar con la marca. ¿Acabar con la marca? Sí, señores. La compañía se llamará Bayer a secas, sin apellidos indeseados. Monsanto desaparece como marca corporativa después de que la famosa empresa alemana adquiera la multinacional norteamericana de pesticidas y transgénicos por la bonita cifra de 66.000 millones de dólares (53.373 millones de euros de esta Europa nuestra). Lo único que mantendrá Bayer serán algunas submarcas comerciales con las que trabaja Monsanto para ciertos productos que se venden bien, por su popularidad en el mercado. No es cuestión de que los clientes dejen de comprar por una confusión de nombres de marca.
Hay, pues, que felicitar a los responsables de Bayer. Han acabado con el mayor productor mundial de semillas transgénicas. No volveremos ver la marca Monsanto. Esto se llama ganar a golpe de talonario. Bayer será el rey de las semillas (sobre todo de maíz y soja) y con la venta de herbicidas como el Roundup, anatemizados por los ecologistas, aumentará su cifra de beneficios anuales. Pocas empresas han sido objeto de tantas manifestaciones como este conglomerado agroquímico estadounidense tan poderoso. No sé si los ecologistas volverán su furia ahora en contra de Bayer. Sería una pena. Bayer es una marca que muchos asociamos con la salud. No nos gustaría asociarlas con semillas prohibidas para los ecologistas. Tal vez no haya sido una buena idea comprar Monsanto. El tiempo lo dirá.