El libro del gran Anderson sobre las comunidades imaginadas. En fin. A lo largo del siglo XIX, tuvo lugar lo que el autor denomina la revolución filológico- lexicográfica, que cambió la forma de legitimación política de muchos gobiernos, especialmente de aquellos que, como el ruso, el alemán o el austrico, gobernaban sobre diferentes nacionalidades.
Dinastías extranjeras gobernaban sin mayor problema hasta que esta revolución fue difundiendo la convicción de que las lenguas serían por así decirlo una propiedad personal de grupos muy específicos, grupos que imaginados como comunidades tenían derecho a su lugar autónomo en una fraternidad de iguales. No hay que olvidar, en fin, que el francés era la lengua de la corte de San Petersburgo en el siglo XVIII mientras que el alemán era la lengua de gran parte de la nobleza provincial rusa.
El pasado es siempre un país extranjero.