Distintos médicos le dijeron a la pareja que la bebé moriría en cuestión de tiempo y al menos dos veces les propusieron abortar.
Les dieron menos del 1 por ciento de posibilidades de sobrevivir y si lo hacía, corría el riesgo de serias complicaciones como ceguera o sordera. Entonces los Bakker se refugiaron en su fe.
"Dijimos que nos la llevaríamos sin importar como nos la diera. Si era ciega, o lo que sea, sólo queríamos a nuestra bebé", asegura Angela. “No nos íbamos a deshacer de ella porque no era correcto”.