Las temperaturas gélidas hacen que nuestras mejillas tomen un color rosado muy bonito, el problema viene si no cuidamos nuestra piel como deberíamos, ya que se puede dañar con facilidad. Las bajas temperaturas congestionan nuestra piel ya que causan una vasoconstricción de los capilares que evita que llegue suficiente oxígeno y nutrientes a las células cutáneas y provoca, a la larga, una piel apagada y mate. El frío también retrasa el ciclo de renovación celular, algo que provoca que se acumulen células muertas que impiden la secreción sebácea que, a su vez, provoca sequedad, tirante y falta de hidratación. En este caso la piel se deshidrata y según el caso, puede llegar a irritarse, apareciendo rojeces y descamación. Los cambios bruscos de temperatura (del frío del exterior, a la calefacción de casas, escuelas, trabajos, etc) aumentan la posibilidad de que aparezcan capilares dilatados en la cara, especialmente en la zona de las mejillas. A estas rojeces se les da el nombre de cuperosis o arañas vasculares.Para evitar que todo esto nos suceda, debemos limpiar la piel mañana y noche con cosméticos suaves, para que respire, e hidratarla para que se mantenga sana y realice todas sus funciones de forma correcta.
Y esto es todo. Como podéis comprobar, si tomamos unas sencillas medidas de precaución, nuestra piel no notará los efectos del frío y se mantendrá perfecta todo el invierno. Espero que este post os haya servido de ayuda. La próxima semana os dejaré con nuevos consejos de belleza y salud para que estéis cada día más guapas y saludables.
Hasta pronto bellezas! Un beso enorme para todas!