¡Buenas a todos!
Por fin estoy de vuelta para el fin de semana, después de desaparecer durante unos días. Últimamente he tenido un ritmo de locos, durmiendo muy poco por culpa del calor (pero también leyendo mucho) y yendo de un lado para otro por distintos motivos que aun no acabo de entender: he llevado dos veces el coche al taller en apenas 3 días, lo que supone una hora perdida en transportes públicos, favores a amigos y responsabilidades varias que me han impedido llegar por la noche con ganas de escribir.
Pero hoy no madrugo, así que lo más seguro es que no me levante hasta las 10 si no hay ningún vecino loco que se ponga a taladrar o a pegar voces, como viene siendo costumbre. Ahora que vuelvo a dormir en la habitación de siempre al menos tengo que agradecer que no llegue tanto el ruido y espero que me dejen leer a gusto por las noches. Porque he vuelto a las andadas y como no duermo bien, me ventilo novelas enteras en una madrugada.
Esta semana han caído Dies Irae (que me provocó un día de locos porque solo conseguí dormir 3 horas esa noche), La red de Caronte y seguramente a lo largo de hoy también el que os presento hoy, Ecos del pasado. Llevaba bastante tiempo esperando en el Kindle, así que al ser cortito he visto el momento ideal para empezarlo. Os dejo las primeras líneas como siempre:
Cierro la puerta despacio y corro a estirarme en la cama para empaparme de la decoración juvenil que los abuelos le han dado a la habitación. La colcha rosa con lacitos de antaño la han substituido por una color crema para que me sienta más cómoda. Huele a limpio, con una mezcla de lavanda y jabón que me recuerda al verano. Han pintado las paredes de blanco para esconder el papel de Disney que todavía conservaba en las últimas vacaciones y me han colocado una mesa de melanina clarita bajo la ventana, donde las antiguas cortinas de dibujos infantiles se han convertido en el juego de mi nueva y suave colcha.
Este será el tercer libro que lea de Pat Casalà y por el momento he comprobado una evolución bastante buena. No es una historia tan precipitada como las anteriores ni incorpora temas casi esotéricos, pero mantiene una dosis de intriga suficiente para incitarme a seguir leyendo. Y es muy fluida… tanto que leí el primer cuarto de un tirón y seguramente esta noche le haya dado un buen repaso.
Después de esta tengo pensado empezar Galveston, la novela del creador de True Detective que abre el sello de novela negra de Salamandra. Me llegó ayer y tengo muchas ganas de ponerme con ella, así que será mi siguiente elección. Y mientras tanto me pondré con algunas entradas del blog que he ido dejando a medias durante la semana.
Pero antes contadme vosotros¿Qué vais a leer este fin de semana?