A parte de esta mediocridad, que surge por la necesidad de ser familiar (qué terribles son los episodios familiares de la serie) y de contentar tanto a la tradición como para no descolocar al más provinciano y simple espectador estadounidense, está que DS9 es una serie sin rumbo. Tiene varias líneas argumentales pero apenas las desarrolla por ofrecernos episodios autoconclusivos independientes o convencionales o bobalicones. Por ejemplo, en esta temporada apenas sale Bajor. Quizás sea el sistema de producción. Unos guionistas trabajan haciendo episodios pero sin saber o poder desarrollar los argumentos principales y otros sólo trabajan en eso. El resultado es que las temporadas tienen una gran cantidad de relleno o paja que dificulta tanto la progresión de la serie (que no es que deba tenerla, pero si la pones es para defenderla bien) como el desarrollo de personajes y la dinámica de grupo. En la serie muy pocas veces salen todos los personajes y no hay un núcleo claro de protagonistas, es decir, un delegación que sale en todos y cada uno de los episodios. En las 3 1º temporadas el personaje que en más episodios sale, esa es la sensación que tengo, es Quark. El grupo es débil, por ello, entre otras razones, se incorporó a Worf al elenco pero no ha servido porque sigue sin haber metraje para desarrollar personajes e interacciones. El resultado son temporadas que picotean aquí y allá con unos personajes que no sirven de guía o alter egos a los espectadores por su aparición irregular. Ni ofrece la credibilidad (el estado de Guerra Fría, la religiosidad bajoriana, los maquis...) ni la familiaridad que toda serie televisiva debe ofrecer. Por ejemplo, que es eso de los maquis? Por qué en la rica Federación hay gente que se empeña en vivir en un vertedero y en pegarse de hostias? Volvemos a C. B. De Mille. No hay explicación porque utiliza un código conocido por la audiencia, el del Oeste. La mentalidad de la audiencia de la serie no casa con la mentalidad que la serie tiene y esa descoordinación es el origen de todo lo mucho malo que tiene Star Trek.
Así pues, esta temporada se me ha hecho larguísima. La he terminado de ver por pura voluntad. El problema ha sido su tremenda regularidad. Casi hasta el final todos los episodios son igual de mediocres. Se mueven entre el 4.5 y el 5. Esta regularidad ha resultado aburrida por la falta de variación. Pero la cosa ha terminado peor. Al final aparece Luxana Troi y todo se va al garete. Incluso reaparecen Keiko y su hija, los peores personajes de la serie si quitamos a la betazoide. A partir de su episodio (me solaza pensar que ya no hay más de la vieja pelleja en la serie; que tiene la menopausia y luego hijos) la cosa se vuelve mala rompiendo la pesada pero estimable racha. Así pues, esta temporada ha resultado un tanto insufrible, ni siquiera los klingon, con todo lo que alegran, han podido ayudar. Así pues, los únicos episodios que merece destacar casi sólo son aquellos que están íntimamente ligados con los argumentos principales.
El camino del guerrero: doble episodio demasiado ambicioso para las posibilidades de la serie que, aunque, como siempre, pobremente resuelto, es un acontecimiento que revuelve la misma para volverla más emocionante e intensa. Lástima que se acordaran poco de ello.
Juramente hipocrático: un episodio bobalicón que nos permite conocer algo más a los Jem´Hadar que es un disparo en el pie de la serie pues nos revela que no son tan fuertes como parecen y que no son tan leales como parecen.
Nave estelar derribada: el humor es una de las pocas cosas que redime esta serie. Quark es el mejor personaje (aunque yo prefiero a Garak) porque con poco te levanta el episodio aunque el guión sea una chorrada. Este episodio maneja muy bien el contraste entre la tensión y el humor.
Pequeños hombrecitos verdes: no es el episodio ferengi más gracioso pero no es de los peores (los que se ambientan en su planeta o en los que sale el Nagus). Podría haber estado mejor pero tampoco había presupuesto para decorados y uniformes.
Nuestro hombre Bashir: una tontá pero está bien llevada porque, a diferencia de lo que pasa en la serie, el elenco sí encaja con los personajes asignados. Una parodia-imitación de James Bond que, como siempre, podía haber dado más.
Frente Nacional y Paraíso Perdido: un díptico que nos recuerda que el cuadrante alfa está en una Guerra Fría. Todo es bastante tonto y el rollo de meter a la familia para hacerlo todo más dramático ni es sutil ni ingenioso. Demasiado ambicioso para lo que puede dar la serie por lo que queda en chorrada sin consecuencias.
A muerte: de nuevo los Jem´Hadar. No para hacerlos temibles o enseñarnos más sobre el Dominio, sino para demostrarnos que este tiene los pies de barro. Un episodio que no tiene mucho sentido en el contexto pero que no está mal. Sin embargo, como siempre, la acción de vergüenza ajena.
Eslabón perdido: este episodio ni lo recordaba. A mi todo el rollo de Odo y los cambiantes no me mola nada. Ni antes ni ahora. Ni el deseo de orden de unos seres caóticos, ni su caracterización como seres miedosos y rencorosos, ni el complejo de humanidad de Odo (increíble que pueda hacer la textura de cualquier objeto y el pelaje o plumaje de cualquier animal pero no pueda hacer mejor un rostro humano; debía haberse buscado un símbolo mejor para representar al personaje), ni, por supuesto, su amor por Kira. En fin, que en medio de una Guerra Fría espacial los enemigos visiten el planeta central de cada uno con frecuencia para merendar me parece un disparate y humanizar más a Odo no me parece una buena idea. Era lo poco interesante que tenía el personaje.
En fin, a ver qué tal la quinta. La recuerdo como la mejor.