Esta semana he tenido el blog muy desatendido, pero es que ha sido frenética, sin tiempo para mí misma a ninguna hora. Y el poco tiempo que tenía, lo he dedicado a leer de manera compulsiva. ¿Por qué? Pues porque mis dos últimas lecturas han sido Amante oscuro (primero de La hermandad de la daga negra) y 50 sombras de Grey: dos libros tremendamente adictivos. Ya os iré contando…
Por otra parte, esta semana me han llegado los dos primeros libros de editoriales y estoy muy contenta por empezar en este tema. Además, uno de ellos es el que os traigo hoy, La piscina, de Yoko Ogawa.
Tenía muchas ganas de leer lo nuevo suyo, después de la extrañeza que levanto en todos La residencia de estudiantes. Ya casi lo estoy terminando, de hecho, tengo pensado darme un poco de prisa antes de ir a trabajar y leer las ultimas 20 páginas que me quedan.
Sin más vueltas, os dejo las primeras líneas:
Siempre hace calor aquí. Me siento como si hubiese engullido un animal gigantesco. Tras un rato sentada, el pelo, las pestañas y la blusa del uniforme de la escuela se empapan al contacto con el aire caliente. Me hallo envuelta por una humedad menos densa que el sudor y con leve olor a cresol.
Evidentemente se refiere a la piscina, aunque no todo el libro gira alrededor de ella. De hecho, a pocas páginas de terminar, lo único que os voy a decir es que me resulta perturbador. Un poco al estilo de Amelie Nothomb…
Sé que algunos vais a preguntar que es un cresol, así que lo aclaro: es un grupo de compuestos químicos aromáticos, derivados del benceno, que se caracterizan por el olor que proporcionan. Lo que más asociamos nosotros a ellos es el olor a medicamento (a hospital, que lo llamo yo), pero también está presente en algunos alimentos e incluso maderas, aceites o tabaco. Perdonadme la deformación profesional, parecía que estaba escribiendo un informe de trabajo… Incluso tuve que reescribir el parrafo.
¿Lo habéis leído? ¿Os interesa? ¿Qué tenéis para este fin de semana?