Pregunta: y por que tanto atributos marinos, la barca, los peces y la red, era pescador el santo? (Otra consulta derivada de mi álbum “Domini Canis” de Flickr).
Respuesta: pues pescador, lo que se dice pescador no era, que ya quisieran los pescadores tenerlo en su barco, según la leyenda que de él se nos cuenta:
Beato Pedro Jeremías, presbítero. 3, 10 de marzo y 25 de octubre.
Nació en 1399, en Palermo, de una familia noble. El primer encuentro con lo sobrenatural le ocurre a Pedro cuando estudiaba Leyes en Bolonia, allí se le aparece un pariente que había sido abogado y por trampear y usar malas artes en su oficio, se había condenado al infierno (estará lleno aquello). Esta visión le impacta tanto que decide hacerse religioso dominico, frailes que en Bolonia eran toda una institución por su ejemplo e influencias. Esta entrada en la Orden supuso gran oposición por parte de su padre, que cifraba esperanzas en él. Como siempre, y ya lo sabéis, el santo se salió con la suya.
Antes de entrar, se fue a un herrero, a que le fabricara un cilicio de hierro, con cinco barras del mismo metal, de 14 libras de peso, que llevaría toda su vida, como penitencia propia y por el pariente condenado. Tan apretada la llevaba, que se le había incrustado en la carne y no fue posible quitársela sino cuando el cuerpo se corrompió en el sepulcro.
En la orden fue ejemplo de castidad y obediencia. En realidad lo que consta históricamente (y no es poca cosa) es que fue versado en la predicación, el ministerio del confesionario y la obra escrita, lo que le valió la admiración y trato del Gran San Vicente Ferrer (5 de abril y segundo lunes de Pascua). Se sabe también que participó en el Concilio de Ferrara-Florencia, versando sobre los griegos católicos y donde el papa le encomendó la reforma del clero regular de Ferrara Fue Maestro de Novicios, entre los que estuvo San Juan Liccio (14 de noviembre). Fue también superior y provincial.
Todo lo demás, son leyendas con más o menos fundamento y escritas después de su muerte, llenando de portentos la vida, al gusto de la época:
Los peces y la red.
Esta leyenda, de record entre las leyendas de santos, dice que en una ocasión, mientras se trasladaba en una barquilla por Palermo, pidió limosna a un barco pesquero que iba cargado de atún, pero el capitán le trató de malos modos y le negó la caridad. Apenas sobrepasó el barco, los atunes saltaron de las redes y nadaban tras la barca de Pedro. El capitán se arrepintió y le pidió bendijera su barco, lo que hizo el santo y los atunes volvieron a las redes. Supongo que alguno de limosna se llevaría el santo. Debería ser el patrón de los barcos atuneros.
La decapitada revivida.
Pero si esta leyenda anterior, sabe a poco, aquí otra digna de constarse: Se dice que en una ocasión se halló el cadáver decapitado de una mujer, cuya cabeza estaba perdida. Hizo el santo oración y dos ángeles bajaron del cielo, trajeron la cabeza, que el santo colocó a la mujer y la revivió, con lo cual, contó lo que había pasado y se dio caza a los asesinos.
Pedro murió el convento de Palermo, como un fraile más, en 1452. Pío VI aprobó el culto y devoción que ya se le tributaba y extendió el oficio litúrgico a toda la Orden, con el título de Beato.