Falta de pistas y nuevos cadáveres
El cadáver de Amahle, una hermosa chica zulú de 17 años, aparece cubierto de pétalos de flores, en una ladera de los Montes Drakensberg, a medio camino entre el poblado de su padre y la granja donde trabajaba.Desde Durban, son enviados a esa zona del interior, el oficial de la policía judicial Emmanuel Cooper y su ayudante el agente Samuel Shabalala, seguidos pocos días después por el doctor Zweigman para llevar adelante las tareas forenses, por la extraña inhibición de la médica titular de la zona.
La investigación resulta muy turbia desde un primer momento, por la singular personalidad de la fallecida, una chica zulú muy apreciada por sus amos blancos, hija de un reyezuelo zulú, que tenía planes propios para su futuro. De igual forma, la desatención de la policía y la forense local dificultan y extrañan una investigación que debería haber sido bastante rutinaria, pero que se complica ante la falta de pistas y la aparición de nuevos cadáveres.
tradiciones y actitudes existenciales
Tampoco favorece el buen desarrollo de la investigación el desairado carácter de Cooper, siempre perseguido por sus fantasmas familiares, y cuya situación está perpetuamente colgando de un hilo, por las dudas que se tienen de su adscripción étnica a los blancos, y las terribles repercusiones profesionales que puede tener ese hecho en la Sudáfrica de principios de los años 50 del siglo XX, en donde aún no habiendo sido impuestas las leyes apartheid del todo, ya existe una brutal separación entre etnias de distintas razas.
El escenario de esta novela vuelve a ser, como en la primera entrega de la serie, el interior de Sudáfrica, el Velt, zona agrícola y ganadera, muy en contacto con la naturaleza casi virgen de la zona, y donde Shaka Zulu y sus guerreros dieron jaque a las tropas inglesas a finales del XIX. Esta presencia de lo zulú y sus tradiciones, tendrá mucha importancia en esta novela, por el origen de la muchacha asesinada, y por el peso que los clanes zulúes tienen aún, con sus tradiciones y actitudes existenciales.
No sólo tendrán peso las diferencias entre blancos y negros, sino que se nos mostrarán las sutiles,y no tan sutiles desencuentros entre la población blanca de origen británico y la de origen holandés o afrikáner. Las diferencias de clase social, económica, cultural y religiosa se nos irán mostrando en un tablero ya por sí complejo de relaciones humanas.
Y la investigación se va llevando adelante, entre el talante un tanto desaforado y autodestructivo de Cooper, y la sensatez de sus ayudantes Zweigman y Shabalala, y donde todo se pone en contra de la dilucidación de los pormenores de la muerte de la muchacha, por los extraordinarios y sutiles conocimientos que la investigación va despejando.
No podemos dejar de destacar la presencia de algunos personajes secundarios magníficos, como Gabriel, una especie de niño salvaje a lo lord Greystoke redivivo, y fundamentalmente la presencia de dos mujeres, la doctora Daglish y la granjera Karin Paulus, que mostrarán de forma sutil pero inequívoca lo difícil que era también para las mujeres la situación social imperante.
Una magnífica novela de intriga policial, y que nos cuenta grandes historias personales, sin olvidar el aberrante escenario social que enmarca esta trama. Quizá la mejor entrega de esta ya interesante serie policíaca.
Siruela, 2014Compra en Estudio en Escarlata
José María Sánchez Pardo