Parece ser que la hostelería en Barcelona se ha visto resentida como consecuencia del proceso independentista, viendo mermar su facturación y situando al borde del cierre, a numerosos establecimientos.
España el el paraíso para quienes gustan de beber sin sed, a quienes ofrece además, un espacio cálido desde el que ver como aumenta la nitidez en el fondo del vaso. Es este un ejercicio que requiere pausa y sosiego; la traquilidad que últimamente no ofrecen las calles catalanas, entre apéndices nasales que se revientan y lazos amarillos rellenados con excrementos caninos. Después, institucionalmente, se afirma, por parte de conspicuos separatistas, que el movimiento independentista es pacífico, sufriendo la inusiada violencia del gobierno opresor español, para lo que no dudan en ofrecer imágenes que ni siquiera se corresponden cronológicamente, con la actualidad.
Mientras los aprietos se sufren por parte de los hosteleros, el Sr. Torra -que estaba a punto de percibir subisidio por desempleo- disfruta de un estupendo salario -pagado por todos los españoles- para ocupar ese puesto desde el que arroja piedras a empresarios de su comunidad autónoma, a la vez que lo hace contra la administración que procura sus emolumentos.
Un buen amigo decía que es como “si los pájaros disparasen a las escopetas”.
Afirmación que hoy se podría tachar de políticamente incorrecta.