El pasado martes Bebé cumplió cinco meses. No sé si se me ha hecho corto o largo este tiempo porque tengo tanto sueño que no sé si voy o vengo. Por una parte se me ha hecho largo, porque cuando no duermes, la sensación de vivir en un bucle constante es espantosa, pero por otro lado me da pena que ya no sea un recién nacido y que haya pasado tan pronto esa etapa tan tierna. Lo positivo, lo tremendamente emocionante, es que entramos ya en esa etapa divertida en la que los bebés empiezan a interesarse por el mundo, por coger cosas, por averiguar por qué pones esas caras, por buscar siempre compañía y entreteniemiento…
Como bien dice la gente, los segundos son otra cosa. La estimulación constante de un hermano mayor se nota, Bebé hace cosas, tiene reacciones que nunca vi tan pronto en su hermano. Sí, claro, una parte será su forma de ser, su carácter, sus gustos, pero su estímulo se nota, para bien y para mal.
Tiene unas de moverse tremendas, pareciera que en dos días va a empezar a andar. Nos cuesta trabajo sentarle en nuestro regazo, en la bañera Tummy Tub o en la silla de paseo, y hasta algunas veces meterle en el portabebé, porque quiere ir de pie. Como le des el más mínimo punto de apoyo, él solito se pone de pie y se queda ahí plantado sin casi ninguna sujección, las plantas de los pies bien colocadas, ¡incluso el otro día dió un par de mini pasitos!. Gatear igual, se pasa el día levantando todo el cuerpo, apoyándose en manos y pies, echándose hacia delante como las tortugas. Está claro que estas cosas son impredecibles, luego a lo mejor ni gatea y tarda en andar solito, pero ahora mismo parece que va a ser de estos niños que gatean con 6 meses y caminan con 9-10.
Tu le dejas boca arriba y él automáticamente se pone boca abajo. Cambiarle el pañal, la ropa, ¡es una lucha!. Ni qué decir tiene que con el tema del dormir hace mucho que tiré la toalla, se pone como le da la gana. Total, si dormir, lo que se dice dormir… Bueno, matizaré que dormir sí duerme. Pero despierta miles de veces. Después de haberme regalado aquella noche del 22 al 23 de agosto casi 6 horas seguidas, ahora estamos como al principio, es decir, con despertares constantes: a veces cada 15-20 minutos, a veces cada hora, a veces cada dos, como mucho aguanta 3 horas. Entre abre los ojos, se queja, tetazo, chupa entre 5 y 30 minutos y a seguir durmiendo. Si pudiera hablar seguro que diría que duerme estupendamente pero yo tengo unas ojeras que ni un oso panda. Hay días que no sé ni cómo me levanto de la cama, está claro que la resistencia del cuerpo humano es mayor de lo que pensamos.
Ahora que ya tiene otro tamaño y me da menos miedo, voy a probar a colechar desde el principio de la noche. Ya le metía en la cama cuando tras cinco despertares no podía con mi alma, pero ahora voy a probar desde el principio y me voy a buscar alguna manera para tener la tetilla siempre disponible sin quedarme helada, que el otro día me quedé dormida con la camiseta subida y me desperté congelada. Lo de mamar de lado no se nos da muy bien a ninguno de los dos, pero creo que en algún despertar puede funcionar tenerme cerca y darle un par de chupetones. ¡Deseadme suerte que falta me hace!.
Ha empezado a coger todo lo que pilla, lanzándose en plancha si hace falta. Te agarra del pelo, de un pendiente, de las gafas, tira del mantel, del plato si le tienes en tus piernas sentado mientras comes, te arranca el móvil de las manos.
Adora a su hermano. No hace más que mirarle y sonreir, le busca constantemente con la mirada, le encanta que le diga cosas, que le cante… Tienen una relación muy bonita, dentro de la diferencia de edad tan grande que tienen, pero eso merece otro post.
Realmente, lo que complica todo, y mucho, es que desde los tres meses se ha ido mostrando cada vez más inquieto durante el día. Muchas veces no sabe lo que quiere: ni brazos, ni portabebé, ni suelo, ni teta ni ná. Es aquella inquietud que le entraba al Mayor, el mismo ñiiiiiiii que no te deja hacer nada, porque si lo coges le consuelas a medias y si le dejas llora. Así que está siendo duro porque estoy atendiéndole día y noche, en detrimento de todo lo demás: hermano Mayor, comida, casa, trabajo, yo misma… Sé que pasará, que dentro de nada se sostendrá completamente sentado y se entretendrá mínimamente y estaremos mejor, pero ahora mismo está siendo extenuante.
Me da pena estar tan cansada, porque no estoy disfrutando lo mismo que disfruté del mayor y mientras que del primero recuerdo cada momento con pelos y detalles, de Bebé se me han olvidado ya muchas cosas. Lo tengo todo como en una nube…
Es un niño muy dulce, me encandila con esa sonrisa y esa mirada llenas de amor. No se prodiga mucho en risas pero es tan tierno que no puedes dejar de achucharle. Eso lo compensa todo.