Hoy sí que puedo suspirar y decir que por fin es viernes. Y a pesar de que tengo aun bastantes cosas que hacer, y no mucho tiempo para ello, estoy deseando entrar en el fin de semana: salir un poco de casa y cambiar de aires.
Si ahora estoy escribiendo este post por la mañana es porque mis intentos de terminar esta novela ayer fueron fallidos. Principalmente porque me quedé dormida, no porque Una llamada en mitad de la noche no enganche. Y es que, a pesar de tener sus fallos, la historia es interesante y te mete de lleno. Estas son las primeras líneas:
La sinuosa y estrecha carretera conducía directamente hasta la ermita. Más arriba no había nada. Las luces dibujaban las calles de una ciudad cuyas casas se esparcían a su antojo creando formas iluminadas sobre un oscuro fondo. Era noche cerrada, la tormenta había estallado minutos antes, la lluvia se convertía en vertiginosos riachuelos que descendían ladera abajo. Los limpiaparabrisas de la furgoneta no daban abasto para desalojar el ingente caudal de agua que golpeaba los cristales y dificultaba seriamente la visibilidad.
Seguro que los que tenéis un radar con chirridos, igual que yo, diréis: ¡Ese texto está sobreadjetivado! Si, es cierto. Es precisamente uno de los fallos a los que me refería, pero que llegado a un punto, tampoco entorpecen el ritmo de lectura. Que por cierto, es frenético. Si no fuera que ayer solo pude ponerme con él por la noche, ya lo hubiera acabado, y ahora estaríamos hablando de otra cosa.
Por cierto, este fin de semana voy a estar fuera, así que estaré un poco desconectada durante tres días. Solo un poco, porque me llevo el móvil y el iPad, así que aunque sea de manera más concisa, seguiré contestando correos y participando en Twitter. Además, me llevo como lecturas Arroz de Palma, y varias novelas negras digitales.
Y vosotros ¿Qué habéis elegido para este fin de semana?