Si te encanta la música, esta película te fascinará.
Pero no basta con que sólo escuches música. Debes tener la capacidad de sentirla y de poder separar los sonidos de los instrumentos que la componen. Que te levante el ánimo cuando más lo necesitas o que te lleve al desastre con una inoportuna frase. Que te lance por mundos imaginarios y que te recuerde situaciones en las que nunca has estado. Sólo así disfrutaras de todo el potencial que tiene esta gran película del intermitente director John Carney, quien además escribe y compone algunas de las canciones de su excelente banda sonora.
Mal catalogada como comedia romántica, se trata de un musical de los nuevos tiempos en el que los temas se infiltran de manera subrepticia, como parte de la propia historia. El subtítulo en ingles, “Can a song save your life?”, da una idea más completa del argumento: Gretta –una esplendida Keira Knightley- es una cantautora británica que acaba de ser abandonada por su novio de toda la vida –el solvente Adam Levine, el cantante de Maroon 5- una vez que este se convierte en el ídolo musical del momento. Un amigo la convence para tocar una noche en un bar de Nueva York y es cuando la escucha un productor de discos en ruina –Dan, un buen papel para un convincente Mark Ruffalo- quien le propone hacer un disco teniendo como fondo el sonido de la propia Gran Manzana.
La realización del disco es toda una aventura, desde la convocatoria de los músicos que los acompañan, hasta la propia grabación en exteriores, con niños jugando por las calles, vecinos que se quejan del ruido a deshora y coches que no dejan de transitar. En medio de este proceso, Gretta y Dan van dejando atrás sus propias penurias y se enfrentan con renovados ánimos al reto de sacar adelante el proyecto.
Hay comedia, drama, romance y mucha, mucha música compuesta por Gregg Alexander -quien fuera líder de los New Radicals- que son interpretadas con brillo por el reconocido Levine y la sorprendente Knightley. Con varias escenas rodadas con cámara en mano, la edición cuenta con acertados flash-backs que nos ayudan a comprender el pasado de los personajes. La cinematografía de Yaron Orbach nos regala hermosas imágenes de Nueva York, tanto de día como de noche, que las convierte casi en un personaje más de la cinta.
No tendrás carcajadas pero sí muchas sonrisas. No tendrás llanto pero sí una buena melancolía. No serán las canciones de tu vida, pero no dejarás de tenerlas en mente durante unos días. Un oasis de buen gusto dentro de la mediocre cartelera del verano español.
Tráiler de la película, aquí