Agnes va a morir. Desde la primera línea conocemos el desenlace de este libro de Hannah Kent que recrea un hecho histórico ocurrido en la inhóspita Islandia de 1830. Una atmósfera sombría y un paisaje de belleza cruda envuelven esta ficción histórica que relata los días finales de la vida de Agnes Magnúsdóttir, la última mujer ejecutada en Islandia. No hay sorpresas, pero la historia te empuja a leer una página tras otras. Saber la verdad, conocer los hechos, es solo una pequeña motivación que se eclipsa ante la voz de Agnes. Sus estados ánimo, su valor, su miedo, sus aliados y enemigos. Todo un universo de relaciones complejas que salen de sus palabras y que se completan con la voz del narrador, que todo lo sabe.
Agnes espera su condena recluida en una granja en la que convive con una familia que la teme, la desprecia y que acaba por compadecerla. La misera del rural y la crudeza de la vida campesina se ofrecen con detalle preciosista. El helador paisaje, el mar embravecido nos habla y nos envuelve. La tercera voz de la narración es la de un sacerdote timorato que le presta su oído y que escuchará la historia de una vida que parte de la miseria y la soledad, para acabar en la traición.
Agnes Magnúsdóttir, fue acusada, junto a otro hombre y una joven de 15 años, del asesinato de dos hombres. La historia se encargó de convertirla en bruja y mala mujer, Hannah Kent la rescata de la ignominia para presentar un personaje con claroscuros.