1 La canica gira entre mis dedos en el fondo del bolsillo. Es mi preferida, nunca me separo de ella. Y lo bueno es que es la más fea de todas, no se parece en nada a las de ágata, o a las grandes canicas metálicas que suelo mirar en el escaparate de la tienda del tío Ruben, en la esquina de la calle Ramey; es una canica de barro, con el barniz medio saltado. Por eso tiene asperezas en la superficie, y dibujos, parece el planisferio de la clase en pequeño.
Como no todos los viernes comienzo un libro he pensado en cambiar el nombre de esta sección y postear cuando comience una nueva lectura, independiente del día que sea. Por lo tanto, el próximo párrafo vendrá bajo un nuevo nombre; no sé si será empezando nueva lectura (ENL) u otro.
Pasad un buen fin de semana.