Llega el calor, llega el verano y se huelen las vacaciones. Cogemos el coche y nos ponemos rumbo a la playa, a pasar unos días disfrutando del mar y del buen tiempo. Pero no estamos solos, nuestro bebé nos acompaña y vamos a tener que compaginar nuestro deleite veraniego con atender sus necesidades.
Lo primero que tenemos que apuntar es que un bebé menor de seis meses no debería ir a la playa, ni aún debajo de una sombrilla. Los bebés tan pequeños aún no pueden usar protección solar, porque les haría reacción, y su piel es tan sensible que aún estando en la sombra incidirían en él los reflejos del sol que se proyectan en la arena.
Los bebés mayores de seis meses tienen luz verde para estar en la playa, pero hay que tener en cuneta ciertas precauciones. Les pondremos protector solar (superior al factor 30) media hora antes de salir de casa y se lo iremos renovando a cada rato. Si es la primera vez que le vas a poner protector solar a tu bebé, prueba primero a ponerle una pequeña dosis en la cara interna del antebrazo y espera unos minutos. Si no le produce ninguna reacción, ya puedes ponerle por todo el cuerpo y no te olvides nunca ninguna zona.
Cuando estemos con nuestro bebé en la playa tendremos que asegurarnos de llevar todo lo necesario para su seguridad y comodidad: la sombrilla, para que no pase todo el rato debajo del sol; agua o zumos, para evitar la deshidratación (si aún le das de mamar este aspecto lo tienes cubierto); sus juguetes y flotadores, para que se entretenga jugando con la arena y en el agua; si llevas comida, lleva siempre comidas ligeras, como frutas, arroz blanco, pavo o pollo. Lleva también un calzado adecuado para el pequeño, unas sandalias con evillas son las más indicadas, ya que puede jugar y bañarse con ellas puestas sin riesgo a clavarse nada en los pies.
Intentaremos evitar las horas donde el sol sea más fuerte, es decir, de 10 a 16 horas y llevaremos siempre al bebé cubierto con una gorra y vestido con una camiseta de algodón fina y clara. Es interesante también llevar una muda limpia, para que cuando termine su día de playa se vaya sequito a casa.
Deberemos estar constantemente pendiente de él. La arena, sobre todo si es la primera vez que la pisa, suele ser su aperitivo preferido, así que llevar un poco de agua para lavarle las manos cuando pase esto nunca viene mal. También tendremos que estar observándole atentamente cuando se meta en el agua con algún tipo de flotador, ya que podemos tener un susto, bien sea por la corriente o porque se le vuelque.
Si nuestro bebé le tiene miedo al agua, cosa bastante común, podemos optar por llevarlo a clases de natación para que cuando lleguemos a la playa se sienta más a gusto. Otra opción es llevar una piscina hinchable pequeñita y pónsersela al lado de tu toalla con dos deditos de agua. Cuando ya se acostumbre a ella deja que vaya un poco a su aire, que juegue en la arena, corra de aquí para allá y que se familiarice con el entorno. No ayuda que le digas constantemente que “no tiene que tener miedo”, pero sí ayudará si te sientas con él en la orilla y vais jugando con las olas.
Si es algo más mayor y vamos a pasar en la playa más horas es aconsejable que tras el ajetreo de la mañana y el almuerzo se eche una siesta debajo de la sombrilla para recuperar fuerzas. Si ves que está tan excicitado que lo único que le apetece es jugar, muchas playas (ahora cada vez más) tienen servicio de guardería y los niños se quedan con monitores cualificados que les preparan juegos y toda clase de actividades lúdicas. Así podrás darte un baño tranquila mientras tu hijo juega con otros niños.
¿Y tu, ya has llevado a tu bebé a la playa?, ¿Cuál ha sido tu experiencia?
Foto: Carnaval King 08