Cada vez que visito la peluquería, vuelvo a frecuentar esas caras hermosas, cuerpos Danone, casa de ensueño y felicidad a raudales...
Amores y abrazos que parecen eternos y que luego duran... lo que duró el verano...
Bellísimas mansiones de habitaciones suntuosas, decoradas con esmero y refinamiento, donde cada cosa parece recién estrenada, piscinas recoletas y jardines que invitan a la paz, a la vida perfecta, donde parece imposible no ser feliz...
Y sin embargo, esto es fachada solamente: esos cuerpos son muchas veces resultado de mil operaciones y de mucho tiempo y dinero invertido en ellos; probablemente si los viésemos como nos vemos cada día al despertar, resultarían tan anodinos sus rostros como el nuestro.
Por otra parte, las imágenes de eterna felicidad que observamos, no son sino burbujas que brillan, pero a la primera embestida se deshacen...
No hay verdadero empeño en seguir adelante, sólo hedonismo, juventud –real o ficticia-, belleza y dinero.
Y cuando vienen los problemas, todo se desmorona y se hace añicos lo que pretendía ser eterno...
Y una se siente gratificada cuando cierra la revista y mira su rostro –ya peinado- ante el espejo, y piensa que no posee grandes villas junto al mar ni una belleza deslumbrante, pero sí posee en cambio, sentimientos hondos y su intimidad es sagrada...
Sección para "Curiosón" de Beatriz Quintana Jato.