Belgrano, la película de Sebastián Pivotto.

Publicado el 28 junio 2011 por Pabela

Coproducida por TV Pública , Canal Encuentro y Unidad Bicentenario; auspiciada por INCAA y producida por 100 Bares Producciones; este es un film que ante todo se agradece. Se agradece porque no abunda el cine "histórico"- como podríamos llamarlo- en nuestra industria cinematográfica, no al menos en comparación con otras. Aquí mismo hemos ya hablado de El Santo de la Espada, sobre la figura de San Martín, y nos llega ahora la oportunidad de hablar de una de los personajes históricos que esta humilde servidora más admira: Manuel Belgrano, aquel que todos identifican mayormente con ser "el creador de la bandera".
No será fácil, lo veo, hablar de este film. Me empañan muchas cosas, de esas que quizá no deberían de empañar cuando uno se planta frente a la crítica de una obra artística; pero trataremos de hacerlo lo mejor posible. Para ello vamos por partes:
La dirección
Es la primera vez que veo una obra de Pivotto y he de reconocer que brilla en la dirección. No sólo ha hecho un magnífico trabajo con los actores ( sacando la figura de Pablo Etcharri haciendo de San Martín, Etcharri siempre termina haciendo de él mismo), sino que los encuadres y la fotografía de Miguel Abal, son realmente admirables para una producción que imagino habrá contado con poco presupuesto. Airosa en ese sentido, los actores se manejan cómodos con sus roles y la naturalidad que despliegan es sorprendente para un film que al ser de época siempre puede caer en el artificio de los diálogos acartonados. Magnífica la siempre estupenda Valeria Bertucelli interpretando a la rebelde María Josefa Ezcurra y desde ya Pablo Rago en la piel del protagonista. Ambos acompañados excelentemente por los secundarios, en especial sorprende Guillermo Pfenning cuyo Doctor Terranova aporta todo el dramatismo necesario y la humanidad emergente en una historia que no se queda en meros retratos enciclopédicos. Pfenning se planta como una gran promesa dentro del cine, y no hablo solo desde lo actoral pues en el 2004 ha ganado el premio George Méliès por la dirección del corto Caíto del que pronto hablaremos seguramente. Sabe en este papel darle un lugar importante a Terranova, quien fuera no ya solo el médico personal de Belgrano, sino también su amigo y confidente. Gracias del director dirán muchos, pero yo agrego aquello de "lo que natura non da..."
La exhibición
La película fue estrenada mayormente en plazas públicas de toda la Argentina, con una recepción importante que disfrutaron más de 250.000 personas en todo el territorio nacional hasta el 3 de Abril pasado cuando terminó el ciclo de proyecciones al aire libre. También fue exhibida en la tevé y hoy por hoy no hay ya profesor de historia que no se haga con una copia para proyectarla en la escuela. Aplaudamos entonces la idea de haber disfrutado de un cine de estas características, gratuito y para todos.
La música.
Emilio Kauderer brinda sentimiento y profundidad en una cinta que más allá de los codazos que le estoy por pegar, emociona, llega y queda. Lágrimas no faltan gracias a su esmerada composición y acompaña de mil maravillas las imágenes más sobrecogedoras de la vida del prócer.
El guión y sus recursos
Y acá llegamos al quid de la cuestión. Es que creo que cualquier argentino que vea esta cinta medianamente sabe quién fue Belgrano; si lo único que le quedaba en la cabeza era que fue el creador de la bandera pues Marcelo Camaño y Juan Pablo Domenech, sus guionistas, dejan bastante más en claro las motivaciones de Belgrano y quién fue. Pero qué pasa cuando el film puede llegar a otras latitudes, o cuando aquellos jóvenes estudiantes que hoy no te agarran un libro no tienen muy en claro la importancia de Belgrano en nuestra historia. ¿Es suficiente con pensar que habrá siempre alguien que reponga los baches?, ¿un profe a mano o una wikipedia basta?, ¿es tarea del film, después de todo, "aclarar" sobre el personaje y su magnitud en la historia?. No, no y sí en este caso, respectivamente.
El film tiene una narrativa casi teatral a pesar de la cantidad de exteriores y escenarios que presenta, es teatral desde ese recurso ya tan visto del personaje hablando consigo mismo desde la diferencia temporal. Los diálogos son muy buenos en su mayoría, pero irrumpen muchas veces en forma un tanto repetitiva. El "onirismo" del que se sirven acierta pocas veces y la historia queda entonces en una especie de nebulosa en la que no se saca provecho de las eventos reales.
Pongamos como ejemplo el famoso encuentro entre San Martín y Belgrano donde la importancia de esto termina por ser una escena donde las cosas importantes que se dicen se empañan en ese intercambio casero de medicinas contra los achaques de salud de ambos personajes. Al final siempre se termina por recalcar y afirmar que ambos próceres estaban enfermos y a pesar de todo seguían luchando al punto de olvidarse de sí mismos. Sí, detalle nada superfluo pero ¿era necesario?.
Lo mismo en cuanto a la tan resaltada "humanidad" del prócer que destacan muchos. Es cierto que bien se agradece cuando aquellas figuras idolatradas por la escuela son tomadas más mundanalmente y se nos ofrece un personaje más real, más creíble. Después de todo estamos hablando de seres humanos y no de superhéroes con poderes sobrenaturales. Fueron hombres de carne y hueso que lucharon con gran voluntad por aquellos ideales que creían mejores. Pero en este caso las relaciones que muestran de Belgrano con sus mujeres, la forma de "ignorar" a sus hijos en pos de no pensar en nada más que no fuera la independencia, ese ir y venir de "conciencia y culpas" que por momentos inundan los monólogos de Belgrano consigo mismo, terminan por mezclarse desordenadamente con lo demás. Puras ñañeras mías, si quieren, que no me han convencido del todo. Todo lo cual no desmerece igualmente un producto que ciertamente es novedoso y llamativo dentro de su género, sigo destacando, al menos en nuestra cinematografía.
Reflexiones infaltables.

Y sí, no se pueden evitar. Más allá de la fidelidad o no con que se aborde la vida de Belgrano aquí, no podemos quedarnos indiferentes si nos importa un poco el país en el que vivimos. En el caso de esta película la cosa es aun peor, pues el dramatismo con que se presentan muchas de las reflexiones del propio personaje son inmensamente dolorosas, y si a eso le agregamos a donde ha llegado su verdadero alcance pues dan ganas de morirse. Es que dos de los grandes valores por los que peleó Belgrano fueron la educación y la identidad, cosas totalmente ausentes en esta sociedad nuestra donde el celeste y blanco se portan con orgullo y se defienden con pasión cada cuatro años, donde el himno, si acaso, apenas se murmura en actos escolares mecánicamente, donde las "luchas intestinas" no terminan.
Quizá sea cuestión de tiempo, quizá se necesiten muchas luchas por otras independencias distintas, quizá broten inesperadamente otros Belgranos con mejores resultados... quizá sea tiempo de pensar seriamente aquello de "hicimos todo mal... tenemos que empezar de nuevo".

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