Beceite (Teruel)

Por Yorga @javieramosantos

Beceite enamora. Se trata de uno de los pueblos más interesantes y desconocidos de la geografía española. Localizado en la comarca del Matarraña, el paisaje que permite llegar a este sitio abruma por su espectacularidad. La carretera de acceso queda encajonada entre espectaculares acantilados abiertos por el cauce del río Matarraña, por el que se eleva un puente de piedra medieval que salva el abismo. Sobre la cabeza del viajero que arriba a Beceite sobrevuelan los majestuosos vuelos de buitres y águilas.

La menuda localidad de Beceite se convirtió en el escenario, durante el invierno de 1837, de uno de los más terribles sucesos de maltrato y crueldad en cuanto al trato de prisioneros de la España del siglo XIX. Las tropas carlistas detuvieron en la batalla de Villar de los Navarros a casi dos millares de soldados del ejército liberal. En solo siete meses, y antes del intercambio de los supervivientes, murió la mayoría de ellos a causa del hambre, el frío, las enfermedades y las ejecuciones. Gran parte se vio obligado a recurrir al canibalismo para sobrevivir.

Panorámica del pueblo turolense de Beceite./Jome

El pueblo de Beceite se corresponde con la legendaria Intibilis romana y la hispano musulmana Abunzeit (tierra de olivos). En él parece haberse detenido el paso del tiempo: las calles se cubren con amplios arcos apuntados mientras acompaña al viajero el sonido calmado del agua que discurre, desde la Edad Media, por los canales subterráneos y se asoma por las fuentes y los lavaderos. La villa estaba formado por dos arrabales: Zeit y Benet, al unirse, a mediados del siglo XII, darían lugar al nombre actual de la localidad.

Beceite es la única zona de la comarca del Matarraña en la que está documentada la presencia de la Orden de los Templarios. La media luna que campea sobre el arco apuntado de la puerta de San Gregorio da fe de ello: rememora el símbolo del apellido del primer maestre templario de esta villa: don Pedro Lope de Luna. Quizás fue el primer portal ojival que se levantó en España. Los monjes guerreros convivieron aquí en perfecta armonía con los musulmanes y judíos.

Casa de la Vila de Beceite./Willtron

El paso de los años ha permitido conservar una fisonomía particular del municipio turolense: sobre la ladera meridional de una colina se acurrucan casas de piedra y tejado árabe dentro de unas murallas, flanqueadas de torres que retrotraen la mente del viajero a pleno Medievo. A través del portal de San Roque se accede al casco antiguo. No muy lejos, rumbo a la Puerta de San Gregorio, emerge una casa medieval que conserva grabada la cruz de las ocho beatitudes templaria.

Casi todo el patrimonio que se conserva en Beceite recuerda al Temple; como la iglesia parroquial dedicada a San Bartolomé, uno de los cuatro santos predilectos de la orden, en la Plaza Mayor. Data de 1210, aunque la fábrica que queda en pie es de la segunda mitad del siglo XVIII. Sobresale la fachada dotada de columnas salomónicas y torre sin chapitel. Justo al lado, el Ayuntamiento (siglo XVI), cuyos bajos albergaban la cárcel local, estancia habilitada hoy como Oficina Municipal de Turismo.

Iglesia de San Bartolomé./Willtron

Tampoco desmerece la visita del viajero la ermita de Santa Ana, situada a la entrada de Beceite; así como por las antiguas fábricas de papel, cuyos molinos, datados en los siglos XVIII y XIX, todavía se mantienen en pie. Uno de ellos, el de Noguera, se ha transformado en marco de exposiciones de arte. Las grutas de El Cargol, donde al parecer hubo un oratorio y centro de iniciación templario, invitan a los amantes del misterio. Aquí aún se conserva lo que pudo haber sido el pedestal de una Virgen negra.

En las cercanías de Beceite se encuentra el Parrisal, un desfiladero el río Matarraña lleno de posibilidades para los amantes de la naturaleza. Los Puertos de Beceite no rebasan los 1.500 metros de altura, pero aun así constituyen una impresionante mole desde la que, en días claros, se avista el Mediterráneo. Se presenta como un lugar idóneo para para amantes del senderismo, la flora y la fauna en estado puro. Quienes aprecien la espeleología disfrutarán si ahondan en las grutas de La Figuera, Maravelles o El Petro. Tampoco falta la huella prehistórica representada en las pinturas rupestres de La Fenellosa, que se remontan a la Edad del Bronce.

Los parajes y el entorno que envuelven a Beceite invitan a una recepción del viajero, sosegada, en calma, donde disfrutar de cada momento que pasa, como ocurre casi con la vecina localidad de La Iglesuela del Cid. Este vídeo que aquí os dejo es una clara muestra. Sin más alardes que la humildad que destila la localidad, su bienvenida merece un rincón en Lugares con historia.

Dónde dormir: Hotel La Font del Pas; 44588 Beceite (Teruel); teléfono: 978890443.

Dónde comer: Antigua Posada Roda; C/ Villanue-va, 19; 44588 Beceite (Teruel); teléfono: 978850254.